VII

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: : C A P Í T U L O S I E T E : :
ONE FOR THE ROAD

E m m a

-Así que la rata de biblioteca resultó ser una rata de antro- mencionó burlón, luego de que Emma cerrara la puerta del salón de detención con la misma delicadeza con la que alguien buscaría una aguja en un pajar.

En esos momentos se le antojó ser franca, y luego de soltar un quejido casi inaudible, se giró sobre sus talones, y lo miró de mala manera.

¿Cuál de los dos escenarios era peor? ¿Que Ray se hubiese enterado que le gustaba Norman, o que Ray se hubiera dado cuenta que estuvo en Necer Divino la noche anterior?

Lo bueno es que ya era viernes, gracias a Dios.

-Eres un maldito acosador, ¿lo sabías?- gruñó.

-Para tu información- hizo círculos con los dedos -Fue demasiada coincidencia.

-Sí, sucio pervertido, demasiaaaada coincidencia, ¿no lo crees?- renegó, estando más enojada que sorprendida.

De hecho, que Ray revelara que sabía muchas más cosas de ella de las que le hubiera gustado que supiese, había sido la cereza perfecta para que ambos acabarán en detención.

-Escucha- Emma no tuvo tiempo para reaccionar, cuando su desafiante depredador ya estaba acorralándola en la entrada de la gran habitación -Yo suelo ir a esa playa de vez en cuando. Tú saliste de esa pocilga, y yo escuché sin intención de hacerlo- como ya era costumbre, olió el aceite de almendras dulces que emanaba del cabello de Emma, a la par de que su diestra tomaba las dos muñecas de la joven, y las llevaba por encima de su cabeza.

Cómo odiaba esto.

Aunque debía admitir que estaba algo atolondrada. Tenía la idea de que a Ray le gustaba ir a los antros y beber hasta que pudiera amanecerse, o se topara a una linda rubia que pensara igual de hueco que todas las demás que adoraban al azabache en una clase de culto.

¿Cómo así que Necer Divino se le hacía una pocilga entonces?

Se dió cuenta que no lo conocía lo suficiente. Primero había sido lo de sus misteriosas calificaciones, y ahora, la extraña noticia de que no era fanático de ir a las barras a pedir whiskey caro.

Parecía que Ray era esa clase de libro cerrado, que tenía las páginas envenenadas como las obras de Aristóteles en El nombre de la rosa.

Sin embargo, también se había dado cuenta que no deseaba en absoluto saber más acerca de él.

-Vi las fotos que subiste el otro día- sonrió sobre su oreja -¿Por qué no me dejas comprobar si no usas Photoshop?

-Cabrón hijo de puta- ahogó un grito, en tanto sintió como los labios de Ray habían aterrizado en su mejilla.

-Anda Emma... Sólo dame un pequeño beso de..

-¡Aléjate de mí, idiota!- gritó casi sin voluntad propia, mientras le metía un pequeño (gran) pisotón en el pie izquierdo.

El azabache retrocedió de dolor, y la pelinaranja corrió al otro extremo, dónde los estantes de libros tal vez podían protegerla de la furia de Ray.

ʟᴀ ᴄʜɪᴄᴀ ᴅᴇʟ ᴏɴʟʏ ꜰᴀɴꜱ | ᴿᵃʸᵉᵐᵐᵃWhere stories live. Discover now