- CAPÍTULO 14 -

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DAVINA

Los días seguían pasando, el reloj no paraba de dar vueltas y el tiempo no se detenía. Cinco días después de que mi amiga y su marido se fueran de viaje de novios me encontraba en la cocina de la casa de Raynard charlando con Molly. Desde aquella noche que dormí con él me preguntó si quería venirme a su casa hasta que nos fuéramos a Alemania. No me sentía lista para dormir en la misma habitación con él conscientemente, así que volví a mi antigua habitación trasladando todo lo que tenía en casa de Jakob. Ayer me dedique a empacar, de nuevo, todo pues hoy a primera hora de la mañana habían salido la mayor parte de nuestras pertenencias de camino a nuestro nuevo hogar.

Hogar, sí.

Me seria raro tener que acostumbrarme a vivir en un país que no era el mío, pero mucho mas entender a la gente. Solo rezaba y deseaba que supiesen hablar mi idioma, porque de verdad que intente aprender alemán con Molly durante los meses que estuvimos en Japón, pero soy nefasta para eso. Aprendí alguna que otra frase básica, palabras que podrían sacarme de un apuro, pero ya no hablemos del acento porque eso si que era tiempo perdido.

Molly mordió la zanahoria que se estaba comiendo mientras me contaba su aventura con Igor. No me contó casi nada hasta hoy, pues se había dedicado a acostarse con el alemán cuando él tenia ratos libres. Sonreí por la felicidad que irradiaba, me alegraba por ella, y sobre todo por saber que Igor ha entendido que ni Raynard ni Jakob se iban a interponer en el amor que siente por la rubia.

- Igor hablo con Jakob la noche que volvimos de Japón. – Cogí una uva y me metí en la boca mientras asentía.

Estábamos sentadas alrededor de la isla de la cocina.

- Le dijo que estaba enamorado de mí. – Casi chillo eso ultimo. – Jakob le dijo que tanto él como Raynard lo llevaban sospechando hace muchísimo tiempo. – Bueno eso no me sorprendió. – Pero que le arrancaría la cabeza como me hiciera daño. – Solté una carcajada mientras me comía otro trozo de fruta.

- Me alegro por vosotros. – Inconscientemente pensé en Kaito, aquel hombre que besaba el suelo por el que pasaba Molly. – Tienes que decírselo a Kaito.

El rostro de la rubia se torno completamente rojo de la vergüenza que quizás estaba sintiendo. Afirmo con la cabeza cogiendo otro trocito de zanahoria, aunque esta vez comenzó a golpear otros trozos con la que mantenía en la mano.

- Lo sé. – Murmuró. – No quiero hacerle daño. – Suspiré dejando caer mi espalda al respaldo.

- Él sabía dónde se metía Molly. – Le recordé. – Le avisé que no se enamorase de ti. – Esta me miro sorprendida, abrió los ojos mientras se mordía el labio inferior.

- ¿Crees que esta enamorado? – Me encogí de hombros no queriendo echar mas leña al fuego. – Tu díselo, él deberá encargarse de reordenar sus sentimientos.

Podía parecer que lo que estaba diciendo sonaba demasiado duro, pero era así. Molly se acostaba con Kaito porque tenían química, se gustaban. Sin embargo, el corazón de mi amiga siempre perteneció a una sola persona, y sinceramente, ella le advirtió desde un principio de sus sentimientos.

Era solo sexo.

- ¿Tú que tal con...? - Solté el aire de mis pulmones despacio mirando hacia la puerta de la cocina.

- No sé. – Me sinceré. – Desde aquel momento en el estanque no hemos tenido ningún acercamiento... - Me di golpecitos con los dedos sobre el muslo de la pierna. – Esta organizando todo para irnos dentro de dos días a Alemania, y con Jakob fuera... él esta encabezando todo. – Molly me dedico una bonita sonrisa, aunque había algo de compasión en ella.

El Ángel del Diablo. | II DIABLO |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora