Secretos - Epílogo

462 30 11
                                    

     Deyla se dejó caer sobre la arena en la orilla de aquel pequeño manantial subterráneo, las aguas frías le acariciaron los pies. El corazón todavía le palpitaba en el pecho, sentía sus manos temblar a causa de los nervios y no quería pensar en nada más que no fuese quedarse así de quieta.
     Lysa apareció a su lado, tiró la mochila vieja y quiñada en las esquinas y se sentó junto a ella, tenía muchas cosas qué decir, pero prefirió aguardar un par de momentos a que se calmaran las cosas. Cuando lo hicieron, se lavó la cara con las aguas y se giró hacia Deyla.

     —¿¡Qué carajos estabas pensando!? ¡Idiota! ¿¡Es que tienes tuercas en el cerebro!? ¡Argh!

     Verla tan enojada era raro, tanto que Deyla llegaba a pensar que jamás sucedía, pero se equivocaba. Cargaba con toda la culpa por haberla arrastrado a eso sabiendo que por poco y las descubren, pero el hecho de que todo haya salido como había planeado la relajaba por dentro.

     —No te exaltes, Lys, ya pasó, todo salió bien, ¿no? —intentó calmarla, pero solo terminó por irritar más a su amiga.

     —¿Que todo salió bien? ¿¡Que todo salió bien!? —le dio un ligero puñete en el hombro a causa de su frustración—. Tú... Eres una... Argh, no vale la pena —desistió en su enojo—. ¿Sabes qué? Me enojo por nada, al final siempre terminarás haciendo lo que quieres; y yo como una tonta voy tras de ti para evitar que te pase algo. Creo que me preocupo por nada, nunca me escuchas. Haz lo que quieras —se puso de pie dándole la espalda.

     —Oye, oye, espera, no digas eso. Todo lo que hago, lo hago por nosotras, ¿sí? —se defendió Deyla, irguiéndose—. Intento mantenernos vivas a ambas, ¿no puedes fijarte en eso?

     —¿Mantenernos vivas, dices? —Lysa arqueó una ceja con sarcasmo, la miró a través del rabillo del ojo y se sopló un mechón de pelo que le fastidiaba el rostro—. Literalmente casi nos descubren hoy, ¿qué hubiera pasado si lo hacían? ¿Ah? Nos habrían hecho quién sabe qué cosas. La vida no es un juego, Dey, ¡entiéndelo!

     —Sé muy bien que no lo es, pero por favor, Lys, confía en mí —la tomó del brazo con suavidad y se puso delante de ella—. Todo valdrá la pena; eso de ahí —señaló a un par de cajas abiertas que guardaban un par de discos duros— es lo que nos va ayudar.

     —No lo sé, Dey, yo... —suspiró agobiada—. Ni siquiera sé qué hay ahí.

     —Ah, yo sí y créeme que es lo que habíamos estado necesitando.

     —¿Qué cosa? ¿Que hay en esos discos duros?

     —Lo único que puede haber: información —dijo; sus cabellos plateados se mecieron con tanta delicadeza que casi le pareció a Lysa ver que estaban flotando en el aire—. El gordo tenía todo esto en su ordenador central, parecía que tenía la misma intención que nosotras, así que teníamos que adelantarnos.

     —¿Qué tipo de información, Dey? —frunció el ceño, intrigada y la miró a los ojos con curiosidad.

     —Ahora tenemos secretos de la Tecno Unión, del Clan Bancario, de ese tal Tyranus que es jefe del gordo, de la mayoría de las cúpulas criminales de Corellia. ¡Todo está aquí! ¿No lo entiendes, Lys? Cuando salgamos de aquí y vendamos esta información tendremos suficientes créditos para iniciar una nueva vida. No más arrastrarse entre aceite para motor y descompresores de aire ni tampoco aguantar a un obeso desgraciado que no deja de mirarnos de forma lasciva y asquerosa. ¡Podremos tener todo lo que siempre quisimos! Solo hay que dar un último golpe más, ¡solo uno! Conseguir el último disco duro. ¡Y de ahí solo tendremos que esperar a salir de aquí y listo!

     Lysa lo meditó por unos segundos, no quería admitirlo, pero Deyla tenía razón, aquellos discos duros eran, literalmente, su boleto de salida de la miserable vida que habían tenido desde que nacieron. Quizás... si le daba una última oportunidad... podría funcionar. No podía decir que no.

     —Vale, Dey, hagámoslo, pero solo una última vez, ¿quedó claro?

     La ojipúrpura saltó de felicidad y la abrazó con todas sus fuerzas; Lysa le correspondió y comenzaron a reír mientras daban vueltas con el agua hasta los tobillos. En eso, Lysa tropezó y se cayó al agua jalando a Deyla consigo. Las ondas del pequeño manantial chocaron contra la pared de roca y volvieron hasta ellas, el ambiente quedó en silencio, la tenue luz natural de los cristales alrededor teñía el ambiente de un apacible tono turquesa.
     Deyla quedó encima de Lysa como aquella vez cuando se escondieron de los siscos, pero ahora lo sentía diferente; sentía algo en su interior, algo que se avivó aun más cuando sus ojos se encontraron con los de ella; no podía explicarlo, así que solo se limitó a preguntar por instinto.

     —¿Estás bien...? —musitó extrañada.

     —S-Sí, no fue nada; creo que correr demasiado me ha dejado exhausta.

     —Eso parece —bromeó. Pasaron un par de segundos sin romper el contacto visual ni separarse, parecía que no querían hacerlo; después de todo, solo se tenían a sí mismas en esa galaxia tan hostil y desalmada—. ¿Lista para dejar esta vida? —le preguntó con una sonrisa entre los labios.

     —Sí, claro que sí —asintió Lysa, y le pellizcó suavemente una de sus mejillas con la esperanza a flor de piel.


.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IWhere stories live. Discover now