Cap 62

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Capítulo 62: (últimos capítulos)


En la mañana me desperté gracias a la gentil voz de Louis que me recordaba que eran las 5 de la mañana y tenía que llevarme a casa antes de las seis. Lo miré con suspicacia cuando interrumpió mis dos cortas horas de sueño.


– Cinco de la mañana, Audrey


– Entiendo. ¿Puedo irme así? Pienso regresar a casa y dormir. – dije con tono adormilado.


– Sí. Puedes dormir en el auto, solo dame las llaves de tu casa para que te lleve directo a tu cama.


– Están en la cocina. 


– Vale, voy por ellas. Mientras ponte mis pantuflas están en el armario. 


Me levanté de la cama y rebusqué las en su armario. Tomé las primeras que vi y me las puse en los pies. Salí de la habitación y Louis me levantó en sus brazos mientras yo volvía a dormir.


– La bolsa. Dámela. – le pedí a Louis.

Louis tomó la bolsa ágilmente y la colocó en mi regazo. Después, dormí profundamente.


...


Tenía a Audrey entre mis brazos mientras bajábamos el ascensor hacía el sótano donde estaban los autos. Me gustaba verla dormir, y más cuando lo hacía cerca de mí. La amaba, la amaba como nada en este mundo y era lo único que me importaba, lo único que veía como importante, por lo cual valdría la pena perderlo todo. 


Ella era mi razón. 


Cuando estuvimos en el sótano, fui directo a mi auto. La acomodé en el lugar del copiloto y la besé en la mejilla mientras le colocaba el cinturón de seguridad de la manera más extraña. Tomé un momento para observarla, así, vulnerable y sin ningún tipo de defensa personal visible. Era hermosa, la mujer más hermosa que haya conocido jamás, la dueña de mi mundo, con la que quería compartir mis días y despertar a su lado todas las mañanas. 


La amaba. Tuve que pasar por momentos de confusión hasta llegar a la conclusión de que era mi persona ideal, la mujer a la que había esperado durante mucho tiempo. Era ella a la que amaría para toda la vida.


Cuando me detuve frente a la casa de Audrey, observé el interior asegurándome de que su madre aún no estuviera ahí y así poder infringir en su casa y dejarla dormida en su habitación. Bajé a Audrey ágilmente del auto y tomé la bolsa de plástico para ponerla en su regazo y encaminarnos a la acera de su casa. Saqué las llaves de mi bolsillo y abrí la puerta dejándonos entrar con sumo cuidado. Cerró la puerta detrás de mí con la pierna y caminé hasta las escaleras para subirlas con Audrey en mis brazos. 


Me adentré en el cuarto de Audrey y la deposité en su cama delicadamente cuidando que no se despertara. La bolsa de plástico que llevaba en su regazo la puse en el sillón que se situaba a un lado de la ventana con vista a la calle. 


Miré el exterior y recordé aquél momento, aquél momento en el que la espié, en el que vi cómo se preparaba para verme, para encontrarnos una vez más a espaldas de todo el mundo, ocultando lo que sentía por ella y toda la confusión que encarnaba en mí el contacto de su piel con la mía. Recordé cada instante que había pasado junto a ella, averiguando si de verdad la amaba o solo era un acostón como cualquier otro. Fue en ese momento, cuando la vi destrozada en el cuarto del hotel, cuando la vi completa y absolutamente destruida supe que necesitaba estar con ella, que hubiera dado cualquier cosa por terminar con mi trabajo de cuarta y darle todo a ella y a nadie más. Me había gustado sentirla sobre mis piernas y no necesariamente desnuda, sino protegiéndola de cualquier cosa que pudiera hacerle daño. La quería así para toda la vida. 

Sex InstructorWhere stories live. Discover now