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Reese Weasley.
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Observo con atención todo mi alrededor, fijándome en los detalles en las paredes externas de la casa, como también en lo desgastado que se encuentra el techo. Hice una mueca cuando un ave salió de entre las tejas, antes de que una parte de estas se soltara y acabara en el suelo. Theo, quien estaba a mi lado, soltó una carcajada.

-. Esto es una pocilga.- Exclamó, una vez la luz del día siguiente pudo dejarnos ver todo con más detalles.

Habíamos dormido en el piso del salón, con unas mantas y almohadones que habíamos logrado limpiar y quitarle el polvo. Pero no podíamos vivir así para siempre, por lo que nos propusimos a hacer algo.

-. Ya le he escrito a Bill, y me ha abierto una cuenta en el banco muggle para poder utilizar un poco de dinero en la remodelación.

-. ¿No debería pagarlo San Potter?.- Cuestionó nuevamente el Slytherin. Luna, a su lado, lo codeó.

-. No seas grosero, Theo. Pero es cierto.- Se giró a mi dirección.- ¿Has hablado con Harry?

-. Claro. Me dio dinero para comprar materiales para la reconstrucción.- Sonreí ampliamente.- Solo debemos conseguir un coche e ir a una ferretería.

-. ¡Claro! Porque, por supuesto, los tres sabemos conducir un auto.- Soltó mi tan optimista amigo. Por suerte, yo si que sabía conducir un coche humano... O bueno, un coche levemente manipulado con magia.

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Observé con atención mi alrededor, sin saber con mucho detalle, si aquel era el sitio que necesitábamos.

-. Muy bien, según este teléfono, e Internet, aquí podemos conseguir lo que necesitamos.- Sonrió ampliamente Lovegood, completamente complacida con todo lo que sus ojos observaban. Era incluso más divertido que ver a mi tío con sus patos de hule.

Vi el nombre del almacén, y pronto distinguí que esto no era Forks, sino la reserva junto al pueblo. Al no encontrar peligro a simple vista, empujé a Theo para que avanzara junto con nosotras.

Él era el más incómodo en esta situación. Toda su vida se había basado en sangres puras y el odio a los muggles. Y ahora, sin familia, y siendo odiado por todo lo que conocía, podía comprender su incomodidad y lo perdido que estaba con todo esto.

Yo fui la primera en entrar a la tienda, haciendo sonar la campanilla que había en esta, y atrayendo la atención de la dependienta del sitio, quien me sonrió ampliamente.

-. ¡Caras nuevas! Díganme, chicos ¿Qué puedo ofrecerles el día de hoy?

-. ¡Hola a ti también!.- Se acercó apresurada Luna, con su brazo entrelazado al de Theo.- ¿Sabes qué podemos usar para remodelar una casa?

La cara de sorpresa de la chica hizo que riera, mientras que Luna sólo la observaba con sus ojos azulados abiertos con curiosidad.

-. Lo que dice mi amiga, es que necesitamos material para construir un tejado, madera para el suelo, pintura, y cemento. Y, bueno, todos los implementos pata realizar aquello.

-. Bueno, tenemos todo lo que necesitan aquí. Está del pasillo cinco al siete. Pero si gustan una pintura aprueba de humedad, les recomiendo las del último pasillo.

Luna sonrió y asintió.

-. ¡Excelente! Muchas gracias, señorita.

-. Mi nombre es Liana.- Murmuró, mientras golpeaba una insignia en su pecho, donde estaba su nombre y el de la tienda.

Fascinated¹ | JACOB BLACKWhere stories live. Discover now