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CAPÍTULO DIECISIETE


bella's point of view

Cuando era más pequeña, la imagen que tenía de como sería el mundo conmigo disponía de un tipo de ecuación en la cual, recibir la aprobación del resto era el punto de encaje inicial.

Sabéis la frase esa de ''¿si tus amigos se tiran por un punte, tú también lo harías?'' pues mi respuesta correcta es; ''¿seguirían siendo mis amigos si no lo hiciera?''

Porque sí, tal vez el secreto de la ''popularidad de Bella March'' no era nada más y nada menos que la falta de personalidad y seguridad en mí misma, en mis propias decisiones y mis propios deseos.

Sí los tíos del instituto pensaban que estaba buena, bueno entonces será porque lo estoy, hasta que llegue mi madre y me diga que debería comer menos y hacer más ejercicio, entonces no podía dejar de ver todo lo que me sobraba en el espejo.

Sí mis amigos decidían que lo guay y divertido era salir todos los findes, entonces será porque así es, hasta que llegue un profesor y me llame la atención por no sacar mejor nota porqué según él ''tengo mucho más potencial'' entonces me volveré a sentir insuficiente para absolutamente todo lo que hago.

Todo esto es lo que había estado reflexionando estas ultimas semanas. En las que mi vida parecía no haber cambiado nada, pero definitivamente no era así.

Habían pasado más de un par de semanas desde la última vez que vi a Pablo.

Lo extrañaba, mi cuerpo y mi mente lo hacía, pero su ventana había permanecido cerrada desde el día que se fue enfadado de mi casa.

Ninguno de los dos había tratado de contactar con el otro, por muchas que sean las veces en las que la idea de tocar su timbre, llamarlo, o simplemente tirar una piedra a su ventana me parecieran terriblemente tentadoras.

Me gustaba pensar que para él también lo eran.

Recordaba esos días borrosos, pero habían algún que otro par de frases que se habían quedado tatuadas en mi mente, como dagas en mi corazón que me dolían cada vez que pensaba en ellas.

Por otro lado, por alguna razón que desconozco pero agradezco, las cosas en el instituto seguían siendo iguales, ya que Claire no se había molestado en mencionar nada de lo que pasó en la feria.

Lucas solía traerme a casa al volver del instituto, pero como era comprensible evitaba a toda costa estar con él, y no es algo que le perturbara, siempre y cuando no le hiciera el feo delante de los demás.

¿Qué por que llovía en pleno mayo? Eso mismo me preguntaba yo, llevaba media hora en el coche buscando las llaves de casa, lo que resultó ser una misión completamente fallida.

Salí del coche y corrí hacia mi puerta, toqué el timbre unas mil veces antes de rendirme, mi plan B era quedarme en el coche hasta que Dorothea diera señales de vida y me abriera, pero el plan C que se me pasó por la cabeza me apetecía muchísimo más.

Dí varios pasos hasta la puerta de la casa de al lado, y toqué el timbre un par de veces.

Esta se abrió dejándome ver la imagen de Pablo en el marco de la puerta, sus expresiones relajadas cambiaron de inmediato cuando me vio.

Supongo que mi cara cachorrito mojado había hecho algún tipo de efecto en él, porque observó por un par de segundos la lluvia y se echó a un lado dejándome pasar.

—¿Te dejaste algo la última vez rubita? —cerré la puerta después de pasar, ya que el camino y se sentó en el sofá como si nada.

—No tengo llaves.

—¿Y por qué no vas a casa de alguna amiga? —su mirada no se apartaba del gran televisor, y sus dos manos sujetaban un mando de la consola.

¿Amigas? Aha buen chiste.

—Podría haberme quedado en el coche. —hablé sin rodeos, él permanecía callado. —Es solo una excusa para verte.

Se apoyó en el respaldo del sofá y dejó caer sus brazos sin soltar el mando.

Acto seguido giró la cabeza hacía mi indicando que me acercara. Cruce los brazos algo insegura y di pasos pequeños hacía él, lo notaba distinto y distante.

—Este sofá es bastante cómodo, pero si quieres podemos ir a mi cuarto, no viene nadie hasta dentro de 2 horas.

—¿De que hablas? —pregunté deseando que no se tratara de lo que estaba pensando.

—¿Qué quieres hacer si no? —tragué saliva algo nerviosa, su tranquilidad me alteraba todavía más.

—No sé, tal vez, hablar...

—Bella no soy tu puto terapeuta, si tienes problemas cuéntaselos a tu novio.

—Me refiero a hablar de lo que paso entre tú y yo. —no se si mi voz temblaba, pero mis manos si lo hacían.

—No hay nada de que hablar, lo único que va a volver a pasar entre "tú y yo" es un polvo, a mí no me interesas para nada más. —ni siquiera era capaz de mirarme, su vista seguía fija en el televisor.

—Mira que eres imbécil. —di media vuelta y comencé a caminar hacia la puerta.

—Si crees que voy a pedirte que te quedes estás muy equivocada.

Idiota, idiota, idiota.

No tiene otra descripción.

—No me quedaría ni un minuto más aun que me lo suplicaras. —hasta yo misma estaba sorprendida de como fui capaz de aguantar las lágrimas hasta el coche.

El volver a verlo solo empeoró las cosas, sabía que estaba enfadado, que probablemente me odiaba, pero lo último que esperaba era que me tratara con tanta indiferencia.

Me hervía la sangre de lo que me enfurecía, y a la vez tenía tremendas ganas de llorar de lo desconsolada que me sentía.

Aparqué el coche unas cuantas cuadras mas adelante para asegurarme de que nadie me viera y poder llorar y desahogarme tranquila.

Un mensaje nuevo en la pantalla de mi móvil capto toda mi atención.

"fiesta en casa de Claire a las 22h"

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⏰ Última actualización: May 19, 2023 ⏰

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I loved you 𝘗𝘢𝘣𝘭𝘰 𝘎𝘢𝘷𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora