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CAPÍTULO CINCO

✶gavi's point of view

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gavi's point of view

18 de abril del 2013

Estaba sentado en los bancos que había al lado del despacho del director, mirando a los lados mientras jugaba con mis dedos y esperaba que nos llamaran.

Mi padre leía el periodico a mi lado, no hablaba y eso la gran parte del tiempo eso significaba que estaba enfadado, o que él Barça había perdido.

—Señor Paéz, por favor, pase y tome asiento. —abrió la puerta y lo dejó pasar, mientras me echaba la mirada de decepción negado con la cabeza. Cuando cerró la puerta a su paso, me puse en pie y pegué mi oreja a la puerta para poder escuchar lo que decían.

—Está bien, ¿qué ha hecho? -Oí la voz de mi padre.

Nada, no había hecho nada, por lo menos esta vez.

—¿Por qué supone que ha hecho algo malo?

—No lo sé, me ha llamado para que viniera a hablar con usted, ¿por qué no me dice ya la razón?

—Nada.

Pues lo que yo decía.

—¿Nada? —repitió mi padre sorprendido.

—Ni deberes, ni participar en clase. Su comportamiento es horrible, su actitud con los profesores es penosa, no muestra interés por ninguna actividad, y está el asunto de los balones de fútbol.

—¿Los balones de fútbol?

—Todos los balones han desaparecido.

Era un exagerado. No todos habían desaparecido, habíamos dejado un par para jugar en el recreo.

—No espero que resolvamos todos los problemas en una reunión así que centrémonos en el más importante, sus notas. —Hizo una pausa dramática antes de seguir quejándose. —No creo que sea suficiente hablar con él. Hay algunos alumnos que se quedan por las tardes en la biblioteca.

Tenía que ser una broma. ¿Más clases después del colegio? ¿Eso era legal?

—Oh, no sé si podría, se pasa horas jugando a fútbol por las tardes.

Muy bien papá.

—¿Y cree que llegará a algo en la vida con eso? Le estoy diciendo que está suspendiendo todo. No pasará de curso si sigue así.

—Supongo que podría quedarse algunas tardes.

A la mierda.

Y así fue como acabé quedándome por las tardes en colegio, en otra ocasión habría podido convencer a mi padre de que no cayera en las manipulaciones del director, pero supongo que no podía hacer nada después de que se enterara de lo de robar los balones y me llamara delincuente juvenil.

Ideaba un plan para poder escaparme de esa ratonera, pero la señora que había de guardía se paseaba por las mesas para revisar lo que estuviéramos haciendo, así que no me quedaba otra que disimular.

No se me ocurría nada hasta que vi a Bella March entrar por la puerta.

Era imposible que nadie sospechara de ella. Era como un pase de oro. Se sentó a mi lado y empezó a sacar sus cuadernos de la mochila, mientras que yo esperaba que la señora se distrajera para poder llevar a cabo mi plan.

—Bella. —susurré, y ni caso. —Bella. -se giró y me miró con su misma cara de antipática de siempre. —¿Vamos a por unos helados?

—No. Mi madre no me deja comer helados.

—Tú madre no lo sabrá.

—He dicho que no, deja de distraerme.

—Vamos, serán de esos con conos grandes.

—¿Conos? —asentí repetidas veces. —¿Y cómo piensas salir de aquí? —preguntó mientras señalaba con la cabeza a la maestra.

—Tú sígueme el rollo. -me puse de pie sujetando el brazo de Bella para que imitara mis acciones. —Bella no se encuentra muy bien. —la miré y algo nerviosa colocó una mano en su barriga y empezó a hacer muecas.

—¿Es eso cierto Bella? —La señora frunció el ceño y se acercó a nosotros. Bella asintió mientras seguía fingiendo dolor.

—¿Podría acompañarla a enfermería? —pregunté poniendo mi mejor cara de inocente, terminó cediendo y yo cogí la mano de Bella y empecé a estirarla mientras caminaba aceleradamente, hasta que pasamos la puerta y empecé a correr hacía la salida, hasta que abrí la puerta y Bella se quedó quieta.

—Vamos, antes de que venga alguien. —volví a estirar de su brazo para que pasara.

—En la enfermería no hay helados.

—Para ser tan lista hay que explicártelo todo.

—¿No vamos a la enfermería? Eres un mitómano. ¿No has pensando en tratarte?

¿Eso era un insulto?

—A veces creo que te inventas las palabras.

—No, es que tú no sabes lo que significan, que es diferente, a lo mejor si estudiaras un poco como yo, lo sabrías.

A esto me refiero cuando digo que es repelente.

—A mí no me hace falta estudiar, yo voy a ser futbolista. —dije seguro y orgulloso mientras nos dirigiamos al puesto de helados.

—¿Y cuándo seas futbolista me invitarás a un partido? —la escuché decir mientras hurgaba en mi bolsillo buscando monedas.

—No, mi padre dice que sólo debería invitar a las cosas a las chicas que te gustan, porqué invitar a todas sería de de pringado.

—Me acabas de invitar a un helado, siguiendo tu regla eso quiere decir que eres tonto.

—No Bella, es qué tú ahora sí que me gustas, pero cuando sea futbolista tendré una novia modelo, y seguramente no le gustará que invite a otras chicas. Lo siento.

—Nada de lo que dices tiene sentido.

—Cállate que voy a pedir.

I loved you 𝘗𝘢𝘣𝘭𝘰 𝘎𝘢𝘷𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora