☆ - Capítulo 7 - ☆

51 4 0
                                    

Era una tarde soleada pero con un viento lo suficientemente fresco como para que el calor no fuera un problema. Debajo de un árbol nada lejos del pueblo se encontraba Niina de 8 años cantando una canción improvisada al mismo tiempo que bailaba de manera sencilla, su único público era Seito que estaba sentado en el pasto mirando atentamente, al terminar, Seito no dudo en aplaudir y darle elogios a su amiga, por lo que Niina agradeció y después se sentó junto a él.
— Enserio, gracias por venir a ver mi ensayo.— Comento para atrapar aún más la atención de su amigo.
— ¿Eso significa que vas a dar un concierto real? — Pregunto emocionado.
— Tal vez — Dio una pausa para pensar. —, quiero ser una idol cuando sea mayor y por eso estoy ensayando desde ahora.
— ¡Estoy seguro de que serás la mejor idol del mundo! — Le apoyo con aún más emoción.
Niina sonrió, al mismo tiempo que sus mejillas se tornaron rojizas.
— Eres tan dulce.— Dijo con un tono azucarado y recargo su cabeza en el hombro del contrario. — Me encantaría que tú y yo estemos juntos por siempre.
Seito al escuchar esto automáticamente se puso nervioso y su cara enrojeció por completo. De lo nervioso que estaba sólo asintió sin mirarla.
Niina rio un poco por su reacción.

Por suerte el reclamo (casi amenaza) de Hanabishi para que ambos tuvieran un día libre había funcionado, habían sido días difíciles y se sentían merecedores de un descanso. Durmieron hasta tarde, comieron decentemente y luego se dieron un baño.
Al terminar se quedaron acostados en la cama pensando en si hacer otra cosa o no.
— ¿No crees que es momento de cambiar de ropa?, hemos estado usando el uniforme desde antes de llegar aquí.— Comento Hanabishi.
— Es verdad, no me gustaría que Niina me vea vestido así.— Respondió con un toque de preocupación. Hanabishi al escuchar esto inconcientemente hizo una mueca de disgusto.
Seito se levanto y metió su mano debajo de la cama para agarrar el frasco donde ahorraban el dinero que sobraba, se quedó unos segundos revisando el dinero del frasco.
— Pues podríamos gastar un poco.— Dijo inseguro por su desición.
— Ya era hora.— Dijo con tanta emoción que se levantó rápidamente.
Ambos salieron del hotel directo al mismo centro comercial que habían ido la vez anterior. Hanabishi estaba tan emocionado por darse un cambio de ropa que no podía esconderla, comenzo a hablar sin parar, Seito al principio escucho con atención pero poco a poco sin darse cuenta se comenzó a hundir en sus recuerdos.

Los demás niños se encontraban jugando un juego en conjunto, pero Seito permanecía solo y fuera del grupo esperando a que Niina llegara desde que había llegado. Pronto Hanabishi se dirigió hacia él con algo de confusión.
— Seito, ¿por qué sigues aquí? — Le pregunto intrigado.
— Niina me dijo que vendrá y no quiero comenzar sin ella.— Contesto sin siquiera mirar al contrario. Hanabishi se enojo al instante.
— Pues espera a Niina por siempre.— Dijo indignado y se fue.
Seito no le dio importancia a lo dicho por el rubio y continuo esperando. Paso casi media hora hasta que llegó, ya hasta estaba puesto el atardecer, Niina camino hacia Seito vistiendo un vestido largo rosado claro con detalles florales. Seito se quedó embobado observándola.
— Hola Seito, ¿qué te parece mi vestido nuevo? — Dijo mientras modelaba su vestido.
— Es muy bonito, pero tú te ves más hermosa usándolo.— Respondió maravillado.
— Aww, eres tan dulce.— Dijo con su típico tono azucarado y después tomó la mano de su amigo. — Vamos con los otros.— Después de decir esto corrió hacia el grupo junto a Seito.
El peliazul de nuevo no controlo que su cara se pusiera roja.

— ¿Me estás escuchando? — Hanabishi pregunto molesto y le dio una palmadita en el hombro.
Seito rápidamente salió de sus pensamientos y miro a Hanabishi.
— Perdón, me distraje un poco.— Respondió aún un algo pensativo.
— Da igual, ya casi llegamos.
Y así como dijo Hanabishi después de caminar un poco al fin llegaron. Entraron y automáticamente se dirigieron a las diferentes tiendas de ropa, revisaron entre todas las opciones aunque redujeron las opciones para no gastar demasiado.
Al terminar de comprar volvieron al hotel y se cambiaron de ropa, sin pensarlo dos veces salieron a presumir su nuevo cambio de vestuario. Al salir personas les miraban extrañados y otras les miraban fascinadas.
Era algo obvio al vestir con su típico estilo Yamidare, y aún más por haber elegido ropa con colores brillantes que captaría la atención de cualquiera.
Algunas personas se les acercaban preguntando si era cosplay, si podían tomar fotos, a dar opiniones innecesarias y otras solo se les quedaban mirando de manera incómoda para ellos. Pronto se comenzaron a abrumar por tanta atención y a lo tonto salieron corriendo con dirección al hotel, las personas sólo se quedaron extrañadas y pronto volvieron a lo que estaban haciendo antes de que todo eso sucediera.
Los chicos se cansaron antes de llegar al hotel, y se sentaron en unas grandes escaleras al exterior de un edificio.
— Hay que volver a usar el uniforme.— Dijo el rubio entre jadeos.
— Estoy de acuerdo.
Decidieron quedarse ahí para tomar energía. Pronto el cielo se tornaria de tonos naranja, quizás entre ellos había silencio pero el ambiente era algo ruidoso y de nuevo Seito volvió a sus recuerdos.

Aquí un Seito de 17 años caminaba con un ramo de flores hacia la entrada de la casa de su querida “amiga”, con miedo tocó la puerta y después de unos segundos que parecieron horas para él, Niina abrió la puerta.

Aquí un Seito de 17 años caminaba con un ramo de flores hacia la entrada de la casa de su querida “amiga”, con miedo tocó la puerta y después de unos segundos que parecieron horas para él, Niina abrió la puerta

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El siguiente día sería cuando Niina se viajará a Tokio, así que Seito decidió que le daría un gran último día en el pueblo. Seito le dio las flores a Niina y ella agradeció con una gran sonrisa.
Primero platicaron un poco mientras recorrían un viaje nostálgico por el pueblo y específicamente en los lugares donde pasaban horas juntos cuando eran niños, entre ese recorrido, Seito le compro una paleta.
— Sé cuanto te gustan.— Dijo mientras se rascaba la nuca.
— Muchas gracias, amo los pequeños detalles con grandes significados.— Agradeció con su dulce sonrisa de siempre.
Después de eso, Seito le cocino a Niina, la comida sabía terrible pero ella fingió gustarle y con mucho esfuerzo pudo terminar de comer (vomitó a escondidas más tarde). Seito continuo dándole pequeños detalles y ella siempre agradecía con esa sonrisa, hasta que ya en la tarde-noche llevo de vuelta a Niina a su casa, encontrándose con la gran sorpresa, una fiesta de despedida.
La fiesta no duró mucho, pues Niina tendría que madrugar, pero duró lo suficiente como para alegrarla.
El último en irse fue obviamente el peliazul, que le costó mucho aceptar que probablemente nunca más la volvería a ver, al final acepto y volvió a casa. Al acostarse para dormir se acomodaba y acomodaba pero no podía conciliar el sueño, sentía un nudo en su estómago, por más que quisiese fingir que no le afectaba la despedida de Niina no podía controlar el gran vacío que le provocaba aquello, por lo que al ver que en su reloj marcaba casi la hora en que Niina se iría no dudo en salir para verla una última vez.
Corrió sin mirar atrás hasta llegar a su destino, no había llegado tarde pues se miraba como aún habían unas pocas maletas apiladas afuera y las luces se encontraban encendidas. Seito paro para tomar aire y pronto vio salir a quien buscaba.
— Seito, ¿qué haces aquí? — Pregunto confundida.
— Vine a despedirme, otra vez.— Respondió entre jadeos.
— Eres tan dulce.— Dijo con esa típica sonrisa suya.
— Y también, quiero decirte...— Paro de hablar arrepentido de sus palabras pero sabiendo que ya no se podía echar para atrás. —... yo... te amo Niina.— Dijo para después otra vez arrepentirse de haberlo dicho.
Niina se quedó pensativa por unos segundos, luego reaccionó; sonrió, lentamente se acercó al chico, le tomo de ambas manos y le dijo:
— Lo siento por no poder quedarme, pero después de esperar tanto tiempo al fin tendré una oportunidad para tener el reconocimiento que merezco, algún día nos volveremos a ver así que no lo tomes como un “adiós”... — Se detuvo para acercar sus labios a la oreja del contrario. — ...sino como un “hasta la próxima”.— Le susurro y después le dio un tierno beso en la mejilla.
Seito de la emoción se congelo allí mismo, mientras que ella se alejo a paso lento mientras se despedía.
Esa madrugada había quedado en la memoria de Seito no sólo porque fue cuando Niina se fue, sino porque también recibió un lindo beso de ella.

Al recordar esto, el peliazul no pudo ocultar su sonrisa y volvió su motivación de por seguir buscando a su amada.
— Ya descansamos lo suficiente, es hora de volver al hotel.— Dijo animado al mismo tiempo que se levantaba.
— Y ahora ¿qué te pasa?— Pregunto extrañado.
— Nada, sólo me siento bien.

Ya era otro día donde tenían que volver a trabajar. Ambos como ya era costumbre se encontraban lavando los platos sucios hasta que su jefe se dirigió a ellos.
— Kure, una muchacha te busca.
Al escuchar esto, el peliazul se extrañó, salió a ver quien era, no podía creer lo que veían sus ojos.
— Tiempo sin vernos, mi dulce Seito.

• Perdidos En La Ciudad • ChinchikurinWhere stories live. Discover now