006; HOLD MYSELF BACK

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Victoria se inclina hacia adelante para observar su reflejo en el espejo. Tiene la cabeza ladeada hacia un costado y el pelo atado en un rodete a medias, lo suficiente como para revelar el lado izquierdo de su cuello, donde yace una gran mancha roja, producto de los labios de Lionel sobre su piel hace tan solo media hora.

No sabe cómo es que se dejó hacer eso. No lo pensó en el momento, pero mientras él la mordía ella solo pudo dejar que lo haga e inconscientemente no lo frenó hasta que estuvo segura de que había dejado un recuerdo, como si quisiera que él la marque. Sin contar el hecho de que sentirlo de esa forma le había traído demasiadas memorias.

Se toca la mancha roja y chasquea la lengua, estresada. Si alguien la ve así, van a hacer preguntas y ella no va a saber cómo mentir. Además, algo dentro suyo le hace creer que todos van a saber quién la marcó, a pesar de que no es posible; quizás está siendo un poco paranoica. Igualmente, saca del gabinete de debajo de la encimera un neceser de maquillaje y usa un poco de base para cubrir aquel chupón, pero ninguna cantidad de maquillaje va a borrar el sentimiento de esos labios nuevamente sobre su piel. De hecho, su falta de experiencia con el maquillaje hace que la base por poco haga notar más la marca.

La llama a Vanya, que le dice que va a volver en algunas horas, por lo que resuelve quedarse encerrada en su pensión esperándola hasta que esté de regreso. Da vueltas por la espaciosa habitación, nerviosa; mira un poco de televisión, agarra su celular, lee, se acuesta en la cama y mira el techo.

En algún momento, se hace de noche y Victoria se muere del aburrimiento, y a pesar de que no hay nadie en el edificio, tampoco quiere arriesgar encontrarse con Lionel de vuelta. No sabe qué es capaz de hacer, y tampoco sabe si ella va a poder controlarse a sí misma.

Una, dos, tres de la mañana. La piel le hormiguea. Es una sensación que no se puede sacudir de encima, sin importar que tanto se restriegue la piel. La cabeza le da vueltas y tiene un nudo en la garganta, ya no sabe qué mierda hacer para acallar sus pensamientos.

Revive la memoria por vez número mil. Los labios de Lionel en su cuello, su lengua masajeándole la piel en busca de dejar un recuerdo que sabe que ella no va a poder borrar. El cuerpo se le estremece y no va a mentir, ese beso fue contacto suficiente como para calentarla. Ella lo hubiera dejado que siga, que haga lo que quiera, pero a pesar de que su cuerpo la traiciona, ella sabe que no quiere nada con ese hombre.

Aunque si se lo cogiera solo una vez...

"La puta madre," se susurra a sí misma, exasperada cuando su cerebro empieza a formar (o más bien, recordar) imágenes que le provocan un cosquilleo entre las piernas.

Se da vuelta, buscando poder calmarse, tratando de pensar en cualquier otra cosa que no sea en sus pantalones, pero su cerebro la traiciona nuevamente y de repente, se encuentra a sí misma formulando una imagen mental de la mano de Lionel alrededor de su cuello.

Sus manos le recorren el interior del muslo, aferrándose a la carne de éstos, apretando con fuerza para su propio deleite, buscando dejar moretones para que en un futuro entrante, los mire y se acuerde de él.

Victoria sabe que no debería. Sabe que hacerlo solamente va a alimentar el fuego que ya siente por dentro, va a lograr maximizar su extraña obsesión con aquel hombre (sexual, nada más) y probablemente no sea capaz de sacárselo de la cabeza después. Pero sus pensamientos se desencadenan y de repente, su mano se desliza desde su ombligo hasta la cinturilla de sus joggings grises. Cuando siente como el abdomen se le contrae involuntariamente, se pide perdón a sí misma y se deja ir. Su mano se escurre dentro de sus joggings.

Victoria se frotaba contra el muslo de Lionel, creando fricción contra su centro y buscando sentir algo de placer entre las muchas capas de ropa que separaban sus pieles. Él la agarraba del pelo, obligándola a torcer la cabeza para así ganar acceso a su pecho mientras ella se mecía desesperadamente, excitada.

ÁNGEL | lionel scaloniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora