Capítulo 9; La visita de Connor

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Cómo una regla impuesta a sí mismo desde siempre, Daniel regresa a la cafetería en varias ocasiones al día para ver a su madre y asegurarse de que ella está bien. El resto de su tiempo se lo pasa en el bar de Mateo, siendo barman en el mismo lugar a pedido de su amigo. Tiene mayor horas trabajando en el bar “Eclipse”, por la noche, es por esa razón que llega a la madrugada a casa, duerme unas horas y se encarga de ayudar a Lucila a abrir la cafetería.
El pilar fundamental en la joven vida de Daniel, claramente es su madre y lo ha sido siempre, más aún cuando comprendió que con su padre no podría contar. Aunque no fuera decisión de Leo, el mundo donde él se metió representaba un peligro para su familia y esa fue la razón por la cual Lucila lo alejo de su hijo.
El círculo social de Daniel, además de conocidos, sólo va desde Lucila a Mateo, bajo la idea impuesta por él, de que no necesita a nadie más...

Ya va ser hora de cerrar la cafetería y por lo tanto, se acerca su turno en el bar.
"Dulce Encanto", hoy está particularmente lleno, con mucha presencia de jóvenes y adolescentes. Ayuda su ubicación, cerca de las universidades pero justamente hoy, la única presencia que le hizo ruido a Daniel, fue la de Lia ya que no se presentó en todo el día.
Repitiendo en su cabeza la escena del beso fallido de Lia con Liam, puede pensar en un solo resultado, en el cual ellos terminaron juntos y por eso ella no llegó. Arrepintiendose al segundo por pensar así, decide salir de la cafetería con la escusa de fumar un cigarrillo.
Atraviesa el estacionamiento mientras enciende el cigarrillo, se detiene justo debajo de un árbol apoyadandoce sobre el mismo, dejando escapar el humo lentamente con la mirada en el cielo que comienza a tomar su papel nocturno.
De repente escucha el crujir de las hojas secas al ser pisada pero no se molesta en ver de quién está cerca, hasta que escucha que alguien pronuncia su nombre.

— Daniel...

Con la guardia en alta pero demostrando serenidad, se reincorpora dando media vuelta hacia la persona que llegó a él.
Aunque pasaron muchos años de la última vez que lo vio, puede reconocer a la perfección esa cara, esos ojos y esa fría actitud.

- Tío...— responde Daniel, con un tono áspero pero dibujando una sonrisa carente de emoción.

— ¿Podemos hablar?— Pregunta Connor.

— No– Daniel, arroja el cigarrillo a los pies de Connor y cruza a su lado sosteniendole la mirada, desafiante.

— Ya no eres un niño...— Habla Connor, en un tono fuerte, de espaldas a él, — pero sigues teniendo estas actitudes infantiles— gira hacia él, comprobando que se detuvo al oírlo ya que la única forma de captar su atención es confrontandolo.

— Ustedes no son  bienvenidos aquí– ruge Daniel, con la mandíbula tensa.

— ¿Solo porque lo dices tú?

— ¿Necesitas otro motivo?

Connor, camina lentamente hacia él.
— Como todas las veces que vine a verte, yo no busco pelear contigo o hacerte daño a ti o a tu madre, como lo crees desde que tienes uso de la razón por culpa de Lucila...

– ¡Deja en paz a mi madre!— Gruñe Daniel, llegando frente a frente con Connor..

— Mira a tu alrededor, Daniel— sigue Connor sosteniendole la mirada, — cada paso que das, cada persona que cruza ese límite que tú dibujaste para proteger a tu madre es vigilado por tu padre. Leo, los ha protegido siempre...

— ¡Ja!– corta Daniel, riendo sin humor,
— Como digas...

—aunque no lo quieras aceptar, eres un maldito Dickson— ruge Connor, perdiendo su paciencia. — Tu padre es Leo y yo soy tu tío, somos tu familia.

— ¿Y que pretendes que haga?— suelta el joven, con frialdad.

— ¿Tu que crees que hacemos? ¿Qué hace tu padre?

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