Capítulo 39 - FINAL

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Isabell

Un sordo golpe de impacto es el único aviso que tenemos antes de que la pesada puerta de metal que recubría la entrada sea arrancada y salga proyectada hacia el otro extremo de la habitación.

Una ola de disparos truena en mis oídos y me agacho abrazando mi cuerpo porque no hay nada con lo que pueda cubrirme.

Al estar tan ensimismada en mi dolor por la traición de Ayla no había notado el enfrentamiento que se libraba al otro lado de la habitación. Dos fuertes bandos luchaban con fervor, una que otra bala había atravesado el vidrio y eran aquellas las que me habían alertado.

Ayla contra ataca y muchos de los suyos llegan a protegerla, los disparos vienen de dos direcciones distintas y el ambiente se llena de olor a sangre y sudor.

—¡Ahora sí les voy a enseñar a nunca joder a un Müller a menos que quieras que te hagan tragar tus malditas pelotas! —reconozco la voz de Henry y esta llega como un soplo de esperanza a mi torrente sanguíneo.

Me permito girar y ver a mis padres enfrentándose con ferocidad a los jefes de la banda de Nicolás hace que las lágrimas se aglomeren en mis ojos.

—Kostbar... —el susurro de Dominik mueve algo en mi interior que estaba entumecido.

Giro con premura y lo recibo en mis brazos aferrándome a su cuello y enterrando el rostro en su fuerte pecho, me concentro en el sube y baja de este y aspiro su aroma que me ayuda a conservar algo de serenidad.

El momento no es ni por asomo el adecuado para estar contemplándonos con tanta intensidad como lo hacemos cuando despego mi cara de su reconfortante cuerpo, pero siento el imperioso deseo de asegurarme de que está bien y que está aquí conmigo.

Dominik parece tener la misma necesidad porque me mira por completo con la preocupación tiñendo su bello rostro, puedo vislumbrar como luego de haberme inspeccionado el alivio se adueña de su ser. Me atrae nuevamente a su cuerpo y envuelve con fuerza sus brazos a mi alrededor. Es así como puedo sentir la tensión que rodeaba su cuerpo, con mis manos acaricio su espalda y poco a poco su cuerpo se relaja.

No sé si lo imaginé o fue real, pero podría jurar que escuché a Dominik exhalar un suspiro como si no esperara que volviéramos a estar de esta forma mientras mantenía nuestro abrazo.

Segundos después, o bien podrían haber sido horas, me separo y él acaricia mi rostro con delicadeza.

—¿Estás bien, kostbar? ¿Alguien te lastimó?

Puede que por fuera no tuviera heridas, pero mi interior está muy maltratado y a nada de colapsar.

—Lo hicieron, y de la peor forma posible —contesto en apenas un susurro.

La expresión de Dominik se ensombrece, aprieta su mandíbula con tanta fuerza que alcanzo a escuchar el rechinar de sus dientes por encima de los disparos.

—Dime un nombre —hay una inflexión en cuanto lo dice, su voz siendo un helado bloque de hielo ahora.

—¿Para qué? —me atrevo a preguntar sin entender muy bien a donde quiere llegar con eso.

—Para hacerle pagar cada maldito segundo por seguir respirando desde que se atrevió a hacerte daño —su postura denotaba toda la molestia que sentía—. Nadie, óyeme bien, kostbar. Nadie en este jodido mundo puede siquiera pensar en lastimarte. Estoy dispuesto a quemar a cada persona que se atreva a herirte.

Las emociones se abrieron paso desde mi interior, humedeciendo mis ojos de inmediato. La respiración se me volvió superficial y creo que nunca alguien había demostrado tal devoción por mí. Literalmente me está diciendo que está dispuesto a matar por mí, y no es que no lo creyese porque ya lo ha hecho y eso no es algo que me disguste naturalmente, todo lo contrario. Se siente bien saber que hay alguien dispuesto a todo para protegerme.

Tiro a ciegas © [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora