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Capítulo 09

El fin de semana llegó más rápido de lo que se esperaría. Para sorpresa de algunos, no había rastros mínimos de luz solar. En cambio el cielo era cubierto de nubes grises, dando a entender que posiblemente lloverá dentro de poco.

En la panadería de la familia Kamado, cierto burdeo atendía al que fue su jefe en el evento de hace unos días. Compró unas cuantas órdenes de melonpan y algunas magdalenas. Terminaba de empacar correctamente, procediendo a dejarlas apiladas en el mostrador.

—Aquí está lo que solicitó. — le sonrió con amabilidad.

El pelinegro sacó la suma total de su billetera, pagando y dejando un monto adicional como algún tipo de propina. Tanjiro se negó en absoluto, alegando que era innecesario y quiso devolverlo. Sin embargo, el contrario no hizo caso a ello. Era un muchacho ejemplar a la hora de atender a un cliente, por eso decidió darle más de lo que debía pagar. Además, gracias al trabajo de ese niño en su evento, las ventas de su establecimiento subieron en los últimos días. Tal vez en un futuro le plantearía integrarse a su equipo, necesitaba nuevo personal.. y deshacerse de empleados idiotas que no ayudan en nada. Como cierto rubio de ojos arcoiris, por ejemplo.

Kamado se resignó al verse ignorado, se despidió cordialmente y guardó el dinero en la registradora. Pasó gran parte de la mañana despachando con ayuda de Nezuko, quien se le unió cuando hubo cierra cantidad de personas que el burdeo no podía atender todos a la vez.

Dando la hora del almuerzo, disfrutaron de la comida en familia, charlando amenamente con sus padres y hermanos. Después lavando los platos y utensilios con Takeo y Hanako, dónde los menores no resistieron y salpicaban al mayor con el agua en un inocente juego.

A pesar de quedar mojado después de eso, Tanjiro no se quejaba. Adoraba a sus hermanos y se divertía en pasar momentos tan espontáneos cómo ese junto a ellos. Se cambió la ropa mojada, revisando algunos mensajes en el grupo de sus amigos.

Siendo las dos de la tarde el cielo seguía sin despejarse, su madre necesitaba ciertas cosillas que faltaban; por lo que le pidió ir a la tienda de conveniencia más cercana a conseguirlas. Confiando que no lloveria aún, salió a toda prisa al lugar. No tardó más diez en encontrar los productos solicitados, encaminandose a la caja y que la chica le facture.

Le tomó otros cinco ahí, colocando todo en la bolsa plástica se despidió y salió del establecimiento. Para su mala suerte, no tenía ni dos minutos fuera cuando las primeras gotas de agua empezaron a caer. No muy concurridas, pero conciente de que lo serían en poco tiempo, aceleró su andar en la vereda. A medida que avanzaba, las pequeñas gotas de agua arreciaron su caída.

Ahora corría tratando de localizar un sitio donde cubrirse antes que empeorara. Visualizando la parada de autobús, que por suerte esta tenía un pequeño recubrimiento en el techo. Rápidamente se dirigió ahí, subiéndose en los asientos y así evitando que sus zapatos se mojaran. En un parpadeo la suave llovizna evolucionó en un aguacero constante, el ruido de las gotas de agua chocar en el pavimento con tal fuerza producía un ruido ensordecedor, y aunque la estructura tuviera un techo y estuviera de pie sobre la banca; debido a la dirección y fuerza de la lluvia acabó con los zapatos, pies, calcetines y parte inferior de sus pantalones mojados, más o menos casi llegando a la rodilla.

Suspiró frotando los brazos, el ambiente se tornó frío más rápido de lo que pensó. Sacando el celular del bolsillo, pretendía llamar a su hermana cuando de la nada un potente trueno resonó en el cielo, haciéndole brincar del susto y desechar la idea de usar aparatos electrónicos en ese instante. Estaba inseguro sobre la duración de la tormenta, por el momento no le quedaba más que aguardar en ese sitio.

Quizás no pasaron ni quince minutos desde que se "refugiaba" en la parada de autobús, pero él lo sentía una eternidad. Es como si ya hubiera pasado más de media hora, dando el décimo estornudo en todo ese curso de tiempo. Ya veía venir un resfriado. La lluvia, los truenos y el completo aislamiento en el que se encontraba no era nada agradable.