Palabras Teñidas

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     —¿Cómo se encuentra? —preguntó el maestro Mace mientras se le acercaba.

     —Nada bien, hasta ahora nada bien —respondió Lara con lágrimas en los ojos. Estaba sentada frente a la bahía médica mirando a través del cristal desde fuera, había permanecido ahí durante cinco días seguidos.

     —Se le está brindando la mejor atención médica que el templo puede ofrecer —señaló el jedi, llevaba el semblante serio y su voz firme no daba mucho consuelo.

     —Aún no ha despertado —se agarró uno de sus lekkus agachando la mirada—. Los médicos me han dicho que me mantenga al margen, que ellos ya me avisarán cuando mejore, pero pasan los días y nada, no sucede nada —secó sus mejillas con un pequeño pañuelo rojo, tenía dolores en el cuerpo por haber dormido sobre una banca, aunque no les diera mayor atención de las que debería.

     —Solo debemos confiar en su recuperación, las heridas que sufrió fueron profundas, por ahora solo necesita quedarse ahí —el tono de su voz molestó un poco a la twi'lek, el dolor y el enojo se atiborraban en su corazón, y el maestro Windu podía percibirlo a través de la Fuerza—. Se pondrá bien de todas maneras.

     —¿¡De todas maneras!? —se levantó de golpe apretando los puños, su mirada fría y dolida se clavó directamente sobre la expresión serena del jedi. Buscaba un culpable, alguien a quien hacer responsable de ello—. ¡Ustedes lo mandaron allá! ¡Él no tenía por qué ir! ¡Pudieron encargarle otra cosa, algo menos riesgoso! ¡Pero no! ¡Míralo! —apuntó con el dedo hacia dentro del ala médica, exactamente hacia la camilla en la que Dans yacía recostado conectado a un respirador.

     El maestro Windu mantuvo su temple, pero comprendía perfectamente el sufrir de la twi'lek, no quería aumentar su dolor así que guardó silencio.

     —Señorita, por favor, baje la voz —intervino el droide médico encargado—, el resto de pacientes también necesitan descansar.

     Lara lanzó un quejido exhausta antes de volverse a sentar, a su lado tenía la gabardina de Dans y todos esos días la había usado de manta, sentía que él la abrigaba a pesar de estar en el otro lado del cristal. La tomó, la apretó contra su pecho y escondió su rostro sollozante en la tela. Un droide sirviente LEP apareció detrás del jedi, jaló de sus ropajes y llamó su atención.

     —El Consejo Jedi solicita su presencia —exclamó con su reverberante voz agua. El maestro jedi asintió, el droide se retiró renqueando y se desvaneció tras la puerta del elevador apostado en el final del pasillo.

     —También debes preocuparte por ti —le dijo—, ve a dar una vuelta. Él no se moverá ni se irá a ningún lado, nadie puede hacerle daño aquí.

     La twi'lek soltó un profundo suspiro y cerró los ojos. El maestro Windu se despidió de ella y se retiró a sabiendas de su estado de ánimo. Antes de que la puerta del elevador se abriera, se dio la vuelta en dirección a la chica, ella seguía aferrada a la gabardina del joven y se apoyaba suavemente sobre el cristal, la observó por unos segundos, pensando en las emociones a las que los jedi debían renunciar para convertirse en maestros y luego se giró, entró al elevador y esperó a que las puertas se cerraran.
     Lara seguía contemplando a Dans, miraba cada tubo conectado a su cuerpo, cada vía intravenosa, cada sutura y cada equipo que monitoreaba su estado. Un escalofrío tenue le recorrió ambos brazos, se cubrió con el abrigo y se fue por el otro extremo del pasillo.

     Dejó el ala médica con un cariz muy afligido, iba cabizbaja y silente, tanto que parecía ser una sombra entre las paredes, como si la angustia se hubiera vuelto de carne y hueso. Se dejó llevar por los pasadizos, por las almenas y los salones, por las áreas verdes y los cuartos de control, se sentía sola en ese vasto lugar a pesar de estar rodeada de decenas de droides, de padawans, de caballeros y de maestros jedi, pero ella era una extraña ahí, una mujer ajena a las costumbres de la Orden, una foránea que estaba dentro por la aceptación del maestro Yoda, pero eso ella no lo sabía. Deambuló sin rumbo por los corredores hasta llegar a un nivel superior, la calma era apacible, solo unas voces dentro de un cuarto rompían la tranquilidad plena. Siguió avanzando sin darse cuenta del camino mientras acariciaba el abrigo de Dans hasta que pasó cerca a la puerta de la Sala de Guerra, no buscaba entrometerse en los asuntos de sus anfitriones, pero la conversación que oyó la sorprendió de lleno. Se acercó al borde de la pared, justo al lado de la puerta y asomó sus ojos lentamente.

Entre Estrellas: A Star Wars Fan History IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora