☆ - Capítulo 4 - ☆

101 4 2
                                    

Ya habían pasado varios días y noches en donde comían, discutían acerca de su situación y dormían. Por suerte aquella noche sería la última dentro de ese frío tren.
Aún era de noche cuando el tren había llegado a su destino. El ruido de personas hablar despertaron a Seito, este se estiró y pronto se percató de que ya habían llegado.
— Hana, Hana.— Comenzó a sacudir al rubio para despertarle, funcionó, Hanabishi poco a poco abrió los ojos y se levantó soñoliento.
— ¿Qué pasa? — Pregunto mientras frotaba sus ojos como si esto lo ayudará a despertar.
— Llegamos — Dijo con una notoria alegría el peliazul, después se levantó torpemente. —, debemos salir de aquí.
Seito comenzó a inspeccionar la salida, abrió lentamente el vagón y miro para ambos lados. No había nadie. Sin pensarlo dos veces Seito reviso que todo estuviera en su mochila para después agarrar del brazo a Hanabishi y correr sin saber a dónde ir pero fuera de allí.
— ¿Por lo menos sabes a dónde tenemos que ir? — Pregunto el rubio que era jalado por su amigo ya que aún parecía dormido.
Seito no respondió nada, estaba desorientado por lo que sólo camino en línea recta. El lugar a dónde había llegado el tren era abierto y no tan lejos se podía observar los iluminados edificios de aquella ciudad.
Ambos caminaron entre una calle que parecía tranquila, sólo habían unas pocas tiendas abiertas y no había tanta gente. Todo parecía pacífico hasta que caminaron más a los adentros donde se encontraron con un espacio lleno de personas caminando algo apresuradas, más tiendas abiertas, anuncios enormes y algo de tráfico, los dos chicos se quedaron impresionados por esto que se quedaron petrificados sin saber que hacer.
— Permiso.— Una mujer que parecía apresurada paso por en medio de ambos haciéndolos reaccionar. Ambos caminaron rápido a un pequeño callejón donde parecía estar sólo.
— Nunca había visto tantas personas despiertas por la noche.— Comento impresionado Hanabishi.
— Lo sé, este lugar es increíble.
— ¿Ahora a dónde vamos?
— No lo sé, Niina podría estar en cualquier parte.— Dijo mientras al mismo tiempo observaba lo que alcazaba a ver de la ciudad.
— Fallamos, hora de volver a casa.— Hanabishi comenzó a caminar fuera del callejón hasta que Seito lo detuvo del cuello de su uniforme.
— No, vine a buscar a Niina y la voy a encontrar y tú vienes conmigo porque... ¿porque..? — Seito se quedó pensativo por unos segundos. — Porque eres mi amigo y nos tenemos que apoyar, aparte de que me da miedo quedarme solo en esta ciudad.
— Bien, prefiero estar en una ciudad que más tiempo en ese horrible tren.— Le dio un escalofrío después de mencionar al tren.
— Gracias, Bishi.— Seito le sonrió al rubio.
— No es nada, tú lo dijiste "los amigos se apoyan".— Desvío su mirada avergonzado por lo que acababa de decir.
Exploraron un poco. Todo parecía nuevo para ellos, al vivir toda su vida en un pueblo que apenas y lograba cumplir con sus necesidades básicas, les parecía toda un experiencia ver los todos los artefactos tecnológicos que se encontraban en Tokio. Miraban desde lejos pues les daba pena entrar sin más a las tiendas pero eso era suficiente deleite para sus ojos.
Después de la caminata se sentaron en una banca que se encontraba fuera de una tienda de regalos. Hablaron un poco de lo impresionados que estaban hasta que Hanabishi hizo la gran pregunta.
— ¿Dónde nos quedaremos mientras estamos en Tokio?
— Eso no lo pensé, tal vez en uno de esos hoteles donde hay camas cómodas, comida deliciosa y piscina.— Respondió mientras fantaseaba con todo lo anterior dicho. — Tengo el suficiente dinero para alojarnos en uno.
— Seito, eres un genio.

— No puedo creer que no tengo el suficiente dinero para alojarnos en uno.— Hablo desanimado.
— Seito, eres un idiota.
Los dos salían de haber sido rechazados del hotel por no traer dinero suficiente por más que Seito les rogó y contó la historia de como llegaron allí aunque con cambios y más dramatizada.
— ¿Ahora qué? — Pregunto Hanabishi al mismo tiempo que caminaba.
— Tenemos que buscar un hotel donde acepten nuestro dinero.— Contesto con una gran motivación.
Al final encontraron uno en barrio algo peligroso y no en muy buenas condiciones pero era para lo que les alcanzaba. Algo inconformes entraron a la habitación que era sólo un cuarto pequeño con las paredes con humedad, el techo goteando, la alfombra sucia y sin contar que se veía algo vacía de los pocos muebles que había.
— No estoy listo para ver el baño.— Comento negativamente el rubio.
Seito se acostó en la cama e intento acomodarse sin ningún buen resultado.
— La cama ni siquiera es cómoda, este lugar es un asco.—
— Tenemos que ganar dinero para un mejor lugar.— Le comento con enfado el rubio.
— Eso es verdad, pero primero hay que descansar del viaje.— Seito se acomodo para dormir y Hanabishi también se acomodo junto a su amigo.

• Perdidos En La Ciudad • ChinchikurinWhere stories live. Discover now