☆ - Capítulo 6 - ☆

69 4 0
                                    

Parecía ser una mañana tranquila, un milagro para la pequeña familia Kuruwaya, que sería su primer día sin tener que preocuparse por llegar a tiempo al transporte. Fueron días difíciles pero al fin habían llegado a su nuevo hogar.
Terue había invitado a los nuevos aldeanos a tomar el té.
— Debió ser difícil viajar desde Estados Unidos hasta aquí con un bebé.— Comentó Terue. — Si necesitas alguien para cuidarlo mientras no estés recuerda que yo estoy disponible. Quizás sea un bebé pero puede ayudarle socializar, Seito tiene su misma edad, podrían ser buenos amigos.
— Eso no estaría mal, pero algún día tendré que dejar este empleo para poder quedarme aquí con mi bebé.— Dijo con preocupación.
— No quiero parecer entrometida pero, podría saber ¿por qué viniste hasta acá tú solo? — Preguntó con algo de inseguridad.
— Mi ex esposa y yo nos divorciamos, no tenía nada que seguir haciendo allá en Estados Unidos y el Pueblo Masuda es mi lugar ideal para criar a mi bebé.— Contesto con un toque de melancolía.
— Entiendo, sé que lo harás bien.— Dijo y sonrió cálidamente.
— Eso no borra que Bishi tiene un gran parecido a Ell.— Comento mientras contemplaba al bebé.

Ya habían pasado semanas donde se había convertido rutina trabajar, Seito en el poco tiempo libre que tenía investigaba acerca del concierto de Niina, al enterarse que las entradas eran muy caras comenzó a perder la fé en su reencuentro pues la mayor parte del dinero que ganaban se iba a sus necesidades y lo ahorrado no alcanzaría ni para 1 boleto.
Ahora se encontraban en horario de trabajo como lavaplatos, les acompañaba otro chico que parecía unos pocos años menor que ellos, había sido un día activo para los tres.
— Me he puesto a pensar y me doy cuenta de que ambos merecemos un mejor trabajo.— Hanabishi comento con algo de egocentrismo.
— Saben que para tener un mejor trabajo deben tener algo más que ganas, ¿Cierto?— Le respondió el otro chico.
— ¡Tú cállate!, ¡nadie te hablo! — Le grito enfadado.
— No le grites así, Hana, tiene un buen punto. No obtendremos un mejor trabajo por arte de magia.— Seito le respondió aún concentrado en un plato que estaba enjabonando.
— Agh, odio aquí.— Se redujo a decir.
Hubo por un rato silencio absoluto entre los 3, hasta que el otro chico eligió romperlo.
— Ustedes son estudiantes, ¿verdad? — Dijo mientras señalaba sus uniformes.
— Sí, gracias por notarlo.— Hana respondió sarcásticamente.
— Y ¿en qué colegio van? — Pregunto incómodo.
Hanabishi y Seito se miraron nerviosos, intentando encontrar un excusa.
— No lo recuerdo, es un nombre muy complicado.— Respondió Seito, intentando ocultar sus nervios.
— Sí, ni siquiera te dejan graduarte.— Agrego sin revisar sus palabras.
Seito miro a Hanabishi con una mirada aterradora y hasta entonces el rubio se dio cuenta de su equivocación. El otro chico se le quedó mirando a ambos confundido.
— Ejem digo, no queremos graduarnos... porque es una experiencia inolvidable.— Trato de arreglar su error.
— Oh claro, debe ser genial estudiar en lo que conoces.— Dijo con tristeza, aunque aún seguía sonriendo. — Vine de intercambio aquí a Tokio, se me ha hecho difícil adaptarme a el nuevo colegio y por más que intento no siento que pertenezca aquí.— Su sonrisa desapareció por completo al decir esto.
Hanabishi se quedó sin habla pero extrañamente identificado.
— Que mal — Dijo Seito mientras se secaba una lagrimita.— ¿Crees que Niina se siente igual?, Hana.
— ¿Enserio? — Le reclamo el rubio.
— ¿Niina?, ¿es tu novia? — El chico preguntó interesadamente.
— No, sólo es mi amiga, también está aquí en Tokio. Ya es una idol famosa, debes conocerla.— Dijo orgulloso.
— No, no me suena.
Al escuchar eso, Seito comenzó a reclamarle al pobre chico. Mientras tanto Hanabishi se puso a pensar acerca de lo que su compañero compartió y pronto se inundó en sus recuerdos.
Le vinieron a la mente aquellos días en su niñez donde tampoco se sentía en casa, por más días buenos que tenía no lograba un sentimiento de pertenecer al pueblo, todos esos años donde abiertamente decía que algún día escaparía del pueblo. Pero un recuerdo en específico se le vino a la cabeza.

Llovía afuera, unos Seito y Hanabishi de 6 años miraban las gotas de lluvia caer en el interior de la casa del peliazul.
— ¿Te puedo contar un secreto? — Hanabishi preguntó.
Seito sólo asintió.
— Me gustaría conocer a mi mamá y irme del pueblo para recorrer el mundo.— Compartió con gran decisión.
— Pero si te vas, te voy a extrañar mucho.— Contestó con un tono triste.
— Yo también te extrañaría. — respondió igualmente con ese tono triste, después se puso a pensar y pronto volvió a hablar. — Ambos podemos recorrer el mundo juntos.— Hablo más animado.
— Siii — Acepto igual de féliz.

Un grito de su jefe reclamando que volvieran a trabajar lo devolvió a la realidad. Hanabishi se percató de que Seito y el otro chico parecían molestos.
— ¿Qué sucedió? — Pregunto confundido.
— Sólo nuestro compañero no sabe de cultura.— El peliazul se redujo a contestar y rápidamente volvió a lavar.
— Niina Fuwa no es cultura.— Dijo el otro chico a propósito para molestar a Seito.
El peliazul reaccionó mal y volvió a discutir. Hanabishi no pudo evitar sonreír, «Seito desde que tengo memoria a estado a mi lado, era quien me hacía sentir que encajaba la mayor parte del tiempo. Él es más que mi amigo, es mi hermano.», se dijo así mismo.

Al terminar de trabajar, ya en el hotel. Ambos se alistaban para dormir, había sido un día difícil pero Hanabishi había logrado entender algo que había ignorado por años.
— Seito, tenías razón al decir que estaba celoso.— Dijo con algo de inseguridad, porque aceptar algo así era todo un reto para él.
— Hoy me esperaba todo menos que dijeras eso.— Dijo sorprendido.
— No es para tanto, sólo hemos sido amigos desde siempre y de repente comenzaste a cancelar nuestros planes por estar con ella, era obvio que me dolería.— Dijo apenado.
Seito sonrió cálidamente y abrazo a Hanabishi, el rubio se sorprendió y no pudo controlar que su cara enrojeciera.
— ¿Por qué me abrazas? — Pregunto con nerviosismo.
— Tranquilo, desde hace mucho que he querido abrazarte pero no he encontrado el momento adecuado.— Respondió tranquilamente. — Tal vez querías escapar del pueblo porque no naciste allí.— Después de decir esto se separó del rubio.
— Ya no importa, ahora hay que buscar a Niina, prometo no volver a ponerme celoso.— Dijo un poco más tranquilo.
— Gracias, Hana.— Le agradeció animado.

Ya habían pasado varios días desde que Nichiteru, Mariha y Keita se habían ido. Terue aún se sentía intranquila por lo que decidió consultar a la única persona que salía y entraba del pueblo cuando deseaba.
— Buenos días Rika, ¿puedo pedirte un favor? — Pregunto la anciana al entrar a la tienda de galettes.
— Claro, ¿qué necesita?
— Necesito llamar a alguien desde tu teléfono.— Ordenó.
Rika accedió sin pensarlo dos veces e inmediatamente Terue ya estaba hablando por el teléfono, explicando todo lo que había sucedido.
— No te pido que los traigas de vuelta pero, por favor, si tienes tiempo ayudame a buscarlos.— Pedía tristemente la anciana.
— No te preocupes, no tengo problema con eso. Me pone feliz saber que Seito este tan cerca mío.— Respondió con ese tono azucarado de siempre.
— Muchas gracias, Niina.

• Perdidos En La Ciudad • ChinchikurinWhere stories live. Discover now