Capítulo 5

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Isabell

Me bajo como alma que persigue el diablo del auto teniendo el corazón a punto de salirse por mi cavidad bucal y quedo en frente del hombre que atropellamos. Alexa me sigue de cerca hasta situarse junto a mí.

—¡¿Cómo ha ocurrido esto?! —cuestiona al borde de la histeria.

—¡No lo sé! —grito nerviosa— Está oscuro y no podía ver más allá de lo que tenía en mis propias narices. No lo vi aparecer, joder.

—Esto no puede estar pasando —Alexa luce tan asustada que el alcohol en su sistema parece haber desaparecido dejándola sobria.

—No entremos en pánico que no nos ayudará en nada.

—¡¿Qué no entre en pánico?! ¿Qué se supone que haga entonces con esa persona muerta ahí tirada? ¿Bailar a su alrededor o qué?

—Vale cálmate, solo trataba de tranquilizarte —levanto mis manos en señal de paz.

—Sí, no creo que nada pueda hacerlo en estos momentos.

—¿Qué deberíamos hacer?

—¿Llamar a urgencias, tal vez?

—No quiero pasar mi cumpleaños en una estación de policías arrestada por homicidio.

—¿Entonces qué?

—Podríamos esperar a que mágicamente desaparezca el cuerpo.

—No lo hará. Está muerto, lo hemos matado ­—repite con voz chillona llevándose las dos manos a la cabeza—. Oh por Dios, soy muy joven para ir a prisión.

—No iremos a prisión porque no estamos seguras de que haya muerto —mi voz tiene un pequeño temblor—, tomaré su pulso.

Me acerco lentamente al cuerpo que se encuentra inerte en la desolada carretera mientras Alexa saca con manos temblorosas su celular de los confines de su bolsillo delantero y nos alumbra con la linterna mientras luce como si fuera a vomitar en cualquier momento. Está pálida como una hoja de papel y sus ojos están al borde de salirse de la cuenca que los protege de lo abiertos que los tiene.

Con mucho cuidado tomo la muñeca izquierda ensangrentada del tipo a mi lado y presiono dos de mis dedos tratando de encontrar su pulso.

Durante unos segundos lo único que puedo notar son los rápidos latidos de mi propio corazón y mi respiración alterada. No hay nada proveniente del hombre que posiblemente matamos.

—Oye Isa, ¿no crees que debes presionar del otro lado que es donde resalta su vena? —menciona mi amiga—, no creo que el ángulo en el que están tus dedos puedas encontrar algún latido.

Me fijo en lo que estoy haciendo y noto que mis dos dedos se encuentran presionando en un costado de su muñeca.

—Sí —suspiro ruidosamente—. Es posible que por eso no haya encontrado aún un latido.

Vuelvo a toquetear esa zona de su cuerpo con la esperanza de que esta solo sea una muy fea pesadilla y que en realidad no hemos cometido un homicidio.

—No hay nada, Alexa —comento volteándome hacia mi amiga que tiene los ojos brillosos conteniendo apenas sus lágrimas—, no siento ni un...

Me detengo abruptamente en lo que iba a decir cuando escucho un leve quejido proveniente del cuerpo que se encuentra en el suelo. Tal vez se trate de una mala jugada de mi cerebro queriendo torturarme pues apenas y lo escuché, pero como para reiterarme que no es una alucinación veo como el hombre ensangrentado se remueve en su sitio.

—Oh mi Dios —exclama con alivio Alexa—, está con vida. ¡Está con vida, Isabell!

Me alejo rápidamente del sujeto pues es realmente escalofriante todo el asunto y más que ahora esté respirando. No sé si alegrarme por no haber cometido un homicidio o asustarme por lo que pueda pasar de ahora en adelante.

Tiro a ciegas © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora