III

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: : C A P Í T U L O T R E S : :
HOVER LIKE A GODDESS

E m m a

Whiteness sólo era un suscriptor más, que había tenido la osadía de pagar la tarifa de Emma para recibir contenido exclusivo en orden de su propio placer.

Ella no sabía quién era, y realmente no le interesaba saberlo. Eran tantas las entradas de dinero que le llegaban a la semana, que podría ser cualquiera.

Lo cual era un riesgo porque, reitero, podía ser cualquiera.

Aunque claro, Emma no era una mujer tonta en absoluto. Sabía esconderse hasta de los más detallistas, pues los detalles eran toda su especialidad.

Usaba pelucas de diferentes colores y texturas, para que pareciese que le gustaba usarlas y no para ocultar su característico rojo cobrizo. Tuvo extremo cuidado en comprar bases de maquillaje de alta cobertura que taparan los pequeños tatuajes que se había hecho con el tiempo, y de los cuales sólo Gilda y Violet tenían conocimiento.

Además, está última tenía cuidado en hacer sesiones de fotos en lugares distintos y poco concurridos, por si quedaba rastro de duda y curiosidad en los internautas, e intentaban investigar más de ella.

Era infalible, una prueba contra tontos que a Emma le había salido muy bien en los últimos tres años. O bueno, casi bien, pues había tenido que aprender a la mala a ocultar cada parte de su identidad, pues el más mínimo error podía llevarla a ser acosada de la peor manera posible.

Justo como aquella vez en Walmart.

La pelinaranja se retorció del asco al recordar las regordetas manos del hombre tomarla por el brazo, mientras que con su diestra se masturbaba, cuidandose de la cámara de seguridad, al tiempo que se escondía detrás de una gran caja en un aparador.

Ella sólo tenía 16 años cuando sucedió. No había logrado controlar la situación. Había sido despistada como la mierda. El hombre, quién era un cabrón con mucho tiempo libre, había logrado dar con ella, y la había seguido hasta el supermercado, al que había ido completamente sola.

No podía pedir ayuda pues el miedo la invadía, y tampoco sentía que pudiese librarse de la situación pues sus fuerzas se habían esfumado. De un momento a otro sintió como el hombre la jalaba al suelo, y quedaba a horcajadas sobre ella.

Por un momento creyó que era su fin, y callada esperó una salvación anhelada, misma que llegó en cuanto un padre de familia vió la escena, y notó que Emma sollozaba.

Los guardias habían sacado al hijo de puta de la tienda, y Emma sólo logró sentir culpa por no haberse podido defender.

Y en parte sintió culpa por sus descuidos, y porque, muy en el fondo, creía merecer esos tratos. Digo, era usuaria de OF, ¿qué no era lo que les pasaba a todas?

Después fue llorando a contárselo a Gilda, a quien apenas tenía pocos meses de conocer. Fue ahí cuando se vio en la necesidad de contar su secreto, cómo buscando que ella estuviera de acuerdo en cargarle la responsabilidad de lo que había pasado.

-Él no debió hacer eso, Emma. Así estés desnuda frente a él, no tiene el más mínimo derecho de tocarte- admitió, no dejando de abrazarla, mientras la tetera tintineaba en la estufa de la cocina, y Susan las veía a lo lejos.

Tres años después, Emma se había vuelto a topar con aquel hombre que casi la viola, en el mismo lugar, pero lejos de ella.

Sólo podía asquearse de recordar la lascivia con la que ese pocos huevos la había mirado.

ʟᴀ ᴄʜɪᴄᴀ ᴅᴇʟ ᴏɴʟʏ ꜰᴀɴꜱ | ᴿᵃʸᵉᵐᵐᵃWhere stories live. Discover now