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—Es la profesión de su padre, no me extraña.— Sonríe sincera y con mucho orgullo de su hija.

—Esperaba hasta artista, menos eso.— Muerde su labio inferior negando con la cabeza.

—Cuando ustedes se van a sus salidas de hombres, tu hija y yo hacemos salida por lugares de interés público.— Explica subiendo sus hombros.

—Y le encanta ver a su madre trabajar horas extras los sabados, quizás aquellas excursiones a la oficina le dieron el pie para estudiar aquello.— La regaña y Adela se ruboriza.

—No lo creo.— Miente sabiendo que él no le dirá más nada que eso.

Y que si la regaña de esa manera es solo por el echo de querer consentirla.

—Solo no quiero que lo haga porque es mí vocación.— Explica relamiendo sus labios.

—¡Esa no es tu vocación, amor!— Suelta una carcajada y le señala el arma a un lado de las frutas. —Esa si.— Arquea sus cejas divertida.

Demian bufa, para luego sonreír coqueto.

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¿Papa que haces acá?— Se seca el sudor de haber terminado su clase de gimnasia.

En el instituto tenían varias actividades para que ellos pudieran elegir en cual se sentían más cómodos, Francis había optado por boxeo y fútbol, mientras que Derek boxeo y atletismo, le gustaba correr y parecía que siempre tenía energías para aquello.

De una manera u otra aquellos casi adolescentes se preparaban para su futuro.

—Queria ver si podíamos tener una charla.— Theo le guiña un ojo pasándole una botella de agua.

Francis mira hacia atrás y ya sus compañeros se han retirado.

—¿Almorzamos?— Pregunta mirando su reloj.

Su padre asiente. —Mientras te bañas voy a saludar a Eva y Derek.— Anuncia.

Su hijo asiente conforme retirandose a su habitación.

Podía usar las duchas del gimnasio, pero aprovechando que tenia su propio baño prefería estar allí.

A Theo no se le dificulta encontrar a la rubia, la cuál sale de su clase de historia directo a entrenar Jockey.

—¡Tío Theo!— Lo abraza con una sonrisa, contento de haberse lo encontrado allí.

—Mini pecas, te estaba buscando, vine para almorzar con Francis, pero quería saludarte antes.— Explica devolviéndole el saludo.

Eva enarca sus cejas. —¡Me alegra que te acuerdes de mí, porque él fin de semana pasado me dejaste de lado por tu ahijado.— Pone sus brazos en forma de jarra y él se ríe.

—¡Teníamos asuntos que resolver pequeña celosa!—Acota.

Ella sonríe. —Igualmente con Elena compramos muchos vestidos cortos.— Bromea haciendo que ambos suelten una carcajada.

EL PROTECTORWhere stories live. Discover now