05; Paseo

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Katsuki ese mismo fin de semana se dió cuenta de algo muy importante: para su fortuna —o desgracia—, Kirishima vivía muy cerca suyo.
Fue el sábado cuándo se percató de este pequeño detalle que había sido pasado desapercibido por todo el tiempo —que no era mucho— que llevaba viviendo en esa casa. Desde la parte trasera de su jardín, pudo ver al de cabellera negra a unos cuántos metros de distancia. Cuándo en la tarde se encontraron en el parque, pudo resolver sus dudas, descubrió que Eijiro vivía en la calle de detrás de la suya. Así que, estaban relativamente cerca el uno del otro.

Y el domingo por la tarde, mientras jugaba en el jardín con el columpio que su padre le había instalado hacia escasos días sobre uno de los árboles, vio como Eijiro vino hasta su puerta y se quedó quieto frente a ella, mientras lo miraba directamente a él y movía su mano de  un lado a otro, saludándolo.

Katsuki hizo que el columpio se detuviera mientras bajaba de él, caminó por la hierba fresca del jardín hasta llegar a la puerta, abriéndola para que el otro infante pudiera entrar.

—¿Que haces aquí?—Preguntó, pues notó que estaba sólo.

—Me he escapado de casa.

Esa declaración, lo dejo demasiado perplejo, incluso aturdido. No lo habría esperado nunca. Eijiro, sin decir nada más, camino por el jardín para entrar a la casa, el rubio, aún tratando de asimilar la información, lo siguió cual perro faldero.

—¿Por qué te has escapado?

—¡Mi hermano me ha dicho que mis mamás no me quieren!—Exclamó Eijiro.

—¡¿Por qué siempre te crees todo lo que te dicen?!—La ingenuidad de Kirishima, aunque se le hiciera muy tierna, también le hartaba.

¡Sus madres lo adoraban! ¿Cómo podía siquiera dudar de eso? El hermano mayor de Eijiro, Akemi, era conocido por ser un adolescente al que le gustaba en demasía gastarle bromas de mal gusto a la gente. Con un hermano menor tan inocente cómo lo es Eijiro, no quedaba duda en que el pequeño era el blanco principal para sus bromas pesadas.

—¡Ellas no dijeron que no, eso significa que me odian!—Y antes de poder evitarlo, el pequeño niño pareció sollozar.

Katsuki entró en pánico cuándo creyó ver las primeras lágrimas salir de los orbes de Eijiro. Para él, el pelinegro era un llorón, pero no iba a decir nada de eso en voz alta.

—¡No llores!—Regaño, cómo si eso pudiera tener algún efecto cuándo estaba más claro que el agua que iba a ser totalmente inútil.

Lo peor de Akemi Kirishima, es que además de ser un bromista sin remedio, se le daba demasiado bien mentir, por eso tantas personas caían en sus mentiras y bromas rápidamente, sabía cómo convencer a la gente de que estaba diciendo la pura verdad, y nada más que la verdad. Siempre sabía que argumento utilizar para que todo el mundo le creyera.

Cuándo vió que Eijiro no dejaba de llorar, hizo lo primero que se le ocurrió, lo que hacía su madre cuando él lloraba. Atrajo al infante a sus brazos, y lo envolvió en ellos formando un efusivo abrazo, después dejó un beso en la mejilla de Kirishima cuándo notó que sus sollozos pasaron a ser más suaves.

—Vamos a dar un paseo.—Dijo con seguridad y decisión Katsuki, tomando la mano del otro niño para conducirlo a la puerta.

Katsuki tomo su bicicleta, poniéndose el casco por si acaso se caía, para evitar heridas. Kirishima, a su lado, pareció pensar algo, torció la boca antes de comenzar a hablar.

—Katsuki, mi bici está en casa.

—Lo sé tonto.—Respondió y antes de que el otro niño pudiera quejarse por el insulto le lanzó un casco, Eijiro por suerte logró atraparlo al vuelo.

Una vez ambos tuvieron cascos para protegerse, se subieron a la bicicleta, Katsuki iba delante, pedaleando, mientras que Kirishima estaba sentado cómo podía detrás de él, sujetándose por la camisa del rubio cenizo. Dieron un buen paseo con la bicicleta por todo el pueblo, para que Katsuki lo conociera más, Kirishima le explicaba mientras él escuchaba atentamente y se dedicaba a pedalear sin cesar.

Terminaron encontrando un lugar aislado, en las afueras del pueblo y adentrado en el pequeño bosque que se alza al final del pueblecito. Un lago de aguas cristalinas fue suficiente para que ambos niños pasaran horas y horas allí, perdiendo la noción del tiempo mientras ambos disfrutaban de la tibia agua. Kirishima soltaba gritos acompañados de pequeñas carcajadas cada vez que Katsuki fingía tratar de ahogarlo.
Se estaban divirtiendo mucho, en realidad, tanto que Kirishima ya había olvidado lo que le había dicho su hermano mayor, cómo también ambos habían olvidado que han pasado aproximadamente 4 horas allí, y sus padres ya deberían haberse percatado. Seguramente, los estaban buscando como locos.

Una vez vieron como comenzaba a anochecer decidieron que era momento de regresar a casa después de estar toda la tarde fuera. Agarraron la bicicleta de Katsuki, y esta vez decidieron cambiar los puestos, Kirishima era quién pedaleaba mientras Katsuki iba detrás. No tardaron mucho en llegar de nuevo al pueblo. Fue sorprendente la bienvenida que recibieron cuando ingresaron al hogar de los Bakugou.
Los progenitores de Katsuki se abalanzaron sobre él en cuánto lo vieron, y las madres de Eijiro hicieron lo mismo.

—¿Dónde habéis estado?—Preguntó Masaru para después separarse rápidamente de su hijo.—¡Estás empapado Katsuki!

Bakugou tan sólo le dedicó una mirada cómplice al pelinegro, quién aún parecía resentido y rechazaba el abrazo de sus madres. Al parecer, aún estaba enojado y creía lo que decía su —en opinión de Katsuki, imbécil— hermano Akemi.

—¿Porqué te has ido de la casa sin decirnos nada? ¡Estábamos tan preocupadas!

Kirishima frunció el ceño, lo que le pareció adorable a Katsuki. Y dijo.—¡Vosotras no me queréis, por eso me he ido!

Ambas mujeres parecieron sorprendidas por la declaración de su hijo menor. Incluso los progenitores del rubio parecieron sorprenderse ante tan contundente respuesta del pequeño.

—¿Que te hace pensar eso?—Preguntó una de ellas, que ahora sabe, que esa es a la que Eijiro llama "mami"

—¡Me lo han dicho!

—¿Quién te ha dicho esa mentira?—Preguntó ahora la otra mujer.

—¡Akemi!

No hace falta decir, que Akemi recibió un castigo por parte de sus madres quiénes parecían estar rabiosas por la broma pesada que jugó su primer hijo al menor. Cómo tampoco hace falta decir, que esa no fue la última vez que Katsuki y Eijiro hicieron ciertas escapadas en bicicleta.















•°Crayon°• /Bakushima/Where stories live. Discover now