𝗧𝗵𝗲 𝗣𝗘𝗥𝗙𝗘𝗖𝗧 𝗼𝗺𝗲𝗴𝗮. 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬

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Cuatro días después del incidente, me encontraba con Caro jugando videojuegos, Miércoles por la tarde, las tareas ya las había acabado y el evento que me tocaba fotografiar lo tenía para el día siguiente, me encargué de dormir bien después de llegar de clase y luego fuimos solo Carolina y yo por todo el resto del día, riéndonos cuando mi hija señalaba emocionada los gráficos moviéndose, no sé porque Arthur le compro un PS2 para su tercer cumpleaños, solo teníamos juegos de carros donde Caro casi nunca entendía nada o un didáctico, sí que le agradaba. Aunque cuando estaba con ella, nos reíamos al ver como su auto chocaba, o el mío se volteaba, lo que fuera, sus carcajadas llenaban mi casa, haciéndome sentir extremadamente bien.

-Caro, debes ser la peor jugadora de la historia, y por encima de todo, la única que se ríe cuando queda en último lugar.

Mi pequeña me observó curiosa, pero me continuó mostrando esa sonrisa con dos preciosos hoyuelos marcados a los lados, la cual desapareció cuando ambos escuchamos el sonido de mi celular. Iba a maldecir, pero preferí morderme la lengua hasta que observé el nombre en el identificador "Chequito" aparecía en letras grandes.

-Tranquila, tigresa, es el tío Checo.

Observe a Caro sonreír al escuchar el escuchar el nombre de su tío, y luego sus manitas tomaron el control de nuevo. Inicié otra partida para que se divirtiera mientras pegaba el celular a mi oreja, oyendo la voz alegre y con ese toque mexicano que tanto caracterizaba al pelinegro omega.

- ¡Charles! Hombre, ¿Por qué no me contestabas?

Conocí a Checo en la universidad, él es un omega relativamente normal, tiene un carácter muy agradable, aunque nunca sabe cuándo callarse, él cuenta con todas las facilidades para tener un beta o un alfa cuando desee, sin embargo no ha tenido una cita hace mucho, mucho tiempo, eso según me dijo. Nos conocimos un día saliendo de clases, cuando detuve el ascensor para él y empezó a contarme la vez e la que se quedó encerrado en este, fue gracioso, al final terminé invitándolo a mi casa. Era un omega, no tengo porque temer que me haga algo.

Lo curioso es que no tengo muchos amigos. Checo como yo lo había apodado contaría como uno de los pocos y el único cercano de la universidad, ¿Por qué? No me llama la atención conocer personas, tanto así que en la universidad paso a la casa, o del trabajo a casa, no salgo a citas, si voy al bar como único fin, entonces muchas personas me consideran poco sociable, me imagino. No me importa, Checo es como esos chicles de los que no te puedes separar así quisieras, puedo intentar desaparecerme de la faz de la tierra por una semana, y Checo es del tipo de persona que te llama todos los días hasta encontrarte. Él te busca, porque le aburre esperar, y sinceramente se lo agradezco, de no ser por ese agradable detalle de su persona, yo no tendría absolutamente ningún amigo

-Caro. Es que estábamos en un gran momento padre e hija-. Lo escuché reír, él siempre era tan alegre.

-Bueno, dale besos de mi parte ¿De acuerdo?

-Claro, de tu parte y el triple de la mía, ya sabes.

-Perfecto, pero Charles, no es por Carolina que te llame esta vez-. Escuché que suspiró y preparé, seguro el también aire. - ¿¡Cómo es eso de que estabas Carlos Sainz en la exposición del sábado?! Dios, no puedo ¿Te está cortejando? ¿Te ha mordido? ¿Es tan genial como parece?

Carlos Sainz, sí suena bien. El perfecto nombre para un alfa idiota engreído que se cree la gran la cosa por su posición social y por eso no se folla a omegas pobres y débiles, aunque estén en celo y desesperados. Sí, Sainz, el apellido de un cretino, juro que lo único bueno que ha sacado de estos días en celo es que mi omega debe olvidarse de él de una buena vez. No chillar de felicidad por saber su apellido como ahora. Suspiré, apoyando mi cabeza en el respaldar del sofá, debería ya haber cesado esta ansiedad por él, ¿No sirve que haya pasado todo mi celo con su imagen en la cabeza? ¿Con su aroma? El pensar en su tacto y sus labios... Oh Charles, contrólate.