Tercer mundo

175 37 5
                                    

En medio de la nada en un lugar desolado se podría ver rastros de lo que se consideraría una guerra brutal.

Cuerpos de cientos de criaturas con formas insectoide yacían sin vida en el campo de batalla.

En medio del campo de batalla estaba una nave negra de un diseño espectral flotando a una distancia no lejana a la tierra.

En medio de un salón oscuro de la nave, de la unión de dos cajas con inscripciónes jamás antes visto por la humanidad un pilar de una luz incomparable se extendía al cielo.

Al rededor de ese pilar de luz yacian los cuerpo inconscientes de los que alguna vez se llamaron los defensores del planeta.

De los mayores héroes de la tierra caídos, solo dos personas seguian consientes, los cuales a pura fuerza de voluntad se levantaron del piso.

Levantaron la cabeza con el odio grabado en sus ojos, ambos mirando en una sola dirección.

Sentado en un trono en lo más alto del salón estaba una persona o más bien un ser más alto que cualquier humano y de un color gris, el cual portaba una armadura negra dorado que tapaba todo su cuerpo, además de un caco con cuernos.

Con desprensio veía los inútiles esfuerzo de los insignificantes terricolas que se intentaba oponer ante el y su señor.

Tomando una hacha de su costado se levantó de su trono y con lentitud bajo las escaleras de su trono.

Chisoas salían del hacha miemttas el gran hombre lo arrastraba.

Plasmando de sierta forma el miedo en los corazones de los presentes.

Al llegara al frente de los únicos heroes de pie levantó el hacha y sin piedad la balanceo en la direccion de un hombre musculoso vestido de azul y rojo.

Pero acabar con los últimos héroes en su, no era su objetivo, ya que después de mandar lejos a uno de ellos, simplemente paso a lado de un hombre de negro con un murciélago en el pecho.

Se paro al frente del gran pilar y sin decir nada se arobillo con la cabeza baja.

Al frente de el un portal gigantesco apareció de la nada y de el se podía ver un mundo desolado en llamas ademas al frente de ese mundo un ser que desprendía un enorme poder se paraba orgullosamente.

Levantó su cabeza viendo con sus ojos rojos llenos de desprecio a su propio sirviente.

"Mi señor el trabajo de este servidor se a cumplido".

Con algo de miedo hablo al ser que servía.

"HMP-".

Fue la única respuesta del hombre gris de ojos rojos.

"Empieza la invasión".

Dijo como si de nada de tratara, levantó la mano y detrás de el miles y millones de criaturas con forma de una unión entre isectos y humanos se levantaron.

Con autoridad apunto al portar y sin dudarlo todas esas criaturas empezaron a cruzar el portal.

En los ojos del único héroe de pie no se veía más que impotenci, horror y el más crudo arrepentimiento de no haber podido hacer nada.

Las criaturas no se tardaron en esparcierce por todo los lugares.

Toda la escena, de como se esparcian los parademon, lo podían ver todas las personas en la tierra por medio de sus teléfonos o televisiones.

"Las últimas noticias los héroes han caído".

"Últimas noticias, Miles de criaturas se extienden por los cielos".

"Acaso este es el fin de la humanidad".

Todos los notificieros en el mundo reportaban todos los sucedido con miedo en sus ojos.

Pero más específicamente en la lejania de la nave había una familia intentando alejarse lo más posible del lugar de donde salieron esas criaturas.

La familia de dos padres y dos hijas con desesperación intentaban alegar o alcanzar la multitud que como ellos intentaban escapar.

Pero de las manos de la más pequeña hija una pequeña figura de un hombre con un casco de motocicleta negro, una armadura estraña, de una capa negra con el canji de dragón. Cayo en el piso.

La niña con su gran inocencia se soltó de la mano de su madre y corrió para recuperar la figura de su súper héroe favorito.

Sin darse cuenta que sus acciones llamaron la atención de una de las criaturas a la lejanía, la cual al ver las acciones de la niña aceleró en su dirección con intenciones hostiles.

"¡¡Miaria!!".

Fue el grito desesperado de la madre que con impotencia alcanzó a su hija y la abrazo con todas sus fuerzas.

Cerro los ojos esperando el dolor que conlleva sus acciones.

Sin embargo al pasar del tiempo no sintió nada, con algo de curiosidad abrió los ojos.

Solo para ver cómo la carita de su hija se llenaba de entunciasmada y sus ojos brillaban al ver a una persona.

Al frente de ellos estába una persona con el mismo atuendo que el juguete de su hija.

Pero sus ojos se llenaron de sorpresa al ver cómo el hombre con una sola mano sostenía la cabeza de esa criatura.

Con facilidad lanzo a la criatura a la multitud en la lejania haciendo retroceder a la mayoría de los parademons.

Todos los que corrían se detuvieron al ver una capa negra ondiandose con el viento.

"Empezemos".

Susurró, al sentir todos los ojos de los presentes en su dirección.

Levantó los brazos lo más alto posible y dijo.

"No dejaré que el mal se salga con la suya".

Bajo una de las manos y las puso en su cadera.

"El que detendrá a estos villanos seré yo".

Bajo el otro brazo y las puso en su cadera, con un gran salto volteó con la mirada a todos los presentes.

"No sé preocupe por qué ya estoy aquí".

Hinchando su pecho y abrió sus piernas.

"El Supremo Saiyaman, está listo para salvarlos, jajajajaja".

Todos los presentes gritaron de emoción, al sentir que la esperanza llenaba sus corazones.

No importandoles las ridículas posiciones de su salvador.

El Supremo Saiyaman al ver sus sonrisas les debolvio la misma sonrisa, y regreso la mirada a las Miles de criaturas dirigiéndose a él.

"Bueno a trabajar".

Vio a la izquierda y la derecha, al no ver nada solo suspiro.

"En dónde están los super héroes cuando se los necesita, bueno, a ver son miles contra unos, me párese justo. Pero también tengo que proteger a los inocentes, a ver, a ver, a ver que podemos hacer".

Una idea llegó a su cabeza y sin perder tiempo dijo.

"Sistema compra la habilidad......".

"Beep~"
(Respondiendo al usuario, felicidades por comprar la habilidad.....)

Sistema De AfectóWhere stories live. Discover now