[I] paraíso

1.1K 106 11
                                    

Como era su costumbre, ese día sábado saldría al supermercado junto con su mejor amiga, Bianca. Todas las semanas repetían la misma rutina, Enid no era muy buena para digerir cosas nuevas.

BIanca estaba especialmente emocionada ese día porque por fin liberarían al mercado una nueva marca de ciruelas. Se decía y se rumoreaba que eran de las más dulces que podrían existir en el planeta y que su color era tan brillante que parecían falsas.

Enid Sinclair, en cambio, parecía estar más abrumada que emocionada. La cantidad de personas que caminaban por los pasillos le parecía exagerada y comenzaba a sentirse asfixiada.

La política de la tienda te obligaba a comprar más de dos productos diferentes, nadie se quejaba porque los precios eran de locura, demasiado baratos.

O al menos así era hasta que Bianca se le acercó con una bolsa de plástico media llena de ciruelas.

— ¡El precio es una locura!

— ¿Son así de baratas?

— ¡Son exageradamente caras! — Podía ver claramente, por la expresión de Bianca, que no estaba mintiendo en absoluto. Con un poco de desinterés revisó el precio en la etiqueta, esto logró fruncir su ceño por primera vez en el día.

— ¿Qué demonios? Bi, estás loca si piensas que te dejaré comprar aunque sea un paquete.

— Nidie~

— Barclay.

Se miraron a los ojos en una guerra tonta de miradas, aunque para Enid no parecía un juego tonto en lo absoluto.

— Anda, solo este paquete y ya. Están caras: sí, pero dicen que el sabor vale completamente la pena. Anda Nidie, solo está vez.

La rubia pareció meditarlo por unos segundos antes de soltar un gran suspiro — Bien, cómpralas. Pero ni se te ocurra ofrecérmelas, no veo nada que no tengan mis ciruelas de siempre.

Le soltó la bolsa en su carrito y simplemente caminó hasta su pasillo favorito, el de los dulces. Se paró justo enfrente de los chocolates e inhaló fuerte, su ceño volvió a fruncirse cuando el olor de chocolate característico de la sección fue cambiado por el olor dulce de una ciruela, completamente aplastada en el pasillo de al lado.

Esa cosa se veía repugnante, parecía una charco enorme de sangre y eso entonces significaba que el olor no solo era fuerte, también el sabor debía de serlo.

— Nidie~ Debemos irnos ya, mi hermano quiere que vaya a cenar porque mamá está ahí.

— Está bien, ya terminé.

La mujer negra observó por un momento a su mayor. En su interior había una disputa entre el hablar o sólo ignorar el asunto. Decidió arriesgarse.

— Deberías tomar uno.

— ¿Perdón?

— Toma un chocolate. Ya pasaron 3 meses desde la última vez.

Sinclair fijó su vista en el estante y con ojos grandes miró a su chocolate favorito.

— Ok — Su mano no tembló ni un poco y tomó el chocolate antes de lanzarlo al carrito.

— ¡Wow! El fin del mundo se acerca, Enid. Por primera vez en años, pude hacer que la reina de la cobardía desapareciera.

— No es tan sorprendente.

— Para mi memoria lo es, hace tres meses te insistí como 5 veces para que dijeras que sí.

— Ajá, no importa. Vámonos ya.

Lo siguiente en la rutina de Enid Sinclair, era fingir tomar una siesta en su casa para evitar que el resto de sus conocidos irrumpieran en su sesión de lectura.

plum // wenclair auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora