☆ - Capítulo 3 - ☆

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No había pasado ni una hora y Hanabishi ya estaba en una esquina junto a unas cajas dándole la espalda a Seito, estaba muy molesto con el anterior dicho por todo lo ocurrido.
— Bishi, deja de ignorarme, ya te dije que lo siento.— Pero Hanabishi seguía dándole la espalda. — Tú también tuviste la culpa por subirte conmigo, toma más responsabilidad por tus actos.— Seito intento sentirse menos culpable consigo mismo.
— Pero no lo hubiera hecho si tú me hubieras seguido a casa. Contesto molesto Hana mientras dibujaba círculos con su dedo en el polvoriento suelo del vagón.
— ¿Quién fue él de la idea de irme?
— Era una cosa que dije sin sentido, que tú la hubieras tomado enserio no es mi problema.— Seito no dijo nada ante esto, él sabía que su amor por Niina lo había hecho hacer todo esto sin pensar en las consecuencias.
— Lo siento. Tomo una pausa.—Sólo quería volver a ver a Niina de nuevo e hice todo este plan para escaparme... tú ya lo sabes.— Bajo la mirada.
— Eres un idiota, ¿quién hace algo así por una chica a la que ni siquiera le importas?
— Ey, a Niina si le importo.— Dijo molesto.
— Claro, y por eso te llevo con ella.
Después de esto volvieron a discutir, pero esta vez se reconciliaron rápidamente y se quedaron dormidos tiempo después.
Por más investigación que hizo Seito no sabía cuanto tiempo estarían en el camino, había sido un largo día y noche. Por una parte estaba ansioso por su reencuentro con Niina pero por otro lado se sentía asustado por como lo trataría la ciudad y también se sentía culpable por haber arrastrado a Hanabishi a todo ese problema. Era un milagro que halla podido quedarse dormido esa noche.

Ya era la mañana siguiente y el despertador de Mariha sonó, ella se levantó de mala gana y fue al baño para hacer sus necesidades y arreglarse, peino su plateado cabello y lo sujeto en dos coletas como ya era costumbre, se puso ropa cómoda, desayunó algo sencillo y salió de su casa. En el camino saludo a algunos aldeanos que se encontraba, ellos asustados le devolvían el saludo pensando que si no lo hacían Mariha les haría daño, después de lo ocurrido en la cascada muchos de los aldeanos le temían y eso le a Mariha le agradaba. Al llegar a su destino se sorprendió al no escuchar a su hermano por allí, normalmente siempre que escapaba de su casa se iba a pasar la noche en la casa de Keita pero ahora parecía no estar allí. Tocó la puerta de la casa, después de unos segundos Keita abrió la puerta.
— Hola perro, dile a mi hermano que vine a buscarlo.— Sonrió de manera hipócrita.
— Creo que ya notaste que no esta aquí.
— ¿Cómo voy a saber que no lo secuestraste y estás fingiendo justo ahora?— Le grito enojada. Muchas personas voltearon a verlos, por esto Keita dejo pasar a Mariha al interior de su hogar.
La casa de Keita siempre a sido un desastre, no hay casi muebles y el suelo está lleno de cosas, basura y migajas de comida, aparte de tener un olor terrible. Mariha sólo se quedo cerca de la puerta, en parte era por la deplorable condición del lugar y por la descabellada idea de que Keita secuestro a su hermano.
— Ahora, ¿Dónde está mi hermano?
— Te digo que no sé, Hanabishi no vino anoche.
— ¿Cómo se que estás diciendo la verdad?
— Te dejaré revisar mi casa.
Por más estúpido que sonaba, Mariha reviso la casa de Keita disgustada hasta los rincones más ocultos y cómo era obvio su hermano no se encontraba allí.
— Que raro, mi hermanito siempre viene aquí.— Mariha se encontraba confundida, era raro que Hanabishi no siguiera su rutina, eso era algo casi sagrado para él.
— Te lo dije, ¿Dónde crees que estará?
— No tengo idea.

Mientras que la mañana de Mariha fue activa la de los chicos era todo lo contrario. Seito llevaba la comida suficiente para uno pero ahora que eran dos se comenzó a complicar.
— ¡Ta-da!, la maravillosa comida Kure.— Abrió la lonchera con la comida.
— No lo hiciste tú, ¿cierto?
— Obviamente no, es el tofú que sobró esta semana.
— ¿Lo único que comeremos es tofú?
— Me temo que sí.
Hanabishi sólo se redujo a hacer un gruñido de disgusto.

Por otro lado Mariha y Keita se dirigían a la casa de los Kure. Por fin a Mariha se le ocurrió en donde podría estar su hermano.
Al llegar Mariha tocó la puerta y luego de casi 2 minutos la abuela de Seito atendió.
— Hola, ¿Qué se les ofrece?
— Buenos días señora Kure, soy yo, Mariha y compañía. Vine a ver si mi hermanito esta por aquí.— La voz de Mariha agarro un tono tan suave y puro, que no parecía haberlo dicho una "chica sin alma".
— Perdóname cariño, pero tú hermano no esta aquí.— Esto sorprendió a Mariha, pero sólo se redujo a borrar su falsa sonrisa. — Aunque. Seito no llego ayer a casa tampoco, he estado muy preocupada.
— Seito tampoco esta aquí, esto cada vez se pone más raro. Mariha comenzó a jugar con sus dedos para concentrarse y tratar de pensar en alguna solución.
— ¿Creen que se los comió Rukuri?
Mariha y Terue al oír esto se les pusieron los pelos de punta.
— ¡No digas estupideces! ¡Maldito perro de-.— Mariha le gritó violentamente a Keita como respuesta pero al ver la reacción de Terue se congelo y cambio rápidamente de actitud.— ¿Cómo
puedes pensar algo así Keita? Lo siento mucho señora Kure, mis ataques por lo ocurrido cada vez se vuelven más intensos.
— No te preocupes querida, lo entiendo.
— Bien, lo más probable es que Seito y mi hermano están juntos en algún lugar que NO ES EL ESTÓMAGO DE RUKURI.— Le lanzo una mirada aterradora a Keita.
— Sólo hay que buscarlos.

— ¡Eres un mentiroso!— Gritó Hanabishi mientras alzaba la mochila de Seito a la vista. — Tú dijiste que sólo tenias tofú.
— Lo siento, pero te compartiría de mi comida si no fuera porque es sólo para mí. No tenía planeado que tú vinieras así que yo me quedo con lo mío.
— Eso no es justo, yo tampoco tenía planeado venir aquí, por eso no traigo nada.
Comenzaron a discutir de nuevo.

Mariha, Keita y Terue comenzaron a buscar a Seito y Hanabishi (Mariha sola y Keita ayudaba a Terue). Se dividieron en dos partes del pueblo, preguntaban por su paradero con otros aldeanos y los buscaron por lugares boscosos, así toda la mañana y tarde pero nada.
— Esto es malo, muy malo. Mariha caminaba en círculos mientras intentaba calmar su notable angustia.
— Lo sé, el Señor Kuruwaya se va a morir del miedo cuando se entere.— Dijo Keita mientras ayudaba a Terue a sentarse en una pequeña banca de madera.
— No es eso, sino que Hanabishi estuvo intentando evitar de todas las maneras a nuestro padre y ahora tendrá que verlo sí o sí.
— Podemos ocultarlo de él y decirle lo de siempre.
— Buena idea, perro estúpido, te mereces un premio.
— No harán eso.— La anciana interrumpió. — Mi nieto y tu hermano están desaparecidos, no se lo van a ocultar a tu padre. Si no se lo dicen a Nichiteru, yo iré personalmente a informarle.
— Bien, no se preocupe Señora Kure, le damos nuestra palabra de que se lo diremos.— Mariha alzo su mano como si fuera un juramento serio a lo que rápidamente Keita hizo lo mismo para no quedarse fuera.
— Gracias, cariño.

Hanabishi termino aceptando comer sólo tofú en el viaje aunque estaba muy molesto por ello. Seito por otro lado se sentía mal por haber hecho enojar a su amigo. Ambos estaban en zonas distintas del sucio y desolado vagón sin decirse ni una sola palabra, hasta que Seito rompió el incomodo silencio.
— Bishi, entre mi comida tengo curry y como tú amas el curry, pensé en dártelo.— Hanabishi no reacciono a esto por lo que Seito decidió hacer la situación más fácil. — Pensé que el chico más lindo del mundo querría un poco.— Entrecerró los ojos y le dio una mirada rápida al rubio. Hanabishi como un gato al oír un sobre de comida reacciono rápido y se acercó lentamente a Seito.
— Lo admito, me atrapaste.
— ¿En serio? ¿así de fácil fue?
— Sí, cállate y dame de comer. Le ordenó.
Seito tomo una cuchara de su mochila y le comenzó a darle cuidadosamente de comer a Hanabishi.
— ¿Es necesario hacer esto?
— Sí. Keita hace esto cuando me toca comer indignado.
— No entiendo como es que Keita soporta que lo trates de esa manera, podrías ser más amable con él.
— Ese idiota no merece la amabilidad de nadie, sólo es un... ¿Cómo es que lo llama Mariha?, oh sí, un perro.
— Eso es todo, come por ti mismo.— Se levantó y camino hacia el otro lado del vagón.
— ¿Qué hice esta vez?
— Olvídalo, buenas noches.— Seito se intentó acomodar en el frío suelo del vagón para poder quedarse dormido.
Hanabishi sólo guardo la comida y fue a acompañar al peli azul.
— ¿No vas a seguir comiendo?
— No, esta vez no. Quiero disculparme por lo que halla hecho mal, estoy algo alterado por todo esto y creo que tenemos que volver a dormir juntos para no morir de frío.
— Disculpa aceptada pero me podrías prometer que cuando vuelvas al pueblo ya no trataras como basura a Keita.
— ¿Por eso te enojaste?
— Sí. Puedo enseñarte a tratar mejor a los demás si quieres.
— Agh, acepto la condición.— Dijo algo molesto. Mintió.
— Gracias, Bishi.
Ambos se volvieron a acomodar como en la noche anterior, después de todo sólo tenían el calor corporal como opción para las frías noches que pasaban.

• Perdidos En La Ciudad • ChinchikurinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora