Capítulo 6

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Varios días habían pasado ya desde que Paolo empezó a trabajar con su "compañero". Aunque no estaba dispuesto a admitirlo delante de él, Enzo Bianchi estaba realmente agradecido de la decisión de asignarle a su sobrino a alguien que estuviera con él en las labores, ya que eso había causado un cambio enorme en Paolo.
Estaba mucho más hablador que antes de llegar a África, parecía tener los ánimos mucho más elevados, casi siempre estaba sonriendo y se relacionaba de manera mucho más abierta con otras personas, aunque especialmente con su compañero.
Algunos días, cuando terminaban con todo, les daban permiso para irse un poco antes del trabajo, en esos días, Héctor se llevaba a Paolo a algún sitio de la ciudad o de su pueblo en Costail para hacer algo juntos o simplemente para que conociera algunos lugares.

Enzo Bianchi dejó de lado el pensamiento que había tenido durante los primeros días en el Congo, en los que no dejaba de tener en mente que quizás había sido mala idea traer a Paolo.

Ahora, no podía estar más orgulloso de su decisión.

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-Oye Paolo, he estado pensando en una cosa desde hace días y quería comentártelo.

Mientras organizaban algo de papeleo como parte de su trabajo de ese día, el dúo de futbolistas conversaba sobre la idea que había tenido Héctor.

-¿De qué se trata?

-Verás, no sé si lo sabrás pero una de las labores que yo llevo a cabo aquí, además de la de hacer de guía turístico, es hacer de entrenador para un equipo de fútbol de niños de primaria. Siempre les entreno tres días a la semana después del colegio y realmente creo que son chicos con mucho potencial. Pues verás, he estado pensando mucho y creo que les haría ilusión que una estrella de tu talla viniera a ayudarme con el entrenamiento. Solo si quieres, claro.

Paolo se quedó muy sorprendido. Realmente, lo de visitar equipos de fútbol de niños de primaria o de secundaria era algo que ya había hecho en alguna ocasión, sobretodo después del FFI, pese a su derrota, y lo disfrutaba mucho, poder ver a los niños y su floreciente pasión por crecer en este deporte que él tanto amaba era algo que le llenaba muchísimo. Tras su entrada en el fútbol profesional se había visto obligado a dejar esa acción que tanto disfrutaba a un lado, los nuevos equipos a los que él entraba eran demasiado exigentes con la imagen pública que debían dar. Solían decir que, si uno de ellos llevaba a cabo esa acción, entonces pondría en un compromiso a los demás y también se verían obligados a hacer lo mismo cuando no tenían tiempo suficiente para ello.
Ahora, después de mucho tiempo, ¿realmente podía volver a hacerlo?

Con una radiante sonrisa, Paolo dio su respuesta.

-Por supuesto que si. Estaré encantado de ello.

-Fantástico. Entonces, ¿te va bien esta misma tarde? Siempre nos entrenamos durante un par de horas a partir de las seis. Te acompaño al lugar para que sepas como llegar.

-Estupendo, ya lo estoy deseando.

-Genial, pues quedamos así, vamos directamente cuando terminemos.

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Cuántas más ganas tiene uno de querer que un momento llegue, más tardará en llegar, eso estaba claro, pero Paolo no podía evitarlo, lo estaba deseando.

Poco antes de irse, Paolo recordó que no había avisado a su tío de que ese día llegaría un poco más tarde de lo normal a la posada donde estaban, afortunadamente, se encontraron en la propia asociación antes de las seis.
Para sorpresa del futbolista, su tío se tomó perfectamente la noticia.

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