19- Revelación

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Amaris:

—¡Sebas! ¡Estamos aquí escondidos cómo estúpidos desde hace una hora! —reclama Luciana, molesta.
—Una hora no es nada —le responde Sebastián—. Amaris, ¿estás segura de que esta es su casa?
—Amm, claro. Estoy segura de que es aquí.

Estamos escondidos detrás de una valla al lado de la casa de Ariadna. Llevamos bastante tiempo aquí, y la verdad es que estoy un poco cansada.

—No entiendo por qué tuviste que ir a buscar tu arco —le dice Luciana a Sebastián.
—Por las dudas.
—¿Acaso crees que pase algo malo a tal punto de que necesites tus flechas? —Ben pregunta.
—No lo sé. Prefiero estar preparado.
—Como digas, fosforito —dice Luciana.

Se nota que quiere irse.

(...)

—Sebas... pasó otra hora y ya está oscuro —digo.
—¿De verdad?

Sebastián estuvo entretenido con su celular todo este tiempo. Yo estuve pensando y Benjamín estaba quedándose dormido, y a diferencia de Luciana, ella sí se durmió.

—... —Sebas suspira y deja su celular—. Está bien. Si dentro de los próximos minutos no pasa nada nos vamos.
—Aleluya... —responde Ben casi sin ganas.
—... —Sebas desvía la mirada hacia Luciana, quien se encontraba a su lado— ¿En qué momento se durmió?
—Ni idea —respondo.

De repente escuchamos el ruido de una puerta; era Ariadna. Sale y vuelve a cerrarla y se dirige al bosque.

—Al fin pasó algo —exclama Ben.
—¿Qué irá a hacer a esta hora? —digo, curiosa.
—No tengo idea —dice Sebas, y le da un codazo a Luciana para que despierte—¡Oye! Despierta.
—¿¡Ah!? ¿¡Q-que yo qué!? —despistada—. Ah, hola... ¿Pasó algo? —Frota sus manos en sus ojos.
—Ariadna salió. Hay que seguirla —le responde Sebas. La ayuda a levantarse y vamos tras Ariadna.
—¿No crees que haremos demasiado ruido?—le pregunto a Sebastián.
—Sí, y por eso iremos por los árboles.
—¿¡Cómo!? ¿¡Estás loco!? La magia puede desaparecer —le reclama Benjamín.
—Lo sé, pero mayormente la magia suele durar bastante tiempo, así que supongo que estaremos bien —dice Sebas.
—Si tú lo dices... —digo.

Nos separamos, pero seguimos manteniéndonos cerca.
Como por unos cinco minutos estuvimos siguiendo a Ariadna, al parecer camina sin preocupación alguna. Veo que se detiene y se queda unos segundos parada.

—¿Qué estará haciendo? —susurro.

Veo que respira hondo y exhala, y se sienta apoyándose contra un árbol. Parece bastante tranquila. Cruzo miradas con Sebastián, que parece que tampoco entiende muy bien lo que pasa.

—... —Ariadna tiene la mirada perdida.

Todo estaba tranquilo... y vemos que Luciana se resbala y cae del árbol. Los tres no estábamos tan cerca como para ayudarla, pero por suerte logra enredar su lazo a una rama y quedar colgada de ella. Aunque... su grito llamó la atención de Ariadna, quién la miró sorprendida.

—¿Luciana?
—... Ajajajaja... ¿Cómo estás, Ariadna? —sonríe nerviosa.
—... ¿Qué es-
—¡Por favor ignora esta cosa brillosa que tengo en la mano! ¿Sí? —habla de forma rápida.
—... ¿Ok? —confundida.

Bueno, salió mal. Ya no vale la pena ocultarse. Benjamín baja a donde se encuentra Luciana, y Sebastián y yo también, procurando que Ari no nos vea utilizando nuestros poderes, aunque no sé lo que vaya a pensar después de ver el lazo de Luciana.

—¿Estás bien? —le pregunta Ben a Luciana.
—Sip, estoy bien. —Suelta el lazo.
—¿Ustedes? ¿Qué hacen aquí? —Ariadna parece aún más confundida.
—E-es que... —Ben intenta responder.
—¡Ya sabes! Nosotros somos muuuuy amigos, jaja... —Luciana toma el brazo de Benjamín de forma brusca—. ¡Inseparables! Quisimos salir a dar una vuelta bastaaaaante amplia por el bosque. ¿No es cierto, Amaris?
—¿Qué? ¡Ah! ¡Claro! E-el bosque es lindo de noche, jaja... ¡Y qué coincidencia encontrarte aquí! —sonrío.
—... Sí —responde Ariadna, casi sin ánimos.

El Resplandor de la MagiaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt