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Bajamos del muelle en el puerto "damocles", este lugar era lúgubre, bastante.
Lo único que me gustaba era la referencia al tener la espada colgando en la entrada al puerto.
-Niños, yo los acompañaré en el taxi hasta la casa de su tía Josephine.
-¿Ella no viene por nosotros?-Preguntó Jackson.
-No, ella tiene ciertos problemas... por así decirlo, no sale mucho.
Voltee a ver a mis hermanos dudosa.
El señor Casewell se encargó de llamar a un taxi y este se acercó a nosotros con rapidez.
Me pregunto donde estarán los Baudelaire ahora mismo.
-¿Alguien necesita un taxi de tarifa razonable?-Nos preguntó el taxista apenas se acercó.
El señor Casewell abrió la puerta de atrás y nosotros nos subimos, él se subió en el asiento del copiloto.
Empezamos con el recorrido hacia la casa de nuestra siguiente tutora.
El camino era extraño.
-Disculpe, pensé que este lugar era turístico, muy cotizado.
-Oh lo es señor, pero ahora con este mal clima y el huracan que viene no hay muchos turistas a la vista.
-¿Dijo Huracán?-Pregunté, volteando a ver más a mis hermanos que al conductor.
-Oh si, el Huracán Herman, extraordinario según dicen.
-¿los huracanes no solo ocurren cerca del mar?-Cuestione.
-Algo parecido me dijo uno de los niños que llevé esta mañana.
Sonreí. A pesar de no haber estado ahí lo sabía. Ese niño había sido Klaus.
Vi una casa a lo lejos, estaba en un barranco y para llegar ahí tenias que pasar por un puente que parecía que caería en cualquier momento si te atrevias a pisarlo.
Se veía surrealista.
¿Por qué alguien quisiera vivir en un lugar así?
Mi hermano nos hizo señas para que la viéramos.
El señor Casewell y el taxista tenían una charla sobre un libro que el taxista quería leer cuando llegara el huracán, pero realmente no importaba.
No quise seguir viendo la casa, entonces me puse a ver el lago lacrimógeno. Parecía lindo. De esos lagos en los que vas cada verano con la familia y luego tienen un picnic frente a el.
Recordé cuando íbamos con nuestros padres y otros hermanos a la playa cerca de casa. Y luego recordé a los Baudelaire, que nos habíamos enterado que también iban a esa playa. Y luego empecé a hacerme preguntas, muchas.