Capitulo 4

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Aemond's pov

─ Ponte en cuatro, otra vez ─ Demandé.

Toqué su hermoso trasero, rojo por los azotes que anteriormente le había dado.

Ella soltó un suave gemido, eso me excito aun más de lo que ya estaba.

Mi polla pedía sentir el interior de Helaena, ya no podía reprimir mis oscuros deseos por enterrarme a ella y hacerla mía, solo mia.

De una estocada me hundí en su calido y estrecho interior.

Tomé com firmeza sus cadera y la embestie con rudeza y salvajismo.

Hela se tocaba las tetas y yo corrí mi mano a su hinchado y excitante clítoris para poder darle más placer.

─ ¡Aemond! ─ Se quejó, sus paredes se contraían alrededor de mi caliente polla, ella estaba por sufrir un nuevo orgasmo.

Salí de ella y quité mi mano de su clítoris.

─ Hermano ─ Se dió vuelta y oude ver su rostro rojo.

─ Aun no Hela, falta poco ─ Murmuré.

Me coloqué encima de ella y la besé ferozmente.

Mis dedos rodearon su clítoris. Y sus dedos se enredaron en mi cabello. Ella rompió nuestro beso cuando deslize dos dedos dentro de ella.

─ Dioses Helaena ─ Gemí contra su cuello. Ella se estremeció ante el rapido movimiento de mis dedos. Y evolvió su pierna alrededor de mi cadera y tiró de ella hacia su cuerpo en busca de placer. Ella tomo mi rostro y lo guío hacia arriba para que la mirara. Su pulgar acarició mi cicatriz, la cicatriz de mi ojo. Sintió lo duro que estaba y acaricio mi verga, insistente. Saqué mis dedos de su interior y los pasé por su clítoris de nuevo mientras ella movía sus caderas juntas.

Narrador Omnisciente

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Narrador Omnisciente

Aemond empujó completamente su polla dentro de ella. Ella le apartó la mano y él la dejó. Le gustaba la sensación de su mano entre ellos. Poniendo su peso sobre sus manos a cada lado de su cara, él sacó y empujó lentamente. Observó su rostro inconscientemente. Ella lo miró fijamente. Ella deslizó su mano desde su cara hasta la nuca y tiró de él hacia ella. Ella respiró pesadamente junto a su oído.

Enterró su cara en su cuello, inhalándola. Besó su cuello y el hueco de su clavícula. Deslizó sus largos dedos por su cuello hasta su pecho y rodeó su pezón con el pulgar. Él besó su camino de regreso a su boca, ahuecando su pecho en su mano. Ella se empujó contra su palma. La forma en que olía, la forma en que sonaba, la sal de su piel en sus labios, todo eso iba en contra de su autocontrol. No podía pensar más, solo sentirla, escucharla.

Aemond aceleró el paso. Ella igualó su ritmo con la mano y las caderas. La sintió apretarse a su alrededor. Murmuró su nombre en su oído y le clavó las uñas en el cuello. Podía leerla tan fácilmente. Sabía que ella no quería ser preciosa y frágil esta noche. Él no se contuvo. Un gruñido bajo salió de su pecho. Él la sintió comenzar a estremecerse y su respiración se atascó en su garganta.

Mientras apretaba y apretaba, le mordió el hombro y ahogó el fuerte grito que casi había escapado de sus labios. Sus dientes sobre él, el escozor de eso, lo acabó. Alcanzaron su punto máximo juntos. Cuando se derramó en ella se quedó en silencio, pero se estremeció por todas partes. Apretó sus caderas contra las de él, sintiéndolo todo mientras sus espasmos disminuían. Él gimió cuando sus dientes dejaron su piel. Ella movió su mano a su espalda y lo agarró con ambas manos hasta que dejó de temblar.

─ Encantador ─ Le susurró al oído. Ella se relajó debajo de él. Él la besó suavemente. Sus ojos estaban cerrados y su sonrisa era dichosa.

Él se apartó de ella mientras ella se recostaba sobre las almohadas. Cuando se acostó junto a ella, apoyó la mejilla sin cicatrices en su pecho. La rodeó con un brazo y ella se apretó contra él. Cerró el ojo mientras ella le apartaba el pelo de la sien. Conocía su cuerpo de memoria. Amaba la forma en que ella podía desarmarlo con solo un toque. Acostado allí con ella, las puntas de sus dedos acariciando su frente, su cicatriz, su mejilla, no tenía que estar alerta. Helaena besó la parte superior de su cabeza. Su mano se posó en su brazo.

Y poco a poco Aemond fue cerrando sus ojos. Su respiración fue disminuyendo hasta que se hizo pesada y su cuerpo se relajaba bajo el toque de su hermana menor.

Amobos se durmieron juntos. Aegon y Daeron no llegarían hasta la madrugada. Su padre, Viserys y su madre, Alicent no llegarían hasta un dia después.

Su hermana Rhaenyra y su tío Daemon tampoco llegarían hasta dentro de unos días.

Así que ambos quedaron completamente dormidos y saciados.

Y fuera de la gran casa, se hayaban Criston Cole y Erryk.

Guardaespaldas de Healena y Aemond, que por los gritos, ya podían imaginar de lo que había sucedido entre los dos.

Guardaespaldas de Healena y Aemond, que por los gritos, ya podían imaginar de lo que había sucedido entre los dos

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Fin del capitulo.

Nos leemos en una próxima actualización.

𝐒𝐞𝐱 𝐕𝐢𝐝𝐞𝐨 - 𝐇𝐞𝐥𝐚𝐞𝐦𝐨𝐧𝐝Where stories live. Discover now