3. Carta de amor | Charlos

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Carta de amor | Charlos

La primera carta de amor que escribí fue para mi mejor amigo, un chico de ojos verdes como dos esmeraldas y la sonrisa más hermosa del mundo, con una actitud fenomenal y un humor divino. Charles era el chico perfecto ante mis ojos, cada aspecto que descubría de él me fascinaba aún más, era como un calendario de adviento, cada día tenía algo nuevo.

La primera vez que lo conocí , al verlo llegar tarde al salón de clases, agitado, con el cabello alborotado y la ropa desacomodada, supe que iba a poner mi mundo de cabeza.

Dicen que todo pasa por algo, quizá eso explica el por qué el único asiento que quedaba disponible ese día era a mi lado, o el porqué que a Charles se le olvidó su bolígrafo y me pidió prestado uno a mi, motivo por el que empezamos a hablar.

"Eres mi mejor amigo, te amo Carlos"

Esas palabras se adhirieron a mi piel y quemaron mi dermis como si se tratase de hierro fundido siendo derramado sobre mi. Intentaba olvidar la primera parte de aquella frase y tan solo quedarme con esas bellas palabras del final.

Su mejor amigo.

Si, ese era yo, el amigo al que le tocaba escuchar e intentar aconsejar en su vida amorosa, el que lo consolaba cuando alguien lo lastimaba, mientras me contenía para no abrazarlo y besarlo por toda la cara para intentar sanar su dolor. Cada lagrima que le vi derramar, cada tarde de llanto en el que vimos películas y comimos helado, si tan solo supiera que yo sufría con el internamente, porque una lagrima suya era como un puñal para mi alma.

"Anímate a contarle lo que sientes, Carlos. Solo así vas a dejar de atormentarte y acabarás con la incertidumbre que te genera"

Aún recuerdo los consejos de Lando, que siempre intentaba animarme para confesarme a Charles. Con el podía desahogarme y sabía que mis secretos estaban a salvo, puesto que el era una persona muy leal.

"No puedo ricitos, no tengo el valor suficiente, probablemente tartamudeé y haga el ridiculo"

Ricitos, Charles odiaba que llamara así a Lando, decía que al único al que yo le podía poner apodos cariñosos era a él, además de que a Charles jamás le cayó completamente bien el inglés, jamás entendí el porqué.

"¿Y si le escribes una carta?"

Esa noche ni siquiera cené al llegar a casa, estaba dispuesto a confesar mis sentimientos a través de un papel. Me senté en mi escritorio y en una hoja blanca comencé a plasmar las letras. Nunca antes había escrito una carta de amor, pensaba que sería más complicado, pero al intentarlo mi mano casi se movió por si sola impulsivamente, estaba hablando mi corazón en vez de mi cerebro.

Al día siguiente coloqué la carta dentro del casillero de Charles, y me fui nervioso. Toda la mañana estuve inquieto y angustiado. Incluso intenté arrepentirme pero definitivamente ya era muy tarde, seguramente en esos momentos el monegasco ya había leído todo.

Cuando salí de clases y me lo encontré en el pasillo, con el papel entre sus manos, y una expresión indescifrable me asusté tanto que sentí que mi alma abandono mi cuerpo por unos segundos y las ganas de querer salir corriendo lejos sin escuchar nada se hicieron presentes, pero mis piernas trémulas se mantuvieron en su lugar, cual estacas clavadas en el suelo, mi cerebro no podía coordinar con mi cuerpo.

Mi respiración se alteró al ver como el se acercaba a mi. Pero se tranquilizó cuando, sin decir nada, me abrazo fuerte por el cuello y yo lo sostuve por la cintura. Aún pasmado en mi lugar, sin entender si lo que sucedía era bueno o malo, lo único que sabía era que el corazón me latía rápido queriendo salirse de mi pecho, y que se sentía tan malditamente bien el estar entre sus brazos, con su cara escondida en mi cuello.

"Te amo Carlos, y no como amigo" Fue lo que escuché en un susurro tan dulce cerca de mi oído, aún sin poderle ver la cara porque seguía oculto entre mis brazos.

"Te amo más Charles, y tampoco es como amigos"

Se separó lentamente del abrazo y estampó sus labios contra los míos, era un beso lento y pude saborear sus dulces labios, esos que tanto anhelé, sentía que me iba a derretir entre sus brazos porque estaba en un sueño sintiendo aquella boca sabor cereza. Con sus manos acariciaba suavemente mi cabello y yo su cintura, cuando casi nos quedábamos sin aire tuvimos que separarnos, no por gusto, sino por necesidad, estoy seguro de que ninguno quería dejar de besar al otro, era una sensación tan bella tener sus labios pegados a los míos, creo que acababa de descubrir mi nueva adición.

Nos quedamos mirando a los ojos fijamente mientras dos sonrisas cómplices se apoderaban de nuestros rostros.

Desde ese día me juré a mi mismo escribirle una carta cada día, recordándole lo mucho que lo amo y lo amaré para toda la eternidad. Porque es el amor de mi vida y siempre lo será.

One Shots | Pilotos de la fórmula 1 [gay version]Where stories live. Discover now