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Guillermo no puede negarse a volver a ver a Lionel. Matthew ha estado rondando, amenazante. Sabe que algo se trae entre manos el agente mexicano pero por alguna razón sigue sin actuar.

Lleva dos días tratando al argentino pero sus niveles de paciencia siempre son puestos a prueba al estar encerrado con el criminal. No pueden pasar más de media hora antes de que suelte alguno de sus comentarios fuera de lugar, que lograban hacerlo enrojecer hasta las orejas y salir mentando madres del interrogatorio.

No quería aceptarlo en voz alta, pero ese juego que habían iniciado, en él uno lanzaba cuchillas tan filosas como su lengua, y el otro las esquivaba como ninja se estaba volviendo adictivo.

Porque a Guillermo le estaba comenzando a parecer que Lionel en realidad no era tan malo. Porque podía verlo en su forma de actuar y la forma en que llegaba a contar ciertas cosas de su vida. Porque una duda se había sembrado, y poco a poco crecía como una planta de razón. Porque podía ser que no estaba tan equivocado. Porque se había permitido conocerlo y ahora se encontraba confundido.

En una de sus últimas conversaciones, que por cierto, terminó con una pelea, ambos trataban de hacer entender al otro su punto de vista y su razón de ser. Queriendo que el contrario entendiera el lado en el que estaba. Estaban tan enfurecidos al notar que no estaban llegando a nada, que la situación comenzó a escalar. Un momento en el que los dos ya estaban alzando la voz y parados frente a frente, casi chocando cabezas. Se miraban con una ira incontenible. Y algo más. Una emoción nueva y que no sabían describir en ese instante.

Rafael tuvo que ingresar a la sala y detener la escena, porque no entendía si estaban a punto de matarse a puñetazos o besarse.

-- ¡¿Qué mierda fue lo de ahorita?!

Preguntaba exaltado. Había sacado por el antebrazo a Guillermo y metido a la fuerza en una de las oficinas para tener privacidad.

-- ¡No estas ahí dentro para hacerlo cambiar de bando -- le señalaba la sala de interrogación -- estas ahí con él para que te de información!

Guillermo se encoge por el regaño. Tiene la cabeza gacha, escuchando atento. Sabe que se dejó llevar y las cosas se le salieron de las manos. Además de que no tenía nada nuevo. Nada que ayudará para seguir reteniendolo en México. Tendrían que cederlo a USA si no es que llegaba pronto un representante argentino, o información de Saúl al menos.

Pero él también quería comprender que había sucedido hace unos momentos. Así que a escondidas, en la noche, pasadas las doce, cuando el policía en guardia estaba durmiendo se escabullo una vez más hasta las celdas. Encontrando a Lionel sentado y con las piernas recogidas sobre la cama. A decir verdad, el color naranja sucio del uniforme no le quedaba nada.

-- Oye.

Susurra, queriendo llamar la atención de Lionel.

El argentino no responde y tampoco levanta la cabeza que tiene enterrada en sus rodillas. Parecía hasta muerto, sin poder visualizar el movimiento de su respiración.

Vuelve a llamarlo una vez más pero no hay respuesta.

Escucha el ronquido del oficial y no sabe qué extraña fuerza lo poseyó que lo hace actuar por puro reflejo. Metió la llave por la cerradura, tratando de no hacer ruido. Abre la reja lo suficiente para que su cuerpo entre de perfil e ingresa a la celda.

Por alguna razón el ambiente se sentía más frío adentro aún si eso no tenía sentido.

No sabía que le pasaba, pues de nueva cuenta no traía su arma y se encontraba adentro con uno de los criminales más buscados de latinoamerica. El miedo empieza a recorrerlo, una gota de sudor frío se resbala por su espalda y tiene el aire contenido. Tal vez lo mejor era salir de ahí.

Esta a punto de hacerlo cuando por fin Lionel se separa un poco de sus brazos, alzando la cabeza y enfocando sus ojos que parecían negros en la oscuridad. Siente la mirada barrerlo de pies a cabeza, igual que la piel de gallina que eso le ha provocado. Era como un depredador.

No entendía el humor del argentino y no quería quedarse a averiguar, pero algo lo retenía, le impedía mandar la orden a sus piernas para moverse. Estaba tan cerca de la puerta, incluso podría gritar y despertar a todos, pero su voz estaba estancada en su garganta.

Lo vio pararse, su figura irguiendose y empezando a caminar hasta él. Su cuerpo se acerca al suyo y finalmente cuando lo tiene enfrente su mente se desbloquea. Quiere dar la media vuelta pero Lionel es más rápido y lo empuja sobre la reja, cerrandola y provocando un estridente sonido metálico. Pero no pasa nada. Parece como si nadie lo hubiera escuchado.

-- ¿Qué hacés aquí? ¿Venís a rogarme para traicionar a mi gente? Ya deberías saber para este nivel que no lo vas a lograr.

Guillermo tiene inclinada la cabeza para abajo un poco. Se fija en los labios rosados de Lionel mientras pronuncia esas palabras. Era verdad ¿qué hacía ahí dentro?

-- N-no vine a eso.

Un desliz en su voz demuestra sin querer su nerviosismo al trabarse. Traga saliva, por el sepulcral silencio puede incluso alcanzar a escuchar como baja su manzana de Adán. Lionel lo ha notado, y ahora una expresión burlesca se dibuja en su rostro.

-- ¿Estás nervioso? ¿Acaso la razón del porqué has venido a verme es por qué te preocupas por mí?

Lo quiere alejar cuando pregunta riendo aquello. La verdad estaba más ansioso. Pero Lionel no le da pauta y lo vuelve a presionar por los hombros, regresandolo a su lugar.

-- Decíme.

Exige. La extraña tensión se empieza a acumular, un calor nuevo los encierra y Guillermo se siente mareado.

¿Qué carajo estaba pasando?

Los dos se miran fijo a los ojos. Sus pupilas se dilatan, no sabe si es por la falta de luz o por la emoción. Esta expectante, ¿a qué? Ni él sabe, pero en esos minutos se siente dispuesto a cualquier cosa.

Lionel baja sus manos ahora, acariciando lento la suave tela de su camisa. Recorre sus brazos, su pecho y sus costados, llega hasta la cintura y luego se posan sobre sus caderas.

-- ¿Qué haces?

Pregunta ahora Guillermo en un hilo de voz.

-- Lo que vengo queriendo hacer desde que nos conocimos.

Responde antes de juntar sus labios. Ambos se funden en el beso. Un raro beso que parecía contener demasiada pasión y necesidad. No es tacto suave, más bien es tosco, desesperado. Abren sus bocas, en busca de una lucha entre sus lenguas. Muerden, jalas y chupan. Unos cuantos jadeos se escapan y las manos del rizado ahora se enrosca en el cuello contrario, buscando acercarlo más. Apenas se separan para tomar aire y vuelven a retomar el beso. Chocan sus dientes y escurre la saliva. Están haciendo un desastre.

Lionel se escabulle queriendo desabotonar la camisa ajena pero un ruido de zapatos caminando alrededor los alerta y obliga a separarse.










N/A

Yo diciendo que tengo un bloqueo de escritor y que me obligó a terminar de escribir este cap y avanzar el que sigue. Amonoss

I'm in love with a criminalOù les histoires vivent. Découvrez maintenant