- CAPITULO 21 -

1K 115 13
                                    


RAYNARD

Cogí del brazo de nuevo a Davina impidiendo que entrase en el comedor. Esta me miró totalmente frustrada por mi acción, pero no podía permitir que entrase ahí y se comportarse mal con Irina. Nosotros tuvimos nuestra historia hace mucho tiempo y aun con todo la considero buena amiga y alguien de fiar. Podía entender porque Davina desconfiaba de aquella jefa de la mafia, pero debía confiar en mí.

- Hübsch. – Le supliqué en un susurro.

Sus ojos, que en aquel momento eran como dos llamas ardiendo, fueron cambiando de expresión. Con su brazo en mi mano di unos pasos hacia atrás para separarnos de la entrada de nuestro comedor, donde la gente nos estaba esperando.

- Voy a confiarte algo. – Le dije aun susurrando, vi como tragaba saliva por el cambio en mi tono de voz. - ¿Vas a escucharme? – Asintió mirándome los labios, cosa que provocó que ladease una pequeña sonrisa.

- No te rías. – Fijo sus ojos en los míos suavizando del todo su dura mirada.

- Irina fue violada cuando tenía quince años por un hombre de Belov por orden suya. – La cara de la mujer que tenía en frente paso por dos fases en apenas cinco segundos, primero de disgusto y después de enfado.

- ¿Cómo? – Hablo bajito completamente indignada.

- Belov estaba en guerra contante con Viktor, el padre de Irina. Quiso darle una sucia lección dándole donde más le dolía. – Suspiré rascándome en la nuca.

Recuerdo perfectamente el día que Irina nos contó todo aquello, se me pusieron los pelos de punta solo de escucharlo.

- Ese hijo de puta... - Murmuró mirando hacia la entrada del comedor. - ¿Y por qué me ha tenido que hablar así antes? – Me preguntó confusa.

- Te estaba poniendo a prueba, y lo seguirá haciendo. – Esta bufó. – Hübsch, ella es así. Solo, intenta sobrellevar su comportamiento, cuando ella tenga una veredicto sobre ti dejará de sacarte de quicio. – Davina me miro durante unos segundos en los que podía ver como los engranajes de su bonita cabeza funcionaban a mil por hora.

- No tengo porque aguantar eso, ¿lo sabes, no? – Asentí comprendiéndola. – Pero lo haré. – Abrí los ojos sorprendido.

Porque vamos, Davina Morris estaba cediendo, y era la persona más cabezona que podías cruzarte.

- Lo haré por ti, Diablo. – Se puso de puntillas dejándome un suave beso en la comisura de mis labios.

Me guiño un ojo y comenzó a andar hacia el comedor, hipnotizado como un estúpido le seguí los pasos. Era la única que conseguía que me comportase así, Davina Morris podía tenerme a sus pies con solo chasquear los dedos, y yo estaría encantado de arrodillarme ante ella todas las veces que fuera necesario.

Entre al comedor sentándome a su lado, Irina hablaba animadamente con Jakob sobre el padre de esta. El cocinero junto con sus dos ayudantes que habíamos contratado comenzó a repartir los platos con la cena. De centro teníamos un picoteo y unas ensaladas, y el principal era un rico estofado de ternera con patatas. Comenzamos a comer todos, charlamos un buen rato entre bocado y bocado, estaba siendo muy agradable todo. Irina y Davina no cruzaban palabra, alguna que otra mirada, pero nada más. Estaba más que agradecido, hübsch charlaba animadamente con Aria sobre ir a ver cunas para su futuro bebe, y yo me reía de las ocurrencias de Molly.

La cordialidad no duro toda la velada, pues Irina se dirigió a Davina por primera vez en la noche.

- Y dime Davina. – Miré con advertencia a Irina, quien me ignoro. - ¿Qué tal esos nueve meses con los japoneses?

El Ángel del Diablo. | II DIABLO |Where stories live. Discover now