─ chapter four

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GIANNA HABÍA ENTRADO EN PÁNICO, y es que horas atrás había recibido una llamada de la editorial que se hacía cargo de la publicación de sus libros pidiéndole que fuera a la sede que ellos tenían en Buenos Aires para poder hablar del próximo libro y otros detalles relacionados a su contrato. Pero no era el reunirse a último momento con gente con la que nunca había hablado lo que la tenía exaltada, sino que era el hecho de que no podía llevar a Allegra a la reunión con ella y encontraba a nadie disponible que pudiera quedarse con ella hasta que regresara.

Paulo estaba en una reunión con una marca que lo quería de modelo y Oriana estaba en una sesión de fotos que llevaba ya semanas pactada, las tres niñeras que le habían recomendado no estaban disponibles, y los Paredes, que en varias ocasiones la habían ayudado con Allegra, ni siquiera se encontraban en la provincia porque, al igual que otros de la Scaloneta, estaban aprovechando la última semana libre antes de volver a los entrenamientos o a Europa, dependiendo de si eran convocados para los amistosos de septiembre o no.

— Dale Gianna, no seas pelotuda, no te abatates ahora culiada. —se había dicho a sí misma, respirando profundamente. Porque tenía la tendencia de dejarse llevar bastante por sus emociones cuando entraba en pánico, le costaba bastante pensar con la cabeza fría y eso nunca terminaba bien.

Pero al final, todo había terminado bien, más que bien. Gianna había encontrado a alguien que pudiera cuidar a Allegra por unas horas y acababa de salir de la Editorial con una sonrisa radiante en su rostro, completamente emocionada por las noticias que había recibido. No veía la hora de poder contarle la noticia a su hermano y su cuñada, y tenía también que llamar a su madre y otros hermanos para ponerlos al tanto. Pero eso podía esperar, porque primero tenía que pasar a buscar a Allegra.

Subiéndose a su auto, la chica de ojos verdes dejó la carpeta con toda la información a un lado y puso el motor en marcha para dirigirse a la casa de los Fernández, dejándole antes un mensaje a Valentina para comunicarle que ya estaba volviendo.

Gianna iba a estar eternamente agradecida con Valentina porque cuando la había llamado en su desesperación, la chica había logrado calmarla, brindándole su ayuda y ofreciéndose a cuidar a Allegra mientras ella hacía sus cosas. La cordobesa había llevado a Allegra hasta donde vivían Enzo, Valentina y Olivia, siendo recibida por las dos chicas ya que el jugador se encontraba fuera haciendo trámites. Gianna todavía podía ver en su cabeza la expresión divertida de Valentina cuando le explicó todo lo que había en el bolso de Allegra, su mamadera con leche por si quería tomar, un vasito con agua, mudas de ropa por si se ensuciaba, e incluso varios paquetes de galletitas para no generarles gastos a ellos en caso de que la nena tuviera hambre, explicándole también sobre la alergia al maní por las dudas.

Antes de llegar a la casa le preocupaba el hecho de que quizás Allegra no iba a querer quedarse con ellas, porque si bien las conocía y ya las adoraba, no era lo mismo salir las cuatro a merendar juntas que dejarlas sola con ella cuando Allegra era demasiado tímida. Pero al segundo de ver a Olivia, todo rastro de timidez había desaparecido de su hija, y no perdió un segundo en irse a jugar con su nueva amiga.

Cuando finalmente llegó, Gianna estacionó el auto en la vereda y con su teléfono en mano se acercó a la casa para tocar el timbre. Segundos más tarde la puerta se abrió, dejando ver a Valentina con una sonrisa.

— ¿Y Gia? ¿Cómo te fue? ¿Salió todo bien? —indagó la chica moviéndose para que su amiga pudiera ingresar.

Gianna asintió sonriendo— Permiso. —dijo antes de ingresar— Salió todo bien, llegué con unos minutos de sobra así que tuve tiempo de prepararme para la reunión y lo que podían llegar a preguntarme, ahora estoy mucho más tranquila. ¿Allegra? Espero que no te haya dado ningún problema, no está tan acostumbrada a estar sin mí y por ahí se cierra bastante.

DELICATE | julián álvarezWhere stories live. Discover now