007; SHATTERED BONES

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Deben haber pasado dos semanas desde el encuentro entre Lionel y Victoria.

Se volvieron a ver múltiples veces – en los entrenamientos, en el edificio, durante las comidas; la verdad es que se ven todo el tiempo –, pero no volvieron a cruzar palabra más allá de lo profesional. No trabajan juntos, como les pidió Germán, aunque le dicen que sí. Y a Victoria se le hace un poco extraño, porque donde antes Lionel la buscaba, ahora se aleja. Pero no puede quejarse, porque tampoco es algo confuso: ella le dijo que no quería nada y él lo está respetando.

A cierto nivel, se siente vacía. Pero la verdad es que también siente que así van a estar muchísimo mejor. Evitan drama y esquivan todo lo que puede pararse en su contra si pasa algo entre ellos, y Victoria finalmente puede enfocarse en su carrera.

Excepto que no se está enfocando en su carrera en absoluto.

Aumentó la cantidad de visitas al asilo de tres veces por semana a todos los días, solo para estar la menor cantidad de tiempo en las instalaciones de la AFA; durante los entrenamientos, lo único que puede hacer es mirarlo a él y decepcionarse cada vez que encuentra que él no la está mirando a ella, como antes; se concentra poco y duerme menos, porque le cuesta dejar de pensar. Se siente como una estúpida, porque finalmente tiene lo que tanto pidió, pero aquello no termina de satisfacerla.

Y no es solo lo que pasa con Lionel lo que la tiene distraída: se enteró que su papá, quien originalmente vive de manera permanente en Argentina, ahora se quiere mudar a Madrid con ella para estar más al tanto de su carrera. Tan solo pensar en aquel hombre infectando la única parte buena de su vida la hace querer vomitar. Y Pedro no da señales de querer cambiar su opinión, a pesar de que Victoria está haciendo todo lo que tiene en su poder para convencerlo de quedarse en Argentina.

Hace poco se le ocurrió una buena excusa, la cual es la de su esposa: ¿quién la va a cuidar si ambas partes de la familia están en otro continente? Sabe que Pedro tiene un punto débil por María, pero Victoria aún no encontró el momento de comentárselo a su padre sin que él se ponga a gritar para que deje el tema de una vez.

Básicamente, la vida de Victoria es un caos. Y Vanya, claro, está al tanto de todo.

Trata de ayudarla lo más que puede, la aconseja y la consuela, pero Victoria está al borde del colapso. Lo putea constantemente a Lionel, lo culpa a él por haber vuelto a su vida a poner todo patas para arriba, aunque lo hace solo porque está buscando a alguien a quien culpar por todos los altibajos de su día a día.

Lo que sí, hay una cosa que está manteniendo a Victoria de un humor razonable hoy lunes: la noche anterior, a pesar de sus quejas, la rubia salió con Vanya y terminó garchándose a un pibe que conoció en el bar al que fueron. No se acuerda de su nombre, menos de su cara, pero los dos orgasmos que le dio la están manteniendo cuerda por ahora. De hecho, se está sintiendo muchísimo mejor de lo que se ha sentido en semanas, y de lejos, Lionel no puede evitar preguntarse a qué se debe la sonrisa de ese día.

Tienen jornada libre porque Germán no puede ir a entrenar. La mayoría de las chicas se encuentran en la canchita boludeando con una pelota, con Victoria al arco y el resto de las jugadoras buscando convertir. Lionel y Mauro, el entrenador de arqueras de la selección, están sentados en las tribunas tomando mate.

Al DT se lo nota distraído, observándolas detenidamente a las chicas que juegan, por lo que Mauro sigue su mirada y se da cuenta que no las está viendo jugar, sino que la está mirando fijo a su arquera favorita, Victoria.

–¿Te hizo algo la rubia, o por qué la mirás así? –le pregunta.

Lionel se da vuelta hacia él a velocidad récord.

ÁNGEL | lionel scaloniWhere stories live. Discover now