CAPÍTULO III.

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–¡Aaah! Mi cuerpo se siente extraño. -Se quejaba mientras recostaba su cabeza sobre el escritorio.

–Te sorprenderá saber que Yoon está intacto. ¿Hablaron sobre lo que pasó con aquella chica? -Jimin hizo un sonidito de negación. –Entiendo, tienes que disfrutar tu tiempo mientras aún estás aquí... pero me gustaría que antes de irte puedas hablar con Yoongi. 

–Lo haré. Puede confiar en mí, Señor Min. -Pero en la mente de Jimin no había ni un solo escenario posible en que el hablara con el menor seriamente sobre lo que pasaba en su vida.

Mientras tanto en la escuela del pálido los rumores habían comenzado a esparcirse como plaga en primavera. La mayoría decía que por fin Jiyu le había dado lo que merecía. Unos cuantos más confirmaban que Yoongi tenía serios problemas con las chicas y el resto lo felicitaba, justo como sus amigos. 

–Viejo, todos están hablando de ti. -Dijo su mejor amigo tomándolo por los hombros. –Lo mejor de todo esto es que ya no tendrás que involucrarnos en más excusas tontas para evitar salir con ella. -Sonrió haciendo que sus pómulos se marcaran aún más en su rostro.

–Igual los usaré de excusa para evitar ir con mi tío a sus aburridas reuniones de trabajo, así que ni se te ocurra suspirar. -Respondió con el ceño fruncido, un gesto que solo hacía sentir ternura al chico junto a él.

–Que bonito es mi chico. -Acarició una de las mejillas del pálido. –Yo creo que te gustará asistir a todas esas aburridas reuniones. -Yoongi lo volteó a ver sin detener su paso. –El doctor Park estará ahí ¿no? Dime, ¿ya se besaron? -El pelinegro le pegó un codazo en su costado, haciéndolo quejarse. ¿Eso es un sí?

–Por supuesto que no, aprende a superarlo. -Rodó los ojos. –El debe ser feliz con su familia ahora, en un lindo departamento en el centro de la ciudad, con vista a la torre Namsan... y esas cosas. -Encogió los hombros.

–Por lo visto sabes mucho acerca de "esas cosas". -Remarcó las comillas con sus dedos. –Creo que nunca será tarde para decirle -sus palabras fueron interrumpidas por una mirada de pocos amigos por parte de Yoongi- decirle lo agradecido que estás con él.

–Ya cállate Hoseok. -Y así los hizo el castaño, pues cuando era llamado de esa forma por parte de su amigo, solo significaba una cosa, estaba acabando con la poca de su amigo. –¿Acaso no ves que estoy deprimido por mi recién relación rota? -Bromeó rompiendo el silencio incómodo que se había formado, el castaño soltó un par de carcajadas y luego ambos siguieron su camino hasta el aula de su próxima clase. Así era Min Yoongi.

–Doce de febrero y estamos a solo dos días de vivir una de las fechas más especiales para los enamorados

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–Doce de febrero y estamos a solo dos días de vivir una de las fechas más especiales para los enamorados. Aunque, no solo se puede vivir un poco de romance ese día... todos los días son especiales para decirle a esa persona cuánto la amas. Espero que todos hayan llegado hasta aquí con el único elemento indispensable, así es, una pareja. Qué sentido tendría haberlos estado sermoneando por dos horas cada día de mi vida hasta este momento. Claro que si ese no es el caso, entonces los estaré leyendo en mi cuenta oficial. Ambos haremos que consigas a alguien para este san Valentín.

–¿Este es el mejor candidato que tienen? -Cuestionó el Yejun poniendo pausa al video que se reproducía en su teléfono celular.

–Así es señor. -Hubo un poco de silencio mientras el señor Min miraba a la nada. –Reciba nuestras disculpas, estamos muy avergonzados por esto. Habló el joven inclinando la cabeza y hablando en nombre de su compañero.

–Tranquilo. Después de todo creo que será mejor que Jimin se encargué de esto. El sabrá escoger a la persona indicada para ser su suplente. -Los dos hombres se miraron afligidos de forma descontenta. –Pueden retirarse. -Añadió luego de escuchar unos leves toquidos en la puerta de su oficina. –Sigues sin mejorar ese viejo hábito.

–Me escuchaste, así que no hay problema. -Era su sobrino. El mismo que tenía la vieja costumbre de tocar suavemente las puertas, como si no quisiera ser escuchado.

–Si un día quedas atrapado en algún lugar, ¿crees que alguien iría a tu rescate? -Le cuestionó haciendo que el menor lo mirara con desinterés. En estos últimos nueves años Yejun esperó a que Yoongi cambiara un poco. Si bien no podía exigirle ser más empático, si le pedía ser más entusiasta. El hábito de tocar muy quedito cada que quería entrar a un lugar donde estaba él, Jimin o alguna persona especial para el pelinegro; no era más que un viejo trauma que le había ocasionado su madre.

Cuando Yoongi era un niño de apenas cinco años, recibía constantes regaños y reprimendas por el simple hecho de ser lo que era, un niño. Su madre era una mujer muy apática que nunca le dio la atención y cariño suficiente. La mayor parte del tiempo estaba solo, abandonado a su suerte en la enorme casa que supuestamente era llamado hogar. Cuando su madre volvía del trabajo solo era para subir a su habitación y encerrarse hasta el día siguiente.

Yoongi muchas veces había intentado seguir a su madre en silencio hasta su alcoba, sin embargo ella terminaba dándose cuenta y lo alejaba dando gritos y maldiciones. Por eso, luego de un tiempo el menor aprendió a quedarse quieto en uno de los sofás de la sala. Así fue hasta que cumplió ocho años, cuando más necesitaba de la atención de su madre, pues en la escuela habían comenzado a molestarlo comparándolo con un huérfano. El esperar en la sala hasta que su madre desapareciera por las escaleras lo había cansado. Así que había optado por enfrentar ese miedo y subir hasta llegar a la puerta, que con mucho cuidado entreabría para no molestar a la mujer que dormía dentro de la habitación. Claro que un día su madre se dio cuenta y los regaños e insultos volvieron, pero esta vez con un poco de esperanza, pues ahora el único problema de su madre era que tocara la puerta antes de entrar. Él tenía que ser un niño bien educado. 

Y pues ese era el trágico pasado del pelinegro que ahora reía con su tío mientras observaban como Jimin perdía la cabeza al no encontrar una de sus tantas carpetas con anotaciones de sus radioescuchas.

–¿Cuándo le dirás que tu la tomaste? -Decía el tío Yejun entre risas leves.

–Quizá en otro par de horas. Además aún la necesito para la clase de interpretación y oratoria. -Le restó importancia yendo hasta la máquina expendedora para obtener de ella una soda de limón. –¿Frustrado? -Se burló en cuanto vio pasar al rubio frente a él, haciéndolo detener sus pasos.

–No, no es eso. -Suspiró relajando su cuerpo. –Esa carpeta contiene datos delicados de las personas que confían en mí. No es cualquier cosa. -Cruzó los brazos y levantó la mirada hacia el pelinegro. –Si la llegas a ver, házmelo saber. -Dijo tocándole por último uno de sus hombros. 

–Claro. -Atinó a decir con duda.

Ahora había despertado cierta curiosidad por saber qué era eso tan delicado que podía contener aquella carpeta de anotaciones. Tal vez solo eran datos tontos acerca de la poca ética de las decisiones que tomaban aquellas personas que escuchaban al rubio en cada programa. Quizá la revisaría un poco más al llegar a casa. Aunque tampoco quería meterse en problemas con el rubio, pues eso significaría abusar de su confianza, bueno, si es que aún la había entre ellos dos. 

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---------------------➤[Saludos]

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Algo corto pero espero sea de su agrado. Gracias por leer. • ✦

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