⠀⠀⠀⠀✩✩✩ | CHAPTER TEN

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Muchos años atrás, sintiendo curiosidad por la madre que lo abandonó, Dick había pasado horas en la biblioteca local leyendo entrevistas con Mary Grayson.

La mayoría estaban hechas durante la escandalosa aventura y posterior matrimonio con su padre, el entonces joven senador. En esos artículos, sus palabras eran cautelosas y seguramente ensayadas. Pero en las pocas entrevistas que había dado después de dejar a su marido y abandonar a su hijo de tres años, Mary Grayson hablaba con total libertad.

Para Dick, un adolescente entonces, la cita más memorable era:

¿Por qué voy a sentirme avergonzada de que me gusten los hombres? El sexo es un ejercicio fabuloso y te deja la piel brillante. ¿Por qué no voy a disfrutarlo siempre que quiera?

Durante un tiempo. Dick fantaseó con la idea de adoptar esa filosofía, pero la práctica no le había gustado nada y desde entonces había desechado las ideas de su madre a favor de las suyas propias, mucho más conservadoras.

Una tarde con Jason había cambiado todo eso.

A pesar de sus convicciones, y de las dudas sobre las intenciones de Jason Todd, despertó a la mañana siguiente sintiéndose absurdamente satisfecho y feliz. Casi daba igual que apareciese o no en la gala.

Estaba contento y tenía la piel brillante. Por primera vez en su vida sentía como si de verdad fuera el hijo de Mary Grayson.

Y todo gracias a Jason.

Podría no aparecer en la gala esa noche, pero sobreviviría. Habiendo aprendido una lección más.

Pero ¿Y si aparecía? En fin, tampoco sería un problema.

Llevaba toda su vida bajo los focos debido a la carrera política de su padre y, si había podido cenar con la realeza a los once años, podía encontrarse con Jason en la gala.

Se mostraría amable, sonreiría y lo trataría amablemente. Seguramente eso era lo que había hecho su madre.

Era curioso que pensara tanto en una mujer a la que no había visto desde que tenía tres años y que había muerto en un accidente cuando tenía diez.

Aunque apenas la recordaba, Mary había dejado una marca indeleble en su vida. Entre olvidar el pasado de su madre y hacer lo posible para no poner en peligro la carrera política de su padre, a veces Dick sentía como si no tuviera una vida propia.

Hasta el día anterior, cuando en los brazos de Jason se había olvidado de los dos.

Estuvo todo el día pensando en él... e intentando no hacerlo.

Por la tarde, cuando llegó el momento de vestirse, estaba cansado de contemplar su futuro y pensar en el pasado.

Estaba listo para disfrutar de la noche.

Preparado para todo... salvo para lo que ocurrió.

***

Jason estaba en la habitación del hotel, leyendo revistas económicas y repasando informes en su ordenador portátil.

Cualquier cosa para no pensar en Dick.

Incluso hizo lo inimaginable: apagar el celular.

Cuando por fin volvió a encenderlo, vio que tenía siete llamadas de Roy. Y, aunque no tenia ganas de hablar con él, no tenía más remedio que hablarle.

—Jason, te había subestimado —lo saludó Roy.

—¿De qué estás hablando?

—Cuando dijiste que te acostarías con él en una semana pensé que era una broma, pero estaba equivocado. ¿Qué más puedo decir, aparte de que te debo mil libras?

—¿Se puede saber de qué demonios estás hablando? —volvió a preguntar desconcertado, Jason no entendia nada.

—De Richard Grayson —respondió Roy inmediatamente—. Esa fotografía de los dos en internet es toda una bomba.

—¿Qué? —la respiración de Jason se quedo en su garganta.

—Busca heading for the royalty punto com —dijo Roy.

Mierda.

Jason cortó la comunicación para buscar la página de internet... y allí estaba.

Había dos fotografías, la primera en blanco y negro hecha unos treinta años antes del senador Wayne con una mujer pelinegra que llevaba un vestido, algo parecido a lo que llevaría una bailarina de cabaret.

Jason la había visto antes, cuando buscó "Dick" en Google, y sabía que esa foto había estado a punto de arruinar la carrera del senador.

Pero no era tan sorprendente como la que había debajo.

En la segunda foto también había un hombre con un pelinegro de escándalo. Pero, al contrario que la primera, ésta era en color. Y no tenía treinta años, la habían hecho veinticuatro horas antes.

Era una foto de Dick y él besándose en el aparcamiento, el pelo de Dick alborotado, la camisa medio abotonada...

¿Cómo demonios habían conseguido esa fotografía?

Encontraría al responsable y haría que lo despidieran, pensó, furioso.

Lo demandaría, lo mataría, el mismo si era necesario.

Cuando pudo calmarse un poco, leyó el pie de foto: Parece que de tal palo tal astilla.

Era un golpe bajo, desde luego. En el artículo mencionaban la entrevista que Dick había dado a London Personality, dando a entender que fingía esos valores tradicionales para tranquilizar a los votantes de su padre mientras, en realidad, se acostaba con unos y otros.

Soltando una maldición, Jason tomó las llaves del coche.

No eran los paparazis los que merecían la muerte, sino él.

Por idiota.

ACCIDENTAL FIANCÉ ── JAYDICKWhere stories live. Discover now