─ chapter two

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DOS DÍAS HABÍAN PASADO desde que los hermanos Dybala junto a Allegra y Oriana habían llegado a la Argentina y por ende era el día del asado que Paulo había organizado en su casa de Buenos Aires para reunir a la Scaloneta, no solo porque llevaban meses sin poder verse todos juntos sino también para tratar de integrar a las nuevas adiciones y que el grupo se volviera cada vez más funcional.

El cordobés de ojos claros había alquilado un inflable y un metegol para que los hijos de sus amigos y su sobrina pudieran jugar y no aburrirse mientras ellos charlaban, y había alquilado también mesas y sillas chiquitas para que ellos pudieran comer todos juntos porque para los nenes había comprado para hacer hamburguesas teniendo en cuenta que todos podían comerlas. Y poco a poco los jugadores con sus familias habían comenzado a llegar saludando a los anfitriones y a Gianna que había ido unas horas antes con Allegra para hacer las ensaladas con Oriana mientras Allegra jugaba con Paulo en el patio a la pelota, en lo que según Paulo era el inicio del entrenamiento para la futura futbolista de la familia porque a Allegra le gustaba bastante jugar con la pelota.

Mientras eso ocurría en la casa de Paulo y Oriana, Julián daba vueltas en su departamento con su teléfono pegado a su oído, pasando una mano con frustración por su rostro.

— No, Emilia, basta. —dijo una vez más— No me interesa lo que tengas para decir, te vi yo, con mis propios ojos, no es que me lo contó alguien más, no es un rumor o algo de los chimentos. —el chico de ojos chocolate hizo una pausa, escuchando la voz desesperada de Emilia del otro lado de la línea, aún seguía en Manchester ya que Julián había vuelto a Argentina solo— Te vi yo con el flaco, Emilia, no estaba delirando cuando vi como te lo chapabas mientras estaban en bolas, creo que es obvio que me cagaste ¿no te parece? —el cordobés escuchó como sonaba el portero con tres toques, indicando que Enzo había llegado, mientras del otro lado de la línea, su ahora ex novia, continuaba hablando— Pasado mañana Rafael va a pasar por mi departamento para buscar tu copia de las llaves, no pienso seguir hablando de esto, no hay justificativo para esto Emilia y no hay chance de que me hagas cambiar de opinión. Me tengo que ir. —y sin más, Julián cortó la llamada, soltando un suspiro frustrado.

Confirmando que estuviera todo desenchufado, Julián bajó y salió del edificio dirigiéndose hacia el auto donde ya aguardaban Enzo, Valentina y Olivia en su sillita en el asiento trasero. El cordobés se subió atrás junto a la nena, y Enzo le dedicó una mirada.

— Que carita Araña, ¿otra vez Emilia? —cuestionó su amigo mientras ponía el auto en marcha para dirigirse al barrio privado donde estaba la casa de Paulo Dybala.

Julián asintió— Desde que llegué a Argentina no deja de llamar y de escribir para tratar de hablar, no sé que tanto quiere hablar. —dijo frunciendo el ceño— Si yo te veo en mi propia casa, chapándote a otra persona y los dos estando casi en bolas, creo que es bastante evidente lo que estaba pasando, pero ella sigue diciendo que no es lo que parece.

— Que mina cara dura. —comentó Valentina con una mueca en sus labios.

— Rafael pasado mañana va a pasar a buscar su copia de las llaves para que se vaya de ahí, ¿estuve mal? —cuestionó el chico, porque a pesar de todo lo que había ocurrido se sentía un poco culpable por actuar de esa forma, quizás estaba siendo demasiado impulsivo.

Enzo negó— Si yo estaba en tu posición el mismo día que veía todo eso ya la sacaba de mi casa, pero sos demasiado bueno vos. —Valentina asintió de acuerdo, y es que ya habían pasado unos cinco días desde que Julián se había ido de Manchester y su ex novia seguía en el departamento que compartían llamándolo y escribiéndole en un intento por arreglar las cosas entre ambos— ¿Tan pelotudo se piensa que sos como para volver con ella después de lo que viste? Dos dedos de frente, era obvio que eso no iba a pasar, tendría que haber avivado y buscar algún lugar a donde irse.

DELICATE | julián álvarezWhere stories live. Discover now