Capítulo 11

74 7 7
                                    

Paolo no había pegado ojo en toda la noche, no podía evitar que el pensamiento de lo que había sucedido aquella noche estuviera presente constantemente en su cabeza. 
¿Cómo había podido ocurrir "eso"?, ¿Qué le había llevado a "eso"?, ¿Realmente había sentido...?

Ese día, Paolo estaba intentando aparentar la mayor normalidad posible mientras estaba en la asociación. Ese día estaba solo ya que Héctor estaba en su trabajo de guía turístico y por lo visto había llamado a Ian Watzler hacía unas horas para decirle que no podría acudir ese día a trabajar. 

Paolo pensó en como su madre solía decirle que no era muy buen actor con asuntos importantes, cosa que pudo comprobar cuando, en toda la mañana, al menos cinco personas diferentes le preguntaron qué le sucedía y porqué estaba actuando de manera tan extraña. Paolo intentó jurar que no le sucedía nada y que simplemente estaba un poco agobiado por la situación de su tío. Para su desgracia, la mayoría de las personas parecían no estar del todo convencidas con su explicación, pero afortunadamente todos le dejaron en paz. 

Durante la hora de la comida, Paolo se sentó en solitario en una mesa, pensando por millonésima vez en menos de 24 horas sobre lo sucedido la noche anterior. Por algún motivo, le daba la sensación de que... Ya había sentido lo mismo antes... Y no hacía mucho de eso... ¿Acaso era el mismo sentimiento que cuando estaba con Chiara?... No... No podía ser posible... Porque lo que había sentido esa noche... Superaba todo lo que había sentido con ella todo el tiempo que estuvieron en una relación... ¿De verdad era posible?

Aún con la cabeza carcomida por los pensamientos, Paolo alzó la mirada al darse cuenta de que había alguien acercándose a su lado. 

Con su característica voz tranquilizadora, Leila Mudller se sentó al lado de Paolo antes de hablarle. 

-Paolo, ¿Qué tal estás? No quería molestarte, pero hay varias personas que me han dicho que has estado actuando extraño todo el día y se están preocupando por tí, además, que hoy no haya venido Héctor me hace pensar mucho. ¿Ha pasado algo?

La mente del futbolista se llenó de pensamientos contradictorios. Por un lado, quería exteriorizar sus pensamientos sobre lo que ocurrió ayer por la noche, quería conocer la opinión de otra persona sobre lo que podía hacer ahora. Pero por otro lado, con lo que Héctor le contó el otro día, estaba claro que esto no podía decirlo sin más, si lo hacía podría traerle muchos problemas a su... amigo. 
Ante el silencio, pareció que Leila se dio cuenta de que al joven italiano le carcomía la mente un pensamiento demasiado complejo. 

-Paolo, ¿Quieres que hablemos en privado?

El italiano observó a la mujer con una expresión de duda en la cara, per inmediatamente, antes de darse cuenta, su cabeza asintió. Ambos fueron hasta una sala que estaba vacía y Leila se apoyó contra la mesa, mientras que Paolo decidió evitar el contacto físico en la medida de lo posible, apoyando su cuerpo contra la pared, sintiendo que se estaba empezando a arrepentir de haber dicho que sí hablaría. 

Leila intentaba no presionar al joven futbolista, aún sabiendo que quería saber porqué lo estaba pasando mal o qué era lo que le carcomía, prefirió darle un poco de cuartelillo. 

-Paolo, no voy a juzgarte si es lo que te preocupa, solo quiero saber qué es lo que te ocurre. 

Él la miró y pensó con la cabeza fría. Era cierto que no conocía a Ian y Leila desde hacía mucho tiempo, pero el poco tiempo que había pasado trabajando para ellos le había demostrado que parecían ser muy buenas personas. 
Tal vez, podía confiar en ella. 

-Verás Leila... Ayer, cuando Héctor y yo fuimos a la playa a observar la lluvia de meteoritos... Digamos que... Pasó algo...

Paolo explicó lo acontecido aquella noche con pelos y señales, sin dejarse prácticamente nada importante y, aunque temeroso, también le habló sobre el... beso, que habían compartido al caer la noche. 

Darkside Where stories live. Discover now