⠀⠀⠀⠀✩✩✩ | CHAPTER TWO

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Ser «El último buen Omega en Europa» estaba destrozando la vida amorosa de Dick Grayson.

Ni siquiera se sorprendió cuando su cita lo abandonó en Narrow's.

Y si el camarero no acabase de servirle la copa, se marcharía de inmediato, pero le apetecía tomar un «Hole in one» y se lo merecía.

Desde que publicaron esa entrevista en London Personality dos semanas antes había tenido tres citas desastrosas y la culpa era del artículo.

Había aceptado dar la entrevista como un favor para una ex compañera de universidad, Catalina, y debería haber tratado sobre cómo usaba su título en diseño informático para llevar la ciber campaña de su padre.

En lugar de eso, Catalina había usado algunas frases de la entrevista, encadenándolas con conversaciones privadas que habían mantenido durante los últimos años.

El perfil resultante hacía que Dick pareciese una omega modoso y anticuado en busca de un alfa, que recomendaba a los omegas no acostarse con sus alfas hasta que pusieran un anillo en su dedo ó los marcaran.

No había nada que pudiera ser considerado libelo, pero ni el título ni el contenido del artículo pretendían ser un halago, todo lo contrario.

Y ésa era la razón por la que no solía hablar con la prensa. Dick era demasiado directo, demasiado abierto y sincero.

Eso siempre lo metía en líos y por eso no había llamado a Catalina después de leer el artículo.

¿Para qué iba a arriesgarse a darle más cosas en su contra?

Había decidido mucho tiempo atrás que era mejor no darles a los periodistas nada interesante sobre su vida.

Pero, por el momento, su vida amorosa se estaba resintiendo. Tal vez porque la mayoría de los hombres no estaban dispuestos a esforzarse más de lo necesario. Lo veían como un reto demasiado difícil en lugar de interesante y Dick intentaba verlo como una manera de apartar el grano de la paja, pero no era un gran consuelo.

Lo que más le preocupaba era cómo ese artículo podría afectar a la campaña de su padre.

Nicholas, su ayudante, le había asegurado que la entrevista no era tan mala como parecía... y luego le había pedido amablemente que le informase si volvía a hablar con algún periodista.

En general, sus opiniones parecían demasiado conservadoras y Dick no era capaz de atemperar sus opiniones para que fuesen más del gusto liberal.

En resumen, era un fracaso como hijo de un político.

Y por si eso no fuera suficientemente malo, las circunstancias de su nacimiento hacían sospechar de la moral de su padre.

Dick había crecido sabiendo que el matrimonio con una mujer del mundo del espectáculo había estado a punto de destrozar la carrera política de su padre. Eso, combinado con el hecho de que era la viva imagen de su madre, había hecho que Dick intentase no dar que hablar.

Mary Grayson ya no estaba allí para crear escándalos, pero era muy fácil confundir al público. De modo que había aprendido mucho tiempo atrás que lo más seguro era sonreír amablemente, posar para las fotos y mantener la boca cerrada.

Pero Catalina le había pedido una entrevista.

Dick no había imaginado que un inocente perfil sobre su trabajo en la campaña de su padre pudiese crear tantos problemas, pero una vez más su sinceridad le había costado caro.

Afortunadamente, la temporada de golf estaba a punto de empezar.

Los ricos, famosos y disolutos irían al Royal y darían tanto que hablar que todo el mundo se olvidaría de la entrevista. En un par de semanas nadie recordaría ese artículo y Dick podría disfrutar del verano en la casa de su padre en Blüdhaven, un sitio apartado en el que podía trabajar a gusto y acudir al Royal Saint Annes los fines de semana para ver los partidos.

Discretamente, claro.

No más entrevistas. Durante el resto del verano intentaría no llamar la atención y tal vez en otoño encontraría un alfa lo bastante valiente como para salir con él.

Normalmente no solía beber alcohol, pero como su cita lo había abandonado.

Dick levantó la copa hacia la puerta en un silencioso brindis y se tomó su bebida de un trago.

Cuando bajó la copa se encontró con unos penetrantes ojos verdes clavados en él.

El mismo hombre que estaba mirándolo antes, pensó. Apartó la mirada pero un segundo después, sin poder evitarlo, volvió la cabeza.

El hombre seguía mirándolo y la penetrante mirada era sólo la punta del iceberg.

Tenía el pelo negro, un poco alborotado y evidentemente cortado en una peluquería cara. Traje de Armani, hombros anchos... la intensidad de su mirada era equilibrada por una sonrisa traviesa, llena de encanto. Incluso tenía hoyitos en las mejillas, observó, devolviéndole la sonrisa casi sin querer.

La mezcla resultante era un iceberg que podría hundir el más titánico de los corazones.

Todo en aquel hombre era un reto. Y lo más extraño era que, por una vez en la vida, Dick desearía ser la clase de omega que aceptaba ese reto.

Pero no, él era Dick Grayson, el hijo de un prominente senador, defensor y representante de los valores tradicionales. Sí, era el último buen omega de Europa. Desgraciadamente.

Dick dejó el vaso sobre la barra y tomó su celular, dispuesto a marcharse.

Pero cuando levantó la mirada él estaba allí, a su lado.

ACCIDENTAL FIANCÉ ── JAYDICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora