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Reese Weasley.
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Azoté la puerta principal de la casa, todavía procesando lo que había sucedido.

-. ¿¡Qué acaba de pasar!?.- Alcé mi voz, completamente confundida. Luna sonrió de medio lado, posicionando una de sus manos en mi hombro, a modo de consuelo.

-. ¿Qué crees? Esos idiotas me hartaron. ¿Quién era ese idiota para hablarnos así? No tiene derecho a insultarnos, mucho menos siendo un simple muggle.

-. Theo, sabes que no me gusta que los menosprecies.- Lo reprendió Luna.- Solo el tal Jacob es un idiota, los otros dos eran agradables.

-. ¡Pero Luna! Nos han llevado a una situación incómoda ¿y para qué?

-. Para obtener la madera que necesitábamos.- Sonrió nuevamente.

-. Él no tenía derecho a tratarnos así, y mucho menos poner esa cara de psicópata.- Volvió a soltar Nott. Por mi parte, aquel rostro volvió a mi cabeza, tratando de buscar el rostro y la actitud que Theo mencionaba, pero esta no aparecía.

-. No vi esa mirada cuando volteó a verme.- Murmuré, esta vez más calmada.

-. Eso es porque estabas del otro lado. Pero ese chico tiene serios problemas de ira.- Sentenció. Volteé a ver a Luna, buscando su punto de vista.

-. La verdad, es que si era algo aterrador. Me recordó a los ojos del señor Malfoy.- Se encogió de hombros.- Pero no podemos juzgarlo, Theo. Quizás tenía un mal día de por sí. ¿O acaso tú nunca tuviste uno de esos?

Mi amigo guardó silencio. Era lo más sabio, pues al fin y al cabo, todos en este cuarto habíamos tenido una etapa llena de malos días, sobre todo él.

Cuando el silencio incómodo hizo presencia en la habitación, rápidamente le eché un vistazo a Luna.

-. Tengo hambre, ¿y ustedes?

-. Demasiada.- Sonrió ampliamente la rubia, mientras que Theo sonreía de lado.

-. ¿Qué tal si ustedes se encargan de ver qué comeremos, y yo por mientras doy mi reporte de vida a los chicos?

-. ¡Claro! Podríamos intentar prender esa cosa muggle que calienta la comida.- Ambos salieron en dirección a la cocina, con el entusiasmo de Luna palmado en el aire, y las suplicas de Theo. Reí por la diferencia entre ambos, y sin detenerlos, subí a mi habitación.

Con un poco de magia no verbal, sin exagerar para no atraer la atención, me dediqué a arreglar los agujeros y goteras del segundo piso, por lo que ahora estaba mucho mejor, y en definitiva, más habitable.

El cuarto que había escogido daba al bosque, con un pequeño balcón que me fascinaba, y que ya había acomodado con una silla y unas plantas. Sin duda, aquel sería mi sitio para leer en los días nublados.

Una vez visualicé la pequeña jaula donde descansaba mi lechuza, cogí una pluma, tinta y un papel.

-. Hola, pequeñín ¿Qué te parece dar un paseo hoy?.- Sonreí ampliamenge cuando recibí un asentimiento por su parte.

Hermes es una pequeña lechuza que había adoptado en mi último año en Hogwarts, antes de que la guerra estallara. Tenía apenas unos meses de vida, pero nos sirvió de ayuda al no estar registrada a mi nombre en el ministerio.

Ahora, con tres años apenas cumplidos, podía decirse que era más madura, y estaba capacitada para realizar viajes largos. Como el que le haría realizar ahora.

-. ¿Crees que todo esté bien allá, pequeño?.- Lo observé brevemente.- Sé que Hermione y Ginny me prometieron avisar si algo sucedía, pero también conozco a mi familia, y sé que no me preocuparán.

Fascinated¹ | JACOB BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora