001; MEMORIES LOCKED UP

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–Me tengo que ir, ma –le dice Victoria a su mamá.

La mujer mayor se encuentra sentada en uno de los sillones de la sala de estar del asilo, con la mirada vacía posada en la chimenea frente a ella, que cruje con el crepitar del fuego. Victoria se encuentra acuclillada a su lado, esperando poder conseguir una reacción, pero todos sus años de experiencia en cuanto a su enfermedad la llevaron a la conclusión de que su mamá ya es un caso perdido. Que su hija nació demasiado tarde, y que ya no la va a poder recordar como algo más que una nena de cinco años.

–Te dije que ahora no, Victoria. Estoy ocupada. ¿Dónde está Elsa? –pregunta la mujer, enojada.

Victoria traga saliva.

–Elsa se murió hace quince años, ma. Y vos estás en un asilo por tu enfermedad, ya no trabajás –le recuerda ella, ya sabiéndose el guión de memoria, con un recuerdo amargo en el fondo de su cerebro de la antigua niñera que solía cuidarla cuando ella era más chica.

–Pero, ¿qué decís, hija? Solo tengo que encontrar los planos.

Victoria ya sabe que no sirve de nada intentar hacerle acordar cosas que ya se le escaparon del cerebro hace tiempo. Por eso, decide darle un beso en la frente antes de levantarse. Agarra su bolso y se dirige hacia la enfermera, que está parada cerca de la puerta.

Una chica joven, en sus veintes, pelirroja y con una cara redonda llena de pecas, llamada Chiara. Victoria bien la conoce, ya que es la enfermera de su mamá hace un largo tiempo después de que la última se jubilara, y por este motivo, ya le tiene cierta confianza. Podría dar un paso más allá y decir que son amigas, aunque solo se ven cuando están en el asilo.

–La insulina a las tres, ¿no? –le pregunta Victoria. Al haber estado tanto tiempo sin su mamá en casa, Victoria ya no se acuerda de su rutina.

–A las cuatro, Vic –le contesta Chiara.

–Ah.

No se preocupa por preguntar más. Deja el asilo y se fija la hora en su celular: diez menos cinco. En cinco minutos, tiene que lograr hacer un viaje de quince, ya que tiene que llegar al predio de Ezeiza para entrenar con su selección. Si se atrasa, Germán seguro la hace correr tres vueltas a la cancha. La puta madre, se sube al auto y sale a los pedos.

Subiendo a la panamericana, le vibra el teléfono y contesta la llamada de Vanya.

Vanya: delantera de la selección, del FC Barcelona, y la mejor amiga de Victoria.

–Che, loca. ¿Venís o te tengo que ir a buscar? –le pregunta Vanya.

–No, estoy yendo. Me rateo y me bajan el sueldo –suspira Victoria.

–Pero si a la capitana no se la toca, mi amor.

–Te corto porque voy a chocar. Chau.

–Chau.

Deja el teléfono en el asiento del copiloto y acelera, con una cuenta regresiva de tres minutos para llegar si no quiere comerse la cagada a pedos de su vida. Porque Germán será un amor, pero con los tiempos no se lo jode.

Para su suerte, logra llegar a las instalaciones de la AFA un minuto antes de las diez y diez. Va corriendo por el pasillo a la vez que se pone los botines (un caos, básicamente) y cuando llega a la canchita, le agradece a Dios porque Germán todavía no está ahí. Vanya la ve y le hace una seña para que se acerque.

ÁNGEL | lionel scaloniWhere stories live. Discover now