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CAPÍTULO  TRECE


bella's point of view

—Ella es Bella. -dijo llamando la atención de todos mientras se abría paso, yo me senté tímidamente en un hueco que había al lado de uno de ellos. —Ellos son mis colegas, Mario, Ale, Javi y Alicia. —Pablo tomó asiento junto a mi una vez ya los mencionó y señaló. Todos me saludaron y yo les correspondí, excepto el chico que esta a mi lado.

—¿Juegas al Call of duty? —pregunté sin poder evitar fijarme en la pantalla de su móvil, el chico del cual no recordaba su nombre despegó inmediatamente su vista del juego para mirarme sorprendido.

—Es un viciado. —respondió una morena acercándose y dejando una bandeja con comida encima de la mesa. —No hace otra cosa. —me miró por un segundo una vez se sentó mientras reía. —Por cierto soy Amalia.

—Bella, encantada, ...y es que es una pasada. -Le devolví la sonrisa entusiasmada. —Es como... solo un disparo a la cabeza por un francotirador Swiss K31 y boom muerto. —Noté como de repente todos me estaban mirando, me eché hacía atrás encogiéndome de hombros mientras bebía de mi vaso bastante avergonzada.

No me jodas Bella, ¿sólo un cubata y ya vas a empezar a hacer el ridículo?

—¿Has jugado a Last of us? Es un juego de zombies. —asentí repetidas veces cuando el chico de al lado mío se dirigió hacia mi.

—Que si Mario, no te la vas a tirar. —El comentario de Pablo hizo reír a sus amigos, yo solo me mordí el labio y me volteé hacia él.

Sht están hablando los expertos. Porfa tráeme otra. —dije estirando el brazo hacía él con mi vaso completamente vacío, el bajó la mirada por un momento observando el vaso para luego volver a mirarme.

—Vas a tener que compensarme por esto. —advirtió al levantarse y agarrar mi vaso, mi vista seguía fija en sus movimientos, le guiñe un ojo cuando volvió a mirarme antes de marcharse.

—Definitivamente lo hemos perdido chavales. —habló el chico que seguía de pie.

—No tomes sin comer. —habló una de las Alicia, la miré en alerta al darme cuenta de que me hablaba a mí, señalando la comida que había en el centro de la mesa. —Sírvete antes de que estos lo devoren todo.

Miré la mesa unos segundos mientras analizaba lo que había. Hmh, ¿perritos calientes y patatas fritas?

Agh, más de 500 calorías por ración, demasiadas por si solas, más todavía teniendo en cuenta todo el alcohol que había metido en mi cuerpo.

Se me cerró el estómago de golpe.

—Tranquila ya comí antes, pero gracias. —dije con una sonrisa amable y ella simplemente asintió.

Un rato después el panorama era insuperable, algunos de los amigos de Pablo habían desaparecido por donde había una improvisada pista de baile.

Yo seguía en mi mismo sitio, con Alicia y Javi en frente, y con Pablo al lado, teniendo una de las conversaciones más absurdas y sinsentido que podían tener 4 adolescentes borrachos a las 4 de la mañana.

Apoyé una mano encima de hombro de Pablo para ayudarme a girar sobre mi misma todavía sentada, y empecé a analizar tanto el escenario como las atracciones de la feria que ya cerraban y cada vez había menos gente.

Al volver a girarme me encontré con la imagen de las dos personas sentadas en frente nuestro besándose. Con mi cara confundida miré a Pablo y este coloco sus brazos cruzados encima de la mesa y recostó su cabeza encima.

—Se están besando. —susurré comi si fuera un secreto. Pablo cerró los ojos y asintió levemente. Ellos dos se levantaron y se alejaron sin más dejándonos solos en la mesa.

—Llevaban toda la noche tonteando, eres la única que no se ha catado.

—Si me di cuenta. —no era verdad, pero me quejé igualmente cruzándome de brazos y poniendolos encima de la mesa, Pablo agarró el vaso de enfrente suyo y yo al momento lo paré —¿Tú no has bebido mucho ya? —negó con la cabeza después de mirarme de reojo y sonreír.

Cierto es que todo era prácticamente borroso, algunas luces mareaban sin te quedabas un rato observándolas y la musica de fondo se escuchaba cada vez menos, pero sabía que esa noche se quedaría grabada en mi memoria para los restos.

Mis ojos también estuvieron a punto de cerrarse cuando me recosté, pero se abrieron prácticamente de golpe cuando al pierna de Pablo rozó con la mía al acercarse.

—¿Puedo preguntarte algo? —no dije nada, simplemente me recompuse agarrando las mangas de mi jersey, triándolas hacia abajo encogiéndome de hombros por el frio que empecé a sentir. —El novio ese tuyo... ¿qué?—murmuró y luego cayó como si ya hubiese hecho la pregunta completa.

—¿Me estás preguntando si voy a dejarle? —pregunté y llevé mi mano hacía mi boca para bostezar, estaba agotada.

—Te estoy preguntado si estás enamorada de él. —yo aparte la mirada algo intimidada. —Si lo quieres Bella. —ni siquiera podía pensar con claridad sobre el tema estando sobria, y los efectos del alcohol no iban a ayudarme a hayar una respuesta.

—Es complicado sabes, pero sé que él me quiere, y de todos modos no se merece esto.

—¿El qué?

—Pues, lo que sea que haya entre nosotros.

—Tiene parte de culpa por ser tan idiota. —subió y bajó los hombros mientras daba otro trago. —no se qué clase de tío dejaría a su novia a solas con otro tío como yo. —rodé los ojos ante su comentario bastante egolátrico.

Había notado que era habitual en él que cuando la conversación se ponía demasiado seria o tensa siempre trataba de escaquearse soltando algún ocurrencia absurda.

Tal vez fuera algo inmaduro,
pero me gustaba que fuera así.

—¿Es que no se puede tener una conversación seria contigo por más de 15 segundos?

—No se me da bien hablar. —Yo estaba sentada más hacía atrás, el en cambio estaba echado hacía delante con los brazos colocados en la mesa.

Su cuello estaba girado hacía mí, mis manos estaban agarradas y metidas entre mis rodillas intentando entrar en calor. Mis ojos fueron directos a sus labios en el momento que acortó la distancia entre nosotros acercándose pausadamente.

—Sigo teniendo novio. —susurré dejando reposar mi cabeza en su hombro, evitando un posible beso, al que honestamente esperaba con ansias—pórtate bien ¿quieres?

—¿Cuándo he sido yo de portarme bien? —miro al frente e inclinó su cuello hacía atrás. —No me tortures así.

—Eres un cínico. —dije sin poder evitar soltar una risa.

—Solo un beso. —volvió a voltearse. Tal vez solo fueran las luces de las carpas, o las copas de más que tomamos, pero sus ojos brillaban al mirarme, y estaba convencida de que los míos lo hacían el doble. —Te lo prometo.

Su brazo pasaba por delante mío, y yo, todavía apoyada en su hombro, coloqué una mano en su antebrazo y me impulsé hacia arriba haciendo que nuestros labios estuvieran a milimetrados de rozarse.

Y esperé a que él los juntara.

Fue un beso lento y largo, y sí, claro que habían ganas de más, por lo menos por mi parte, ya que en el momento que bajó su mano y la colocó en mi pierna todo mi cuerpo ya había entrado en calor. 

I loved you 𝘗𝘢𝘣𝘭𝘰 𝘎𝘢𝘷𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora