4. Verano | Maxiel

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Verano | Maxiel

El verano llegó como cada año, como si fuese un viento cálido y enérgico que traía consigo la promesa de días interminables y noches totalmente estrelladas. Era como una invitación a dejar atrás la rutina y a disfrutar de la vida al máximo. Las calles se llenaban de risas y música, y el sol brillaba con más intensidad que nunca.

Max amaba el verano, sentía que era como una sinfonía de calidez y alegría, siempre había sentido que tenía algún tipo de conexión especial con esta estación del año, y por alguna razón el verano le hacía sentir mas vivo que nunca. Además, este año estaba dispuesto a disfrutar aún más sus vacaciones veraniegas ya que estaba saliendo de un matrimonio un tanto... desagradable. Sus amigos siempre le cuestionaban como era posible estar viviendo un divorcio a tan temprana edad, pero bueno, eran gajes de casarse sin pensarlo muy bien. En fin, era su primer verano soltero, aunque no oficialmente ante la ley aún, pero había decidido tomar unas vacaciones antes de comenzar todos esos papeleos agotadores. Y la arena y el agua le parecieron muy buena idea.

El sol comenzaba a descender en el horizonte, iluminando el cielo de una paleta de colores rosados, naranjas y dorados. Era uno de esos atardeceres de verano en los que el aire estaba cargado de una sensación de paz y tranquilidad. La brisa suave acariciaba la piel pálida del chico y hacía que las olas del mar chocaran suavemente contra las rocas de la orilla de la playa creando un pequeño rumor relajante.

Max se encontraba sentado en un pequeño risco a la orilla de el mar, y desde donde estaba tenía una muy buena vista, no solo del océano, sino también de la playa que estaba llena de vida, con niños corriendo y jugando, parejas caminando de la mano y solitarios, como el, disfrutando de la calma y la soledad de las aguas tranquilas.

Unos pasos detrás de el lo hicieron girar la cabeza para percatarse de que un chico alto y de ojos café, que parecían mirar a través de su alma, se acercaba mientras que en su rostro tenía una blanca sonrisa más grande que la longitud del océano pero que quemaba más que el sol, tanto así que parecía haber dejado cegado a Max por unos segundos.

—Hola, perdón por llegar así de la nada y probablemente interrumpir tu momento de soledad —fue lo primero que salió de aquellos labios—. Lo que sucede es que vi que tenías una de las mejores vistas de la playa y quería acercarme a ver un poco el atardecer —murmuró apenado.

—No te preocupes no hay problema —verbalizó Max luego de salir de su trance.

—¿Te molesta si me...? —señaló con la cabeza el lugar al lado del rubio dando entender que pedía permiso para sentarse junto a él.

—Para nada, siéntate —confirmó Max y posteriormente aquel chico tomó asiento. Ambos miraban fijamente aquel espectáculo de colores, como si el cielo fuera el lienzo siendo decorado por el sol que interpretaba el papel de artista.

—Soy Daniel —murmuró de la nada el castaño mientras su mirada se encontraba perdida en el punto en el que el mar y el cielo se unían en uno solo.

—Yo soy Max —soltó el ojiazul.

—Max, tienes lindos ojos, azules como el cielo —alagó Daniel y Max no pudo evitar sonrojarse ligeramente. Era normal, venía de una relación tan tóxica en la que había sido tratado tan mal que ni siquiera un cumplido había recibido desde hace años.

—Gracias Daniel, tú tienes bonita sonrisa.

—Por favor, dime Danny.

One Shots | Pilotos de la fórmula 1 [gay version]Where stories live. Discover now