CAPÍTULO 1

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Los estrechos pasillos de la universidad siempre le causaron un desdén inaudito, sobre todo cuando están repletos de estudiantes desatentos que no hacen más que chocar sus bolsos cargados de termos hechos de acero inoxidable colmados de alcohol, simulando el clásico café matutino que se vende a precio común en las distintas cafeterías de todas las facultades del gran edificio.

Para desgracia de Law, no sólo los compañeros de su edad son un contratiempo que afecta, en su mayoría, su rendimiento como estudiante preponderante, pues los estudiantes más jóvenes que recién se presentan a la universidad son una calamidad que provoca que su sangre se cuaje dentro de sus venas.

Law es conocido por su poca paciencia a la hora de entablar conversaciones con temáticas triviales; las detesta y no puede evitar rechazarlas automáticamente. Claro que puede emprender como le plazca una charla con alguien más, pero eso no significa que su simulada tolerancia se mantenga a raya cuando su orgullo como futuro médico se ve damnificado.

En resumen, Law repudia una exorbitante variedad de tonterías que pueden verse en la vasta edificación de educación superior, pero lo que más aborrece son las asambleas generales que se celebran con los nuevos estudiantes de facultades que no tienen absolutamente nada que ver con la suya. Es decir, ¿de qué sirven? ¿Cuál es su maldito propósito?

Law cree que el único motivo que esta clase de asambleas tienen es hacerle perder el tiempo que bien podría disponerse para completar una tarea o estudiar para una prueba escrita de improviso. Pero Law también es conocido por su repulsiva fortuna, así que este suceso puede considerarse algo no tan infausto de sobrellevar.

El gran auditorio está repleto de estudiantes procedentes de distintos departamentos universitarios: desde Sociología, Arte, Política, Idiomas Extranjeros, Tecnología, Seguridad, Deportes, Odontología hasta Medicina, la escuela directa de Law. Para ser justos, no debería ser demasiado problemático para él participar en estas reuniones que lo abarcan todo; sin embargo, inevitablemente acaban causándole muchos estragos con respecto a su rutina diaria. Tal vez le cueste admitirlo, pero Law explota de la forma más fructífera cada segundo del día; a veces no tiene tiempo para realizar todas las comidas de la jornada, e incluso no duerme las horas necesarias por sacar provecho de los escasos lapsos libres que tiene.

Hoy, por ser el primer día de un nuevo ciclo académico, puede que lo deje ir con más facilidad, pero eso no rectifica el hecho de que, en efecto, Law está perdiendo el tiempo.

Saciado de irritación, Law toma su puesto correspondiente en una de las butacas más cercanas a la salida, esperando con ansias que esta tonta asamblea empiece para que culmine de forma apresurada. Finalmente, con cada minuto adyacente al siguiente, el auditorio acaba por henchirse, rebosando con cuerpos de diferentes volúmenes todos los asientos que se establecen dentro de él.

Law suspira y cierra los ojos, intentando descansar su cascada vista de los reflectores corpulentos de luz. Pocos segundos después y pese a su deseo de no querer mirar al frente, Law se ve obligado a hacerlo cuando el chillido del micrófono empieza a resonar por cada uno de sus tímpanos, contusionándolos lentamente y causando daños graduales.

Con un chasquido aguzado de su lengua, el recién estudiante de quinto año de Medicina se endereza y abre los ojos con cautela, topándose por fin con el escenario en marcha. El grupo de nuevos estudiantes se nota un tanto tenso, no demasiado como para desvanecerse ante una muchedumbre de universitarios, pero tampoco demasiado como para hacerlo en un campo de abundante placidez.

Law pone los ojos en blanco y apoya una de sus manos sobre su barbilla, notando cómo cada uno de sus compañeros fija la mirada sobre los recién graduados del instituto, cuya edad oscila entre los diecisiete y los dieciocho años.

Eleuteromanía (LawLu)Where stories live. Discover now