23- Verdad

94 6 28
                                    

Sebastián:

Camino junto a Luciana después de despedirnos de Benjamín y Amaris. Este hecho reciente me hace pensar en muchas cosas. Si bien parece bueno también puede significar algo malo.

—Esto no está bien, no, no lo está —digo, un poco preocupado.
—¿Mmm? —Luciana parece extrañada— Hace un momento estabas bien. ¿Qué te pasó?
—Emm, no lo sé. ¿Qué piensas sobre lo que acaba de pasar?
—Eh, bueno, es raro que nunca lo hayamos visto antes. He ido muchas veces al bosque y jamás se me cruzó por la mente que un tipo de campo de fuerza estuviera encima del pueblo.
—A mí tampoco, pero al parecer nadie del pueblo lo sabe, así como nadie sabe de los monstruos... Si no ya se abrían esparcido los rumores desde hace rato.
—Los monstruos ni siquiera se acercan al pueblo —dice Luciana con ambas manos metidas en los bolsillos de su pantalón, mientras camina.
—¡Agh, todo es un completo lío!

A pesar de tener más información no logro poder armar algunas partes de este rompecabezas. No tengo idea de cómo podremos encontrar algo más.

—Oye, ¡cálmate! Creo que todos estamos estresados por esto. —Luciana me mira y hace una expresión, como si se le hubiera ocurrido algo—. Mmm, ¿Qué te parece si nos tomamos al menos unos días? Debemos despejar la mente, olvidar por un momento el tema de la magia —dice Luciana, sonriente.
—... ¿Y qué propones?
—No lo sé. Mmm, podríamos hacer un viaje, una salida especial, o- ¡Ya sé! ¡Una pijamada! Siempre quise hacer una. ¡Creo que sería el momento perfecto para ser nosotros mismos!

Parece que la idea la emociona bastante. La verdad es que las únicas pijamadas que hacía eran cuando Dylan venía a mi casa. Estar con otras personas siento que me incomodaría, a pesar de que son mis amigos.

—... No lo sé. —Me siento un poco incómodo.
—Ah, ¿no te gustó la idea?
—E-es que yo... no suelo hacer ese tipo de juntadas por asuntos míos.
—... Entiendo. —Noto que su sonrisa disminuye un poco—. Hmm, tal vez otro día será. Aun así debemos despejarnos un poco, si no nos vamos a volver locos.

(...)

Ya es de noche, y mientras camino por las calles pienso en todo lo que pasó, entre lo de Dylan y el campo de fuerza. Dylan estuvo bombardeándome el celular de mensajes pidiendo que le dé información de "su nuevo amor". Puta madre, después soy yo el que tiene que soportar esa actitud suya casi insoportable.

Dos personas salen de un bar bastante iluminado, con una entrada bastante linda. Me acerco y veo que no hay tanta gente dentro, pero al fondo veo a alguien que me resulta conocido.

—¿Benjamín? ¿Qué estará haciendo aquí?

Veo que está solo, en una mesa que está contra la pared, con sillas acolchadas.

—¿Le molestará si voy a verlo? Pero, ¿me dejarán entrar? ¿Y si me echan por ser menor de edad? ... Bah, si me echan me voy y listo.

Tomo el picaporte y abro la puerta. El bar por dentro se ve bastante lindo, y la música jazz de fondo es linda.
Me acerco a la mesa en la que Benjamín se encuentra. La verdad es que dudo de si hablarle, no sé, si yo me encontrara solo, dependiendo de la situación no me gustaría que se me acercaran, pero bueno, si quiere que me vaya lo haré.

—¿Ben?

Parece que estaba sumergido en sus pensamientos, y al escucharme se da la vuelta.

—¿Sebastián? ¿Qué haces aquí?

Con su mano agarraba un vaso con bebida, ni idea de lo que es.

—Eh, solo caminaba y te vi aquí. ¿Te molesto? Si quieres puedo irme.
—Nah, está bien. Puedes quedarte.

El Resplandor de la MagiaWhere stories live. Discover now