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Jacob Black.
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No me había podido contener. Sabía que no era una buena idea estar detrás de ella como un acosador, pero sabía que después de la primera impresión que le di, no me permitiría estar cerca nuevamente.

Es por es que me transformé, y seguí su olor por el bosque, hasta una pequeña casa algo vieja y dañada. En tendí en cuanto vi el techo y la madera de las paredes exteriores, su apresurado interés en los materiales. 

Joder, ahora sabiendo de quién se trataba, le regalaría toda la jodida madera que quisiera, aún si esta fuera sacada de la montaña más alta. 

Me sorprendió verla salir por la puerta trasera no mucho después de que llegara. Llevaba consigo un pequeño bolso, que se notaba tejido a mano. Sonreí cuando noté sus intenciones de adentrarse en el bosque. Al parecer adoraba la naturaleza, y lo confirmé cuando la vi acariciar las cortezas de los árboles. 

-. Joder, hay tantos de ustedes.- Murmuró, viendo fascinada un pequeño jardín de plantas junto a un arbol musgoso. Fruncí mi ceño cuando la vi sacar muestras.- Luna se volverá loca cuando le muestre todo esto. La traeré para que la conozcan. 

¿Estaba hablando con los árboles? ¿Realmente hablando...?

Mi confundió me hizo delatar mi presencia, sintiendo su cuerpo tensarse antes de voltearse en posición defensiva hacia mí. Portaba una pequeña rama tallada en una de sus manos, mientras que la otra sostenía con fuerza su bolso. Agaché mi cabeza rápidamente, sin querer espantarla. 

Pero no fue necesario aquello, pues en breve, la pelirroja parecía estar fascinada con mi presencia, murmurándome acerca de su amiga rubia, y como la traería para conocerme. No estaba entusiasmado con ser usado como animal de circo, pero el brillo en los ojos de mi impronta, me prohibió negarme ante aquello. 

La seguí en silencio y escondido hasta su casa nuevamente, asegurándome que llegara bien y cerrara la puerta con llave. Lo último que necesitaba era alguna criatura atacándola.

Según lo que Alice pudo ver de ella en sus visiones, la chica parecía estar huyendo de algo, aunque no podía reconocer de qué con claridad. Aún así, no me detendría a averiguarlo. 

Cualquier cosa que se acercara a ella, lo destrozaría.

-. Sin duda estás empezando a lucir como un acosador.- Sentenció entre risas Embry, mientras se burlaba de mi visita a la chica, y como le había dejado tocar mi pelaje, cosa que en los personal, detestaba. 

-. Cállate, Call.- Gruñí, tratando de ignorarlo mientras mantenía mi mirada fija en la carretera. 

-. ¡Por favor! Es normal tener esa actitud ante el primer contacto con tu impronta. Todos lo viviremos. Incluso tú, Embry.- Salió Quil en mi defensa, ganándose una pequeña sonrisa triunfante de mi parte. 

-. ¡Oh, vamos! No me vengas con tu romanticismo, Ateara.- Rodó los ojos, notablemente frustrado.

-. Vamos, amigo. Pronto encontrarás a tu impronta. Y cuando lo hagas, te molestaré el doble.- Palmeé su hombro, sonriéndole de lado.

Sabía que para él esto era difícil. Toda su vida había sido nombrado el bastardo, por desconocer quién era su padre. Luego, una vez la transformación sucedió, sólo se pudieron atribuir algunos sospechosos, siendo todos estos hombres casados para aquel entonces.

Embry no se creía apto para ser amado por nadie. Se sentía inferior a cualquier amor que pudiera recibir. Pero sabía que una vez encontrara a su impronta, aquello cambiaría, y la melancolía en él acabaría.

Fascinated¹ | JACOB BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora