¿De quién eres?

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La última pelea había llegado y todos en aquel coliseo estaban en la orilla de sus asientos después de haber visto las peleas de Asta y Yuno, ahora la última pelea era de Oriana contra Anthony finalmente verían a la niña que se había colado en el examen de los caballeros y que tenía un grimorio antes de sus quince años; Todos miraban a aquel noble y a la pequeña plebeya que iban a pelea, mentirían si decían que no estaban interesados en saber quién estaba por ganar en esa pelea y los capitanes también estaban mirando con tanta atención lo que iba a pasar. Oriana y Anthony pasaron al medio del coliseo, mientras se veían fijamente ambos estaban decididos a humillar al otro para defender su orgullo.

- Vine a este lugar.- Oriana estaba hablando para decir la razón del porque estaba ahí, pero sus palabras fueron cortadas por el mayor.

- Es sorprendente ver como una plebeya como tu este en este lugar, sobre todo porque eres una mocosa deberías aprender que este no es un lugar para que niños llorones como tu estén presentes.- Anthony se burló de la chiquilla con la que iba a pelear.

- Grrr.- Gruño Oriana pero se calmó, no era el momento para hacer un berrinche.- Vine a este lugar para demostrar que un dia yo.- Las palabras de ella nuevamente fueron cortadas por los sarcásticos comentarios del chico.

- Oh vamos, es que eres una ternurita niña este no es un lugar para ti.... Mejor ve a tu casa a llorar con tu papi y mami, espera un momento ¡Es cierto eres una huérfana!- Una desagradable risa salio de su boca mientras veía con cinismo a la niña que acababa de humillar.

La pequeña había bajado la cabeza tal vez aquellas palabras si habían llegado a herir un poco su inocente corazón, ya estaba comenzando a hartarse de aquel chico de alta sociedad y en ese momento todos creyeron que se iba a poner a llorar por aquellas palabras llenas de crueldad. Todos estaba en silencio viendo con desagrado a aquel joven que estaba siendo muy cruel con la niña; Oriana apretó sus pequeños puños y un gruñido salió de su boca solo para después levantar su cabeza, iba hacer que ese niño rico se comiera sus propias palabras siendo el que se iba a ir a llorar con su mami y papi. Yuno y Asta vieron la nueva motivación que tenía la niña por lo que estaba claro que quien iba a perder no iba a ser ella e iba a ser el otro asi que otra vez sonrieron al ver que no iba a rendirse tan fácil.

- Y me dicen a mi que soy la infantil.- Oriana miro al chico mayor.- Empiezo a creer que tu papi y tu mami no te enseñaron buenos modales.... Sera posible que no tengas modales porque ¿También eres un huérfano? Debe de ser asi porque eres molesto, interrumpes a los que intentan hablar.- Sus inocentes palabras hicieron que todos se sorprendieran, era claro que los niños palabras que dolían bastante.

- ¡Maldita mocosa!- Grito aquel adolescente mientras abría su grimorio para comenzar atacar a la niña.

- Magia de luz; Creación de patas y garras.- Oriana fue rápida al abrir su grimorio de luz, unas patitas felinas y garras hechas de luz se formaron en manos y sus pies.

La pequeña esquivo aquellos ataques porque su magia la ayudaba a ser más rápida, aun cuando también lo era naturalmente porque se había puesto a jugar carreras contra un felino demasiado grande y ahí vieron todos como es que la niña dejaba de su posición normal a dos pies a estar en la posición de un felino a cuatro patas; Los ojos dorados de Oriana brillaron bastante mientras veían a Anthony, sus pupilas dilatadas hacían que se viera un poco agresiva, algunos gruñidos salieron de su boca y enseño sus colmillos ver aquello era ver que la niña había aprendido eso de algún león o incluso de otro animal felino. La pequeña niña fue corriendo en dirección del mayor, siendo más rápido con su magia de luz y el chico se estaba enojado bastante de que ninguno de sus ataques de hielo le atinaba a la menor porque eran esquivados por ella.

- ¡Magia de luz; Destello!- Grito Oriana mientras el libro que flotaba a su lado se abría para hacer círculo mágico que por un momento parpadeo y luego exploto haciendo que un gran destello dejara momentáneamente ciego a quien hubiera aquel destello de luz blanca.