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Lionel nunca daba pasos en falso. Siempre tenía muy cuenta todo a su alrededor, planeando minuciosamente sus movimientos. Por eso siempre parecía alguien sereno, calmado aún si la situación era un desastre. Viendo cómo estaban las cosas, supo que lo rescatarian, si no es que terminaba en la cárcel unos años, años donde se negaría rotundamente a soltar palabra sobre sus negocios. No importaba cuánto presionaran, Lionel estaba seguro que saldría de una u otra forma. Y así fue. Gracias a Rodrigo, Lionel ahora podía respirar el caliente aire de Baja California, usar jeans y camisas limpias, tener comida decente y presionar una pistola entre sus manos. Pero algo no se sentía bien, correcto. Apenas escucha el intercambio de voces entre los narcotraficantes mexicanos y De Paul, discutiendo. No es hasta que escucha el gruñido de Rodrigo al ser presionado contra la pared que reacciona y empuña el arma, apuntando aún si hay otros veinte tipos con fusiles más grandes.

-- No te recomiendo hacer algo estúpido, Messi.

Susurra Luis, mirando fijamente el rostro rojo de Rodrigo. Mantiene su antebrazo presionando contra la garganta, cortando el paso de oxígeno.

-- No tienes el mismo poder que Scaloni.

Le recuerda, mirándolo por fin.

-- Me dejó a cargo por algo.

Masculla entre dientes. Joder, como odiaba tener que relacionarse con gente que manejaba drogas, eran más rastreros.

-- El trato ha sido claro. Un camión de mercancía por salvar tu trasero. No cuenten con nosotros para bajar a la costa, no irán de polizones en nuestros barcos.

-- Lo entiendo. Ahora dejaló ir, prometo que a partir de aquí vamos por nuestra cuenta.

Luis parece sopesarlo, intercambiando su mirada entre Lionel y su gente, hasta que la regresa a Rodrigo, con los ojos llenos de lágrimas y una vena saltando en su frente, unos segundos más y se desmayaría. Lo suelta, limpiando la suciedad invisible de sus palmas.

-- No vuelvan a meter sus narices por aquí.

Amenaza, lanzando las llaves de un Jeep negro antes de que Lionel las alcanzará en el aire.

Los mexicanos salen de la bodega caminando detrás de Chávez, dejándolos sólo después de dos semanas.

Y Rodrigo esta recargado sobre sus muslos, jadeando ruidosamente en busca de recuperar el aire, calmando su corazón, y su furia.

-- Son unos malditos. Al menos deberían dejarnos en La Paz, el flujo de armas que reciben es gracias a nosotros.

De Paul como siempre continua renegando. Y Lionel de media vuelta, con la mente nublada. Piensa en Neymar, tiene que comunicarse con él para conseguir un medio de transporte, pero no hay forma, no una segura. Hasta que recuerda a Guillermo.

-- Tenemos que regresar.

-- ¡¿Qué mierda?!

-- Uno de los agentes tiene un contacto directo con Santos.

-- ¿Qué agente? ¿De qué hablas?

-- Guillermo Ochoa.

El nombre le sabe a dulce sobre su lengua. Recuerda sus labios, sus besos, sus gemidos.

-- Es un agente de la Interpol.

-- Estas de joda, ¿cierto? ¿Por qué mierda regresarías con los que te han arrestado? ¿Sabes lo peligroso y jodido que ha sido rescatarte? Para que quieras volver a la boca del lobo.

Los dos ingresan al vehículo, verificando el tanque de gasolina antes de meter las llaves y encender el motor.

-- Él es diferente. Nos ayudará.

I'm in love with a criminalWhere stories live. Discover now