༻ Capítulo dos ༺ Maia

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𝙲𝚒𝚗𝚌𝚘 𝚑𝚘𝚛𝚊𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚊 𝚗𝚘𝚌𝚑𝚎


Escuché el timbre de casa y bajé corriendo las escaleras. Al abrir la puerta me encontré cara a cara con Ian, mi mejor amigo, con su nariz puntiaguda roja por el frío y ese gorro negro que usaba incluso en verano.

—¿Quién es? —preguntó uno de mis padres desde el comedor
—¡Es Ian, papá! —me hice a un lado de la puerta y le hice un gesto con la cabeza —Pasa.
—Pensaba que ya se habrían ido —masculló Ian antes de entrar en el salón.
—Pues ya ves que no —contesté en un susurro
—¡Feliz año nuevo, Ian! —exclamó mi padre al verle entrar en el comedor —¿Vienes a buscar a Maia?

Ian asintió con la cabeza.

—Papá, eso a las doce —contesté, rodando los ojos.
—Ni caso —La voz de mi otro padre irrumpió el comedor —. Está triste porque este fin de año no lo pasamos con ella. Suerte que la acogéis en vuestra casa, si no estaría insoportable.
—¡Papá!

Ian levantó las cejas y tuve que darle un codazo en las costillas para que no se le notara la sonrisa pícara que le empezaba a asomar por el rostro.

—Sí —contesté para captar la atención de los tres —. Me abandonan por sus amigos, suerte que te tengo a ti.

Rodeé la cintura abrigada de Ian en un abrazo, pero en seguida me aparté al notar como su cuerpo se tensaba. No recordaba lo poco que le gustaba el contacto físico.

—Nosotros nos vamos ya, o nos pillará la nevada.
—Os quiero —dije mientras ellos cogían sus bolsas y se despedían de nosotros en la puerta de entrada.

—Uno —contó Ian al cerrar la puerta
—Dos —continué yo
—¡Tres! —gritamos los dos

Subimos disparados a mi cuarto y nos asomamos a la ventana que daba directamente a la calle principal, para asegurarnos de que subían al coche y no había marcha atrás. Ian se quitó el abrigo y lo dejó encima de mi cama.

—¡Vamos por faena! —vociferó sacando su teléfono —Lo primero, un mensaje difusorio anunciando la hora de la fiesta.
—¿Estás seguro de esto? —pregunté, mordiéndome el labio —Creo que me estoy empezando a arrepentir.

Ian frunció el ceño y se acercó hacia mí.

—Es nuestro último año de instituto. El año que viene quizás tú estás en una universidad en una punta y yo en la otra —hizo una pausa y su sonrisa apareció en su cara —. Tenemos la oportunidad de hacer algo épico.

Me reí y le di dos palmadas en la espalda. Me gustaba lo apasionado que era con todo. Siempre tenía la manera de hacer que algo simple se volviera algo mágico.

La última nocheWhere stories live. Discover now