༻ Capítulo cinco ༺ Maia

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༻✦༺  ༻✧༺ ༻✦༺𝙲𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘 𝚑𝚘𝚛𝚊𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚊 𝚗𝚘𝚌𝚑𝚎

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𝙲𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘 𝚑𝚘𝚛𝚊𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚊 𝚗𝚘𝚌𝚑𝚎


—¿Cuánto tiempo llevamos aquí? —pregunté, desesperada.

Ian dejó de dar vueltas en círculos y miró su reloj de pulsera.

—Ya son las ocho.

Tiré mi cabeza hacia atrás hasta chocarla contra la pared en la que estaba apoyada. Casi como si hubieran escuchado a Ian, mis tripas empezaron a rugir. 

—¿Tienes hambre?
—Muchísima —confesé con un puchero
—Creo que tengo una barrita.
—Paso.

Ian arqueó las cejas ante mí apresurada respuesta y le arrugué la nariz como respuesta.

—¿No tienes hambre?
—Sí, pero no para tus barritas de pienso —Me reí por debajo la nariz al ver su reacción a mi comentario.
—No es alpiste, es algarroba.
—Aún me acuerdo cuando pensé que eran de chocolate —sollocé, lo que daría por un trozo de pastel de chocolate —. Qué forma de decepcionar a alguien.
—No es sano comer tanto chocolate
—Lo que no es sano es que exista algo que se parece al chocolate y no lo es. Eso es engañar al personal. 

Ian me hizo una señal para que callase y acercó su oreja a la puerta. Yo también escuchaba como unas risas se iban haciendo cada vez más fuertes. 

En la planta baja teníamos dos baños, uno completo, dónde estábamos escondidos, y otro más pequeño solo con un váter. Sabía que las visitas iban al otro de forma habitual, pero si justamente ese estaba ocupado... 

Abrí los ojos como platos y salí disparada hacia Ian. Lo agarré de la manga de la chaqueta y lo arrastré hacia la bañera. Dando un último vistazo a la manilla de la puerta abriéndose, salté tras de él.  Con las prisas, al cerrar la cortina resbalé y caí hacia delante. Ian me sujetó, pero resbalamos los dos a cámara lenta. 

—¡Au! —exclamó cuando la cabeza de Ian chocó contra el suelo de la bañera.
—Shht 

Le hubiera puesto la mano encima de la boca, para evitar que hablase, pero si movía la mano de su lado, sabía que me caería sobre su cara. Por suerte entendió mi expresión, porque casi al instante la puerta del baño se abrió dejando paso a las risas que habíamos  escuchado. 

—Este baño me da muy buenos recuerdos —murmuró una voz de hombre seguido de una risa coqueta proveniente de una mujer.
—Aquí no, hoy no 

Abrí los ojos como platos y Ian apretó los labios para aguantarse una carcajada. 

—Y si hacemos uno rapidito... 

Oh no. 

Sin querer hice un movimiento con el brazo y resbalé un poco más para quedarme a escasos centímetros de Ian. 

La última nocheWhere stories live. Discover now