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—¡Mierda!— Exclama Demian, desde el asiento de su cómodo jet.

—¿Que te pasa?— Theo se le acerca y él le muestra la foto de Adela, se la habían enviado recién, era una foto de ella de hace diez minutos, la habían visto ingresar al aeropuerto.

Se encontraba verdaderamente aterrado ante la idea de que pudiera llegar a tener malas noticias por parte de Elena, justo a pocos minutos de haber abordado el avión.

—¿Es que no puede ser invisible?— Demanda enfadado.

Theo suspira. 

La compuerta ya esta cerrada y estan a punto de despegar, por lo cuál tiene que sentarse rápidamente, la azafata de turno ya les había ofrecido algo de tomar y se los traería cuando el jet estuviera en el aire.

—¡No saben a dónde vamos!— Lo relaja su amigo, tomando asiento estirando sus pies en el asiento de al lado. —Y si todo sigue pactado cómo lo tenemos previsto van a creer que estamos haciendo esas escalas y nadie va a poder descubrir Aadónde vamos verdaderamente.— Agrega.

Demian se relaja ante sus palabras 

—Vamos a hacer escala en Perú, para que piensen que estamos ahí.— Chasquea la lengua. —Que llamen a la torre para que informen que llegamos y que aún no nos fuimos de ahí.— Ordena respirando hondo.

Se gira a Adela mostrandole el celular. —¡Ni cuando tenes que ser una hormiga dejas de aparecer en las revistas! Siempre complicando las cosas— Gruñe...

Ella coloca sus ojos en blanco, y lo ignora por completo.

Theo suspira, mientras qué se dispone a llevar dos pastillas hacía sus labios, teniendo la peor de las miradas por parte de Demian.

—¿Que?— Se queja frunciendo su entrecejo.

Demian niega. —No te pases.— Exige.

Theo alza sus manos y le roba de su vaso de agua para beberlas.

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—¿Estás bien?— Adela se sobresalta...

Deja de leer cumbres borrascosas y levanta la vista dejando dicho libro en su regazo, encontrándose con los ojos más celeste de todo el avión...

Suspira y asiente al saber que se trata de Theo.

Theo hace una mueca con su rostro arrepentido y angustiado, sabía perfectamente que lo que habían hecho, era en el tiempo de Demian y no al de Adela, por lo cuál era muy probable qué ella, aún, no comprendiera lo importante que era sacarla del país cuánto antes.

—¡Si a esto se le puede llamar bien!— Exclama sarcástica.

—Adela...— Traga saliva. —Lamento todo esto... Realmente lo lamento, se qué fue muy abrupto todo...— Admite conmovido...

—¿En serío?— Arquea sus cejas cínica.

Él suspira, bajando la mirada, tan sólo quiere gritarle en la cara que aquello es duro para él, que dejar a Elena lo tiene enfurecido, pero no puede y tampoco quiere hacerlo con Adela.

—Pero creo que lo vas a terminar entendiendo más adelante... Es una situación en la que es de público conocimiento que no podemos llamar a la policía, ni contar con un investigador privado, ni nada de esas ideoteces, esto es la mafia...— Le regala una sonrisa tímida.

EL PROTECTORWhere stories live. Discover now