༻ Capítulo cuatro ༺ Julia

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𝙲𝚞𝚊𝚝𝚛𝚘 𝚑𝚘𝚛𝚊𝚜 𝚊𝚗𝚝𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚖𝚎𝚍𝚒𝚊 𝚗𝚘𝚌𝚑𝚎


Miré mi móvil por debajo de la mesa, intentando que mi madre no me pillara, para seguir la conversación con mis amigas. Ya habían llegado a la fiesta y me estaban retransmitiendo todo lo que iba pasando, sobre todo lo relacionado con Lucas.

Todos iban hablando a mi alrededor y yo parecía ser la única que no quería estar en esa mesa esa noche, incluso mi hermano parecía estar la mar de a gusto en ese ambiente. Se había sentado justo al lado de Samuel y parecía que habían congeniado. Mike, mi hermano, le estaba contando algo de un videojuego y Samuel lo escuchaba con una sonrisa tan falsa que me dieron ganas de vomitar.

No me podía creer que «don perfecto» estuviera tan feliz con ese plan y no prefiriese estar con sus amigos en alguna fiesta digna de su edad.

—¿Julia?

Levanté la cabeza y me encontré con que todas las miradas, incluida la de Samuel, estaban puestas en mí.

—¿Sí?
—Mary te ha preguntado por los estudios —repitió mi madre, fulminándome con la mirada.

Escondí el móvil y di un trago del vaso de agua antes de contestar.

—Bien.
—¿Ya sabes a qué universidad quieres ir?

Me encogí de hombros y dirigí mi mirada por los demás hasta quedarse clavada en la de Samuel, que había dejado a un lado la conversación con mi hermano para centrarse en mí.

—Aún no lo sé, supongo que probaré suerte.

Samuel ahogó una risa y desvió su mirada para centrarse de nuevo en su plato de guisantes.

—Y a ti ¿Qué te pasa? —pregunté, desafiante

Samuel alzó las cejas y forzó una sonrisa cordial.

—Me parece inmaduro por tu parte no interesarte un poco por tu futuro.
—Bueno, según tú tengo trece años, ¿no? —pregunté, arqueando las cejas —Tengo tiempo para llegar a ser un adulto sin sangre en las venas como tú.
—¡Julia! —Mi madre se había levantado de la mesa, dando mucho más miedo que una película de terror un viernes trece.
—Perdón —mascullé y volví a jugar con los guisantes de mi plato, no entendía en qué momento a la gente se le ocurrió comer aquello para fin de año.
—¿Y tú, Samuel? —preguntó mi padre —¿A que universidad quieres ir?
—A Samuel lo han aceptado en Yale —anunció su madre, llena de orgullo.
—¿De verdad? —repitió mi madre, mirándome de reojo

Samuel, el perfecto, esbozó otra sonrisa y asintió con la cabeza.

—Sí, siempre he querido ir a Yale y por suerte lo he conseguido.

La última nocheWhere stories live. Discover now